7- Estrategia de juego

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El "trabajo voluntario" ya había terminado, a suerte de todos. El día siguiente iba a ser duro porque seguramente pasarían toda la mañana entrenando. Los argentinos estaban reunidos en la habitación que compartían Messi, Di María, De Paul y el Papu Gómez. Una risa por aquí, una risa por allá de parte de cada uno. Los jugadores se sacaron de onda al notar que Julián, que era uno de lo que más conversaba, no decía ni "ah", sólo se limitaba a mirar el suelo como alguna vez lo hizo Ángel.

—Está re duro Julián—comentó el Dibu.

—Andá a saber que le pasó, pobre—dijo Di María.

—Capaz que el Sosa ese le rompió el corazón—teorizó Dybala.

—¿Qué decís, flaco?—el Dibu frunció el ceño—Julián no se la come.

—Yo no diría eso—le respondió Dybala—hay muchos acá que también tienen sus "secretitos" y no dicen nada—giró a mirar a Di María.

—Bueno, che, ya entendimos—habló Di María.

—Pero Julián no responde, es un tronco—dijo el Dibu, que estaba sentado al lado de Julián—dale, Juli, responde, dale—lo trataba de bajar de su nube entre que casi lo llamaba a gritos y le daba pequeños golpes en la espalda.

Julián respondió pestañeando, luego miró al portero argentino y, después, al resto de sus compañeros.

—Perdón, tengo cosas que hacer.

Se paró y salió de la habitación de cinco estrellas. Se dirigía a los cuartos de sus compañeros croatas, buscando a Borna Sosa.

—Está mal este pibe, en serio—habló Messi, aún dolorido por la pelea colectiva que hubo por la mañana.

—⁕—

—Estoy preocupado, te juro—le comunicó Borna Sosa a su compañero Luka Modric.

—Yo igual, pero ya no se a quien creerle—le respondió el mayor, entregándose a la suave cama para, segundos posteriores, pasar sus manos por su rostro en signo de "cansancio".

—No se que tanto está pasando—comentó el portero Dominik Livakovic—pero para tenerlos así como están ustedes debe ser serio.

—No te imaginas—contestó el rubio.

De un segundo a otro, alguien toca la puerta, asustando a los croatas.

—Fíjate, Luka—le pidió el portero.

Luka se fijó por la cerradura, pensó en lo peor pero se alivió al ver que era Julián Álvarez.

—Es el Álvarez, el argentino—les avisó.

Los otros dos presentes bufaron, Dominik de tan sólo recordar el partido, y Borna del hecho de pensar como Julián lo trataba de convencer de ponerse en contra de su amigo Josko.

—Déjalo entrar—ordenó Sosa.

Y asi hizo Modric. El argentino tenía una cara de perturbado, los tres lo notaron por lo que no evitaron en dedicarse una mirada.

—¿Sucede algo?—preguntó Luka preocupado.

—Necesito hablar con Borna—le comunicó con un rostro asustado.

Luka miró a su compañero.

—Sí, ¿qué pasa?—se adelantó, cortando distancia.

—En un lugar más privado.

—Bueno—el croata trató de no formar contacto visual con el argentino.

Sosa siguió a Julián, que lo llevó al patio del Hotel, que brillaba de lo vacio que se encontraba.

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora