[ESPECIAL] 13- El cumpleaños de Mbappé 2/2

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Luka volvió hacia donde estaba Dominik. Se sentó junto a él, no dijo una sola palabra y empezó a tomar. Pedía, tomaba, pedía más, tomaba y pedía más, así sucesivamente.

—¡Ey, ey! ¿Puedes dejar de tomar?—exclamó Dominik, frustrado.

Modric estaba mareado, su cabeza daba tantas vueltas que no sabía qué decir.

—Me preocupa Gvardiol, sólo tiene veinte años y se está metiendo en problemas—siguió bebiendo.

—Pero él ya es grande—se quejó Dominik—se tiene que hacer cargo de sus cosas.

—Sí, pero como capitán, toda la responsabilidad queda en mis manos—explicó.

—Por cierto, ¿fuiste a escuchar su conversación con el coreano?

—Sí, e incluso la grabé—habló ya cansado.

—¿Y?

—Ay, que chismoso eres—lo golpeó levemente con su mano izquierda, provocando en el otro una risilla traviesa mientras sorbía del sorbete que estaba dentro de su vaso .

—Bueno, pero cuenta.

—No escuché nada—exageró su voz al pronunciar esa última palabra—hay un ruido insoportable.

—Tienes razón. ¿Y el audio?

—No lo he escuchado todavía. Esperaré a que termine esta fiesta.

La música volvió a cambiar de rumbo: Lewandowski retomó el puesto de DJ, de nuevo las canciones pop dominaban la pista de baile.

—Oh, Dibu ha desaparecido—señaló Dominik Livakovic hacia la cabina DJ.

—Parece que se turnan—ambos rieron—después de todo, es justo, ¿no?

—Sí—respondió con una sonrisa.

Dicho eso, Luka volvió a tomar y, peor, de golpe. Una parte de su mente decía "¡No! Deja de tomar, tendrás problemas" y la otra "Toma más, diviértete un rato, te lo mereces". Se decidió llevar por esa segunda parte, a pesar de todos los conflictos o cosas vergonzosas que provocaría, y no se arrepentiría a menos que termine en la cama con alguien porque: Hierba mala nunca muere.

—Estas mal—movía Dominik su cabeza de lado a lado con una mirada de decepción al ver la cantidad asquerosa de alcohol que ingresaba al cuerpo del contrario.

—♥—

—Dame tu celular o verás las consecuencias—amenazó el encapuchado anónimo.

El amenazante hombre tenía una voz ronca y gruesa, al punto que era demasiado obvio que era forzada.

—¿Q-qué quieres?—preguntó en medio de respiraciones aceleradas—n-no hice nada—los tartamudeos le impedían combinar dos frases al mismo tiempo.

—Dame tu celular—ordenó.

—N-no tengo nada—trató de separar lo más que pudiera su cabeza de la navaja.

—Ah, ¿qué no tienes nada?

Rozó el arma en el cuello, sin provocar una herida profunda que dejará fluir una gran cantidad de sangre. Rodrigo gritó ante el corte.

—Ya ves lo que provocas, eh, ¡Dame tu celular!—gritó esa última frase como si no lo hubiera hecho en años.

Antes de que De Paul sacará de su bolsillo su celular, alguien entró en esa desolada habitación.

—¡Raja de acá!—lo echó casi a patadas.

Era el Dibu. Su escándalo provocado al entrar en ese cuartito hizo que toda la gente presente en el patio dirigiera su mirada hacia ellos.

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora