SECRETOS DE HERMANAS- TERCERA PARTE

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      A la mañana siguiente: 

—¿Ya están todas listas? —preguntó Akila, quien bajaba las maletas de Asenath por las escaleras.

—Hermana en serio, gracias —dijo ella.

—No es nada, todo por mi ratoncito... Asenath... discúlpame.

—¿Por qué? Akila no me asustes ¿Qué hiciste ahora?

—Ahora nada, pero... en la fiesta te dije cosas muy horrendas... ¿Podemos hablar afuera? —dado que sus otras dos hermanas estaban allí presentes.

—Claro.



En el patio trasero de la casa:

—En serio, perdón —habló Akila— no sabía que Daniel era su padre, en serio no sabía que era tan grave el asunto... sé que debí haberme cosido la lengua.

—Disculpada, no niego que a veces te detesto con toda mi alma, pero en las buenas y en las malas siempre estás aquí como un soldado.

—Sargento Akila Tolier, presentándose —respondió haciendo un saludo militar, Asenath rió.

—Sé por qué te quieres venir a Atmajma.

—Suponía que esa mentira no te la creerías, no, en realidad no me quiero ir, pero Michael y Leonardo no dejarán de perseguirme, hermana, mis días están contados y si no me voy antes ellos me encontrarán.

—No digas eso Akila, no quiero que nada te suceda.

—Nada me sucederá, ni bien pise Atmajma conseguiré un arma, no te preocupes la voy a esconder bien, mi sobrina no la encontrará cuando crezca.

—¿Un arma Akila? ¿Para tanto es?

—¿Qué parte de qué mi cabeza tiene precio no has comprendido? ayer vi a Michael, salí a dar vueltas con mi moto por la noche, iba al bar que vamos siempre, pero lo vi, allí en nuestra mesa, como si esperara a alguien, no lo sé, a veces creo que la paranoia me ciega.

—Hermanas vamos qué nos va a dejar el taxi! —gritó Annipe.



     En el aeropuerto:

—¿Papá? —preguntó Anat al ver al señor Paris muy preocupado con una camisa hawaiana y un sombrero de paja junto con dos maletas.

—¿Qué papá?

—Nuestro padre Annipe! —todas voltearon a verlo.

—Hey! —lo llamó Akila, éste las vio y se acercó a ellas— ¿A dónde vas?

—A Turquía —confesó— tuve una pequeña discusión con su madre, no me responde ninguna de todas las cincuenta llamadas que le hice, debo hablar con ella, Ahí sale mi avión! —apuntando con su dedo índice una pantalla— adiós hijas, Asenath tiene todos los papeles de la mansión y... todo Tengan cuidado! —gritó lo último ya saliendo, corriendo.

—Me gustaría vivir un amor como el de nuestros padres —dijo apenada Annipe.

—Y a mí me gustaría una pizza en estos momentos  —confesó Anat— pero no todo se puede en la vida.

     Ya en el avión, Anat iba sentada del lado de la ventana junto a Asenath, Akila con un sujeto de su edad más o menos y Annipe junto a un anciano de noventa años aproximadamente.



Anat y Asenath:

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