5- El último beso

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Eran las tres de la tarde, en una hora comenzaba el partido de Marruecos contra Francia, y Di María estaba acostado en su cama pensando en todo lo que había ocurrido. Una llamada llega en su celular, él responde y un furioso Scaloni le grita, asustándolo a la primera.

—Banca, háblame bien que no entiendo ni una sola palabra—dijo Ángel.

—¡¿Dónde estás?!

—En mi habitación, ¿dónde más estaría?

—Estamos en la comisaría y es urgente que vengas.

—¿Y cómo se donde queda eso?

—Vos no te preocupes que para eso esta Foyth esperándote en la entrada.

—En un rato estoy allá, adiós.

Cortó la llamada. No dudó en bajar a planta baja y que, como había dicho su Director Técnico, en efecto estaba su compañero.

—¿En qué bardo te metiste, negro?

—Nunca un "buenos días" o un "hola"—su comentario hizo bufar a Juan, que ya bronca le había agarrado a Ángel por su actitud de adolescente enamorado.

Salieron del Hotel, rumbo a la comisaría donde, seguramente, se encontraban sus compañeros.

—Como sea, te van a quemar vivo cuando te vean.

—¿Y eso por qué?

—Y encima preguntas, primero, te metes en un bardo, segundo, los dejas solos y luego te peleas con uno de los croatas que, supuestamente, eras amigo sin razón.

—¿Cómo que sin razón? El chabón nos clavó un puñal por la espalda a todos.

—Eso no fue lo que nos contó él.

—Ah, encima parece que se hizo la victima.

Después del comentario de Di María, ninguno de los dijo nada. Ángel seguía a Foyth en cada paso que daba para no perderse.

Cuando finalmente llegaron al lugar, no pudieron no compararlo con un circo, debido a que había de todo: Holandeses llorando como "marranos", sin duda, la actuación era lo de ellos, argentinos con cara de enojo y croatas confundidos.

—¡Vos!—se paró Modric de su silla, buscando pelea—¡¿Qué te pasa?!—exclamó el croata.

—¿A vos qué te pasa?—cuestionó Ángel con el ceño fruncido.

—¡Sos un traidor!—lo acusó Luka.

—De traidor tengo lo que vos tienes de altura.

Luka, ofendido, abrió su boca de lo enojado que se encontraba y no dudo en acercarse al argentino como forma de provocación.

—Bueno, bueno, basta, estamos en una comisaría no en un cuarto de boxeo—intervino entre los dos Lionel Scaloni.

El resto contemplaba la situación anonadados, en especial Messi, que se sentía culpable de todo lo que ocurría.

—Pero que alguien le avise a este que su amiguito es un traidor de mierda—le dijo Di María.

—Basta dije, ¿Sí?—los miró a ambos, sin separar sus manos de sus pechos.

Modric volvió a su lugar, sin despegar su furiosa y hambrienta mirada del argentino. Sosa lo calmó con unos suaves golpes en la espalda.

Scaloni tragó saliva.

—Quería avisarles que con Dalic tomamos una decisión—anunció—para no generar escándalo decidimos que para los implicados hagan trabajo voluntario por un lapso de cinco horas.

Los presentes se quejaron, exceptuando por Foyth, que solo contemplaba la situación con decepción.

—Es lo mínimo que podemos hacer porque, de lo contrario, todos estarán expulsados y me imagino que es lo que menos quieren.

—¿Quién autorizó esto?—preguntó un neerlandés enojadísimo.

«Tu hermana»—respondió mentalmente Di María

—La FIFA, repito, es lo mínimo que podemos hacer.

—¿Y en qué consiste ese "Trabajo voluntario"?—preguntó Julián.

—¿Se acuerdán de lo que hacían los japoneses cuando terminaban los partidos? Bueno, eso mismo pero cuando termine el partido de hoy—les comentó Lionel Scaloni—solo que la selección de Países Bajos lo hará en los barrios pobres de esta ciudad para evitar peleas.

—¿Perdón?—reclamó De Jong

—Eso queriamos comunicarles, así que vayan preparándose. Que tengan un buen día.

Scaloni se retiró, dejando confudidos a todos.

—Buena suerte—se despidió Foyth de su amigo.

«Es un garca hasta con sus amigos»—se refería Ángel de su compañero.

Luka se despidió de sus compañeros y se dirigía a la salida, hasta que Di María lo agarró del brazo, impidiéndole avanzar. El experimentado croata se sorprendió y formó un contacto visual con el sudamericano.

—¿Cuándo será el día en el que me dejarás de molestar?

—Luka, necesito explicarte todo, dame una oportunidad, por favor.

—No, yo confio en mis amigos.

—Entonces, déjame hacer esto por lo menos una última vez.

—¿Qu—lo interrumpió el argentino.

Di María agarró de sus mejillas y le robó un beso, de poca duración porque el croata lo separó con todas sus fuerzas pero que pareciera sacado de una telenovela mexicana y que, encima, logró que todos los presentes se sorprendieran.

—Les recuerdo que estamos en Qatar—les avisó Julián, que ya se iba de esa incómoda escena.

El último Mundial - ModríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora