Amantes.

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-Takano-san, ¿podrías soltar mi mano?-

-No.-

Ambos editores caminaban de regreso hacia sus apartamentos, tomados de la mano bajo las quejas que Onodera pudiera tener al respecto.

-Alguien nos va a ver.-

-Ahora que somos novios, no voy a desperdiciar ni un minuto.-Dijo mientras se volteaba para mirarlo. Onodera se sonrojó y se limitó a ignorarlo todo lo que quedaba de camino.

Un rato más tarde, llegaron hasta la entrada del edificio, encontrándose que había una mujer conocida esperando por su llegada.

-¿Madre?-Takano apretó la mano de Onodera con fuerza. El castaño observó entre ellos dos, cambiando de uno al otro con expresión sorprendida.

Sería la primera vez que veía a la madre de su novio.

-Hola Masamune.-

Toda la situación le recordaba a aquella vez que su amiga An había esperado por él, solo que esto era mil veces más incómodo y Takano no quería soltarle la mano.

-¿Qué haces aquí, Madre?-

-Bueno, no me contestabas.-La mujer mostró su celular y el montón de llamadas perdidas que le había hecho.

-Estaba ocupado, tengo trabajo que hacer, sabes.-

-Sí, eso lo entiendo, pero quisiera hablarte solo un momento.-Onodera se encogió sobre si mismo cuando la madre del editor en jefe miró sus manos juntas.

-Ahora no, estoy muy cansado.-

La mujer parecía querer replicar algo, pero se detuvo a medio camino.-Entiendo.-

El pelinegro suspiro y soltó a Onodera.-¿Me esperas arriba?-Le sacudió ligeramente el cabello, haciendo que el castaño se sonrojara.-Acompañare a mi madre a su auto.-

-Está bien.-Onodera se acomodó el lugar donde Takano lo había tocado, observando como ambos pelinegros se alejaban en un silencio incómodo, no sin antes ver cómo la mujer lo saludaba.

Oh, mierda.

Los días posteriores a ese estuvieron llenos de Takano tratando de esconderse de su madre, que casi siempre estaba esperándolos en la entrada del edificio

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Los días posteriores a ese estuvieron llenos de Takano tratando de esconderse de su madre, que casi siempre estaba esperándolos en la entrada del edificio. Y aunque Onodera había insistido en que lo mejor sería que hablaran de una buena vez, Takano no había cedido.

El castaño no quería parecer demasiado molesto con respecto al tema, podía ser su novio oficialmente pero no sentía que podía inmiscuirse y acosarlo tanto. Aun así, Onodera había visto como el ánimo de Takano decaía con los días y, con eso, su habitual actitud infantil había empeorado.

No quería verlo triste y si podía hacer algo por ayudarlo, lo haría, pero Takano lo mantenía lo más lejos de su madre. O eso intentó, hasta que llegó aquella época del mes donde tenía que quedarse mucho tiempo en la oficina.

 Headcanons.➖Sekai-Ichi Hatsukoi.➖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora