Capítulo 12

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Capítulo corto, pero preciso. No olviden que las amo💜

Salgo de casa intranquilo

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Salgo de casa intranquilo. Tener que dejar a Aly sola y después de esa discusión en la cocina, me deja con un malestar en el pecho. Nada está bien entre nosotros y me siento como un inútil que no puede hacer nada para arreglarlo.

Llevo intentando e intentando, y joder, estoy cansado. La impotencia de no poder hacer nada es algo que me pesa cada día y por mucho que trate de enfocarme en el trabajo, no sirve de nada si ella sigue hundiéndose bajo su propia mente.

Paso a mi oficina por los documentos que necesito para el juicio. Aun me queda una hora antes de que empiece así que aprovecho a organizarme.

—¿Se puede? —Sebastián toca la puerta y asoma su cabeza ofreciendo una sonrisa—. Como sea.

Entra y se sienta frente a mí. Suelto un suspiro y continuo con lo mío bajo su mirada.

—Discutí con Dahlia anoche—se pasa la mano por el cabello y niega.

—¿Qué pasó? —me siento como un mal amigo porque realmente no me importa cómo debería.

—Ella sabía del embarazo de Alyssa—tantea—. Y no dijo nada.

Cansado del tema, resoplo y me desplomo sobre el escritorio cubriendo mi rostro con mis manos. Cuando me siento un poco más listo, lo miro y no puedo evitar la pesadez.

—Es su mejor amiga. Si fuera al revés tampoco habrías dicho nada.

—Lo sé, pero... Joder, me molestó que te enteraras así—encoge sus hombros—. De todas formas, ella ya me puso en mi lugar—sonríe—. Ahora tiene más actitud.

—Me alegro por ustedes—y lo digo en serio, puede que tenga mucho encima, pero él es prácticamente mi hermano y siempre querré su felicidad—. De alguna forma, me deja más tranquilo que Aly tenga a Dahlia en su vida.

—¿Sigue sin hablar contigo?

Niego.

—Estoy perdido con ella—murmuro.

—¿Le contaste lo de la propuesta?

—No, no es el momento.

Reviso mi celular y me debato un poco entre enviarle un mensaje o llamarla, pero al final no hago ninguna de las dos cosas. Al ver la hora, me despido de Sebastián y me dirijo al juzgado. Me siento como un jodido inútil en cuanto a Aly, pero al menos en el trabajo puedo tomar el control.



Son las cinco de la tarde cuando llego a casa. Si bien el juicio no duró mucho, tuvimos que tomar un receso. Una parte de mí se llena de nostalgia mientras abro la puerta; recuerdo cuando me desocupaba antes, su sonrisa al verme llegar, sus abrazos, las bromas y las risas. Ahora nuestra casa se siente vacía.

—Alyssa...—entro en nuestra habitación, que es de donde no sale últimamente—. ¿Aly...?

No la encuentro, así que ya con un mal presentimiento la busco en el baño sin tener resultados. Mi corazón parece ir más rápido y en cuestión de minutos comienzo a gritar su nombre y recorro toda nuestra casa sin hallarla.

Marco su número en mi celular con las manos temblorosas. Suena en el segundo piso, así que siguiendo el timbre, vuelvo a nuestra habitación y ahí, en la mesa de noche junto a su lado de la cama, está el celular y lo que parece una nota.

No puedo explicar la maldita sensación que me recorre por dentro. Una parte de mí sabe lo que significa, sabe que todo está por cambiar. Y no quiero, joder, no puedo. Con el papel en mi mano me siento en la cama, pero no soy capaz de abrir la carta; como si así pudiera evitar lo que viene o quizás alargar un poco el golpe de realidad.

No funciona. Así que aun temblando por dentro, abro la carta y comienzo a leer:


"No hay una manera sencilla de hacer esto. Tuve que escribirlo porque no tengo el valor ni la fuerza de decirte esto a la cara.

Necesito irme, Mark. Te amo como probablemente nunca pueda amar a nadie, pero a veces, el amor no es suficiente. Perder a nuestro bebé me rompió de una forma que no creí posible.

Sé que estás sufriendo, sé que te duele, pero no tengo la fuerza para ser tu consuelo cuando todo lo que hago es lastimarte.

Odio tener que llegar a esto, pero si me quedo, solo terminaré rompiendo lo que fuimos.

No solo perdí a nuestro bebé, también perdí una parte de mí y necesito tiempo para sanar sin herirte en el proceso.

Te amo tanto que ver cómo te hago daño solo me mata un poco más y aun así no puedo evitarlo. ¿Qué dice eso de mí?

No voy a pedirte que me esperes, no puedo ser tan egoísta, a partir de ahora eres un hombre libre para vivir tu vida.

Me duele muchísimo hacer esto, pero siento que lo necesito, ambos lo hacemos.

Jamás dejaré de amarte, Mark, no importa cuánto pase."

Alyssa.


Me toma un tiempo asimilar la carta. Con el corazón destrozado y pocas fuerzas, lo primero que hago es ponerme en pie, ir a mi camioneta y conducir hasta la casa de Dahlia. No quiero pensar en la carta, no quiero pensar en que quizás esté lejos, todo lo que mi mente repite es que tengo que encontrarla.

—¿Está Alyssa contigo? —pregunto abriéndome paso.

Frunce el ceño y niega, confundida.

—La llamé esta mañana, pero no contesta mis llamadas, tampoco mensajes.

Me paro frente a ella y coloco mis manos sobre sus hombros mientras calmo mi respiración.

—Alyssa se fue—pongo todo de mí para que la voz no me falle—. Dime que sabes a dónde...

—No ¿qué?

Parece congelarse y me mira de arriba abajo un par de veces. Nota mi desesperación e intenta agarrar su celular. Que ella realmente no tenga idea de dónde está, me aterra y alerta a partes iguales.

—Dejo el celular, Dahlia, ella nunca sale sin eso—me mira sin saber qué hacer o decir.

—Quizás fue a dar un paseo... No nos precipitemos—trata de calmarme.

—Dejó una carta—la corto.

No me quedo a esperar que lo procese. Subo a mi camioneta y me encamino hasta la casa de sus padres. Mientras conduzco, entra una llamada de Sebastián que ignoro completamente. Si Dahlia no tenía idea, él menos.

Al llegar, bajo corriendo y toco la puerta. Mi suegra es la que abre y aquí no puedo pasar y revisar todo el lugar para asegurarme. Me mira con lástima en sus ojos y joder, lo odio.

—Alyssa...

—Se fue—termina por mí—. Sí, cariño.

Que ella me lo confirme es un jodido puñal en mi pecho. Todo parece ocurrir más lento, siento que mi cuerpo tiembla de impotencia y no soy consiente de las lágrimas que se deslizan silenciosamente por mis mejillas hasta que un sollozo me ahoga y ella me envuelve en sus brazos.

Tiene que ser una jodida pesadilla, porque esto no puede estar ocurriendo realmente. Ella no puede dejarme, no así, no después de todo lo que hemos pasado juntos.

Seis años. Seis putos años de mi vida a su lado. Desde la conocí supe que no quería apartarme, le demostré cada día cuanto la amaba aun cuando peleáramos por estupideces. Seis malditos años amándola y ella solo me dejó una maldita carta.

Una carta y el corazón roto.

Quiero que tú quieras [Elbdo #2] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora