Capítulo 13: Extraños en la casa.

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Con el paso del tiempo descubrí muchas cosas de mí, una de ellas era que podía fingir bastante bien.

Podía fingir que me gustaba mi trabajo, podía fingir que no me importaba no estudiar algo, podía fingir que estaba bien con que mis padres vivieran tan lejos de mí simplemente porque su casa les salió más barata. Incluso, podía fingir que no sentía algo parecido a la atracción por mi supuesta esposa. Pero lo que no podía fingir, o mejor dicho, pasar por alto, era el aburrimiento. Menos cuando era tan obvio que lo sentía.

Estaba completamente aburrida.

Llevaba una semana de casada y lo único que había hecho en esos siete días, era descubrir que además de trabajar, no había nada más interesante en mi vida.

Solté un suspiró desde el fondo de mi corazón y me dejé caer de espaldas sobre el césped verde y bonito. Llevaba cerca de una hora sentada en el patio de la casa, sin saber qué hacer, además de observar al hombre a varios metros de mí.

Don Jeremiah, quien era el jardinero de Lena, poseía un cabello negro con canas, piel morena y unos ojos cafés y profundos. Debía sobrepasar los cincuenta años aunque se veía delgado y fuerte por su trabajo bajo el sol. La primera vez que lo vi, y él a mí, solo nos observamos a los ojos sin decir nada. Él había pasado de mí enseguida, solo había caminado hacia unas plantas a lo lejos y había comenzado a trabajar.

Con quien sí hablé fue con la mujer que iba a hacer la limpieza y a cocinar. Esta era una mujer alta y delgada, poseía un cabello rubio y ojos azules y alegres. Me llevé una gran sorpresa al verla al siguiente día de que comenzara mi estadía allí.

Ella había ingresado a mi habitación y había soltado un pequeño grito como yo al vernos cara a cara. Yo acababa de salir de la ducha cuando la encontré en medio de mi habitación.

"¡Jesús!", soltó al tranquilizarse. "Lo siento, no pensé que hubiera alguien".

La observé unos segundos antes de darme cuenta de quién era.

"Usted debe ser la señora que viene a hacer la limpieza", ella asintió y entrecerró los ojos.

"Sí, esa soy yo. ¿Y usted es...?"

Me acerqué enseguida y le extendí mi mano.

Me miró sorprendida. Creo que sobre todo porque seguía solo envuelta en una toalla enorme.

"Soy Kara Zor... Luthor", me corregí, "soy la esposa de Lena".

Ella abrió la boca más sorprendida que antes y luego de unos segundos tomó mi mano para devolverme el saludo.

"Yo soy Eliza".

Le sonreí y ella me devolvió el gesto.

"Porque no me permite cambiarme y nos encontramos en la cocina".

"Claro", dijo enseguida y se giró. Antes de salir de la habitación volvió a mirarme un segundo. "Haré té" murmuró al ver que me observaba como si nada.

Luego de cambiarme me moví hacia la cocina. Ella estaba ocupando una de las sillas de la mesa pequeña que había allí, al entrar me observó y se puso de pie enseguida.

"Siéntese, voy a servirle".

"Gracias", dije y me senté.

Como me daba la espalda la observé más detenidamente y calculé que debía está cerca de los cincuenta años, las arrugas en su rostro me lo indicaban.

Ella puso una taza frente a mí además de galletas antes de servirse y también sentarse.

"No sabía que la señora se había casado".

Me encogí de hombros.

"Solo llevamos dos semanas casadas". Vaya, pensé luego de decirlo, parecía más tiempo.

"¡Tan poco!", arrugó su frente y se encogió de hombros "eso es bueno, esta casa pasa mucho tiempo sola".

"¿Si?" pregunté.

Asintió.

"Viaja mucho, creo que solo la he visto un par de veces desde que su asistente me contrató". Alcé ambas cejas.

¿Por qué no me sorprendía que Andrea hubiera hecho eso en vez de Lena?

"Bueno, ahora yo estaré por aquí", le sonreí y me devolvió el gesto.

"Eso es bueno, a veces es aburrido estar aquí".

Me reí un segundo al oírla y ella me devolvió el gesto con algo de timidez.

"Lo siento, soy un tanto habladora".

"¿Un tanto?" dijo una voz ronca desde la puerta que daba al patio. Ambas observamos al jardinero de pie allí.

La señora Eliza volteó sus ojos y me miró.

"No le haga caso, es un gruñón". El hombre soltó un bufido y nos dejó solas.

Arrugué mi frente.

"Él es Jeremiah mi marido"

"Ya veo" murmuré, "así que trabajan juntos".

Asintió.

"A decir verdad, gracias a él encontré este trabajo, como solo tengo que venir tres veces a la semana está bien".

"¿Siempre viene cuando Lena no está?" asintió.

"Sí señora, y siempre le dejo cena para dos días, creo que ella la calienta". Arrugué mi frente ante eso.

"Entiendo. ¿Por qué no hacemos algo?", me miró fijamente, "primero no me diga señora, mi nombre en Kara", me sonrió. "Segundo, no deje cena para dos días, yo se cocinar así que puedo hacerlo cuando usted no venga", aunque arrugó su frente volvió a asentir, "y tercero, yo me encargaré de mi habitación..."

Allí me interrumpió.

"Lo siento, pero no puedo hacer eso", arrugué mi frente. "Mi trabajo es hacer la limpieza, que no es mucha porque la señora solo pasa o en su habitación o su oficina, si desea cocinar adelante, una esposa siempre cocina", apreté la mandíbula para no reírme "pero limpiar, me quedaría sin trabajo".

Abrí y cerré mi boca al entender su punto de vista, pero en verdad podía encargarme muy bien por lo menos de mi propia habitación.

"Y si lo hacemos como con la comida, solo lo haré cuando usted no venga" pareció pensarlo, asintió luego de unos minutos.

"Bien" suspiró, "pero no me llames señora, soy Eliza" le sonreí.

Luego de hablar otro rato con ella, terminó diciéndome que si lo deseaba podía salir a tomar el sol mientras limpiaba. Me reí de sus palabras porque simplemente me estaba mandando fuera de la casa para que no la interrumpiera. Por eso mismo, me senté en el patio y solo me dediqué a mirar alrededor. Por una hora.

Mi vida no podía seguir así, tan... aburrida. Debía encontrar algo en lo que entretenerme.
  
  
  
  

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Solo Son Negocios (SuperCorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora