Ese mismo día a la noche, Oliver se consagró como el mayor campeón, por lo que todos partieron rumbo a Estados Unidos.
Precisamente allí mismo se casarían.
—Anat quédate quieta —habló Oriana acomodando su vestido.
—No puedo, Me voy a casar! —chilló— ¿Qué sentiste cuando te casaste?
—No soy el mejor ejemplo, creí que Diego me había abandonado y lo encontré encerrado en el baño.
La celebración se llevó a cabo en un gran parque, muy similar a lo de Diego y Ori, sólo que de noche.
Si bien Anat se quería casar en la playa, luego de leer que los caracoles de mar traían mala suerte, decidió no hacerlo allí pues habría caracoles a montones y no quería arriesgarse.
La música comenzó a sonar, toda la ceremonia fue llanto y risas por parte de los invitados, Oliver dejó caer algunas lágrimas al verla vestida de novia.
Lo más emotivo fue cuando el padre pronunció las palabras— Por el poder que me confiere, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia —en ese momento todos los invitados se pusieron de pie a aplaudir, Diego y Oriana que eran los padrinos estaban muy felices por esta hermosa pareja, mientras que Anat y Oliver continuaban besándose.
—Te amo —le susurró Oliver.
—Y yo a ti —le respondió Anat sonriendo.
Seis años después:
Diego y Oriana habían tenido un hermoso niño llamado Stephen Wot, mientras que María Luz Wot, la pequeña hija de Anat y Oliver, cada día se parecía más a su madre.
Anat había decidido ponerle el nombre de María para que siempre estuviese protegida, pues temía que algo le sucediese a su pequeña niña recordando todos los accidentes de su familia.
Actualmente se encontraban de vacaciones en México, en una de sus tantas playas.
—¿Sabes amor? ya conocía a María desde mucho antes —contó recostada en su pecho.
—¿Cómo?
—El día que me ahogué soñé con una niña, ésta me decía que su padre estaba llorando por mi y hoy sé que ese eres tú, que teníamos un futuro juntos.
—¿Qué sucede? te pusiste como melancólica.
—No comprendo como es que terminamos así, siempre pensé que mis hermanas eran las mejores amigas, e incluso en aquel sueño todo era distinto.
—Anat todo lo que tuviste que pasar fue como una guerra, no todos sobreviven y hay muchos heridos y muy pocos, casi nadie se salva, nosotros lo hicimos.
—A pesar de todo, uno puede salir adelante.
—Mamá! —gritó la niña de cabellos castaños llegando hasta ella y abrazándola.
—¿Qué sucede?
—¿Hacemos un castillo de arena?
—Claro mi amor —besando su cabello—¿Tú qué me ves? —le preguntó a Oliver quien las observaba.
—Papá está celoso, pero también hay abrazos para él —y María abrazó fuertemente a su padre.
—Eres mi princesita hermosa.
—Sabes mamá, de grande quiero ser boxeadora.
—Qué! —exclamó Anat.
—Eso es genial! digna hija mía —sonrió Oliver.
—Claro! Ríanse! total soy yo la que verá como los golpean, pero estaré bien, con un ataque de estrés, pero bien, descuiden.
—Ven aquí —dijo Oliver abrazando a ambas— ustedes son lo mejor que me pasó en la vida, no tienen idea cuanto las amo.
—Nosotras te amamos igual —le respondió Anat con una hermosa sonrisa en su rostro.
Lo que nadie supo ni nadie sabrá, es que el día en que Annipe y Hardin murieron, dos pequeños bebés nacían en ese momento.
Muchos años después, esos dos jóvenes caminaban por la calle en un atardecer de verano, ella venía con su mente en Marte y él en Plutón, provocando que chocaran y el libro que ella sostenía se cayera al piso.
—Lo siento! —respondió él tendiéndole el libro, él era castaño de ojos verdes y ella pelirroja con rulos.
—Descuida —tomando el libro, pero en ese momento sus manos hicieron contacto con las de aquel chico accidentalmente, ella lo miró a los ojos—¿Te conozco de algún lado?
—No, no lo creo, pero te me haces familiar.
—Estoy segura que te he visto en algún lado, te conozco, pero no puedo descifrar quién eres.
—Tal vez nos conocemos de otras vidas.
—¿Crees en eso?
—No, pero estoy seguro de que te vi en alguna parte.
ESTÁS LEYENDO
ATRAPADAS
RomanceDE UN MODO U OTRO TODAS ESTAMOS ATRAPADAS: POR UN ASESINATO... POR UNA LOCURA... POR UN AMOR... POR LA MUERTE...