17- La Chiripiorca

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«La puta madre que los re mil parió, me olvidé por completo que hoy regresabamos»—se insultó a sí mismo en medio de pensamientos el portero argentino, en un taxi que lo llevaba rumbo al aeropuerto.

Llegó, al fin, corrió como atleta en pleno campeonato y, como deseaba, ahí estaban sus compañeros, con una cara de viejos malhumorados.

—¡Tenemos que subir al avión en cinco minutos!—le gritó Julián, causando la atención de las personas que pasaban por allí.

—Cálmate Julián, no estamos en un carnaval carioca—le susurró el Papu Gómez.

—Pero muy bien que te gustaría—le contestó en el mismo tono.

—Uy, sí, me encantaría—dijo con una sonrisa abierta, para después relamerse los labios.

El portero se acercó a ellos, y empezó a disculparse como si hubiera cometido un delito de primer grado.

—Bueno, bueno—lo detuvo Messi, ya exhausto—te la dejamos pasar esta vez, ¿sï?—sonrió.

—¡Sos el mejor!—lo agarró y lo abrazó, dándole vueltas al mayor por los aires.

—Ya, bájame—pidió entre risas.

Emiliano le hizo caso, y lo bajó como el contrario deseaba.

Esperaron los minutos que hacían falta y, al fin y al cabo, pudieron subir al avión, obviamente que antes de eso tuvieron que presentar los boletos.

— Estaría bueno comprarnos un avión privado, ¿no?—propuso Enzo, mientras caminaban en ese pasillo que dirigía al avión.

—Banca flaco, eso no es para nada humilde—respondió Foyth.

—Mal—se puso de acuerdo Alexis—el país está en plena crisis y nosotros vamos andar en un avión privado, ¡bola!

Al subir al transporte, Di María se sentó junto a el Dibu y a Rodrigo, este último para sacarle chisme acerca de su situación con el croata Luka Modric.

—Primero—rompió el hielo De Paul, el avión todavía no empezaba a volar y sus compañeros no terminaban de ordenar que ya este último estaba hambriento de chisme—contanos Dibu, ¿cómo la pasaste?

—Banca—dijo terminando de ayudar a Ángel con sus mochilas—¿no ves que estamos terminando de ordenar?

—Perdón—miró hacia la ventanilla.

Ambos terminaron de organizar, se sentaron y miraron a Rodrigo.

—Digamos que me fue bien—De Paul volteó su mirada al oír la voz del portero—bien hasta que fui a la habitación del Hotel. Como que se me vino la "chiripiorca'' en ese momento.

—¿La "chiripiorca"?—rió Ángel.

—Sí, viste cuando tenes cambias repentinamente de humor, bueno, yo cambié repentinamente de humor: me morí de susto—los otros dos escuchaban atentos—primero creí que nos habían afanado y después caí que hoy nos íbamos.

El avión ya comenzaba a despegar.

—Bue, pero ya vos medio tonti—comentó De Paul.

—Cállate que yo te salvé la vida en la fiesta del negro hediondo de Mbappé—Di María lanzó una risilla—hediondo porque viste que los franceses desprenden un olor descomunal a donde sea que vayan—justificó su descripción al jugador francés.

—Hasta el Riachuelo huele mejor que toda la selección de Francia junta—dijo Rodrigo, entre risas.

—¡Callensee...estamos intentando dormir!—pateó Julián desde atrás el asiento del medio, donde estaba sentado el arquero.

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora