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"¿Querés venir a casa?" leí en la pantalla de mi celular. Era un mensaje de mi mejor amigo, Tomi. 

A él lo conocí en tercer año de la secundaria y desde ese momento nos habíamos vuelto inseparables. Ahora, por culpa de los horarios de la facultad y el trabajo no nos veíamos seguido. Era complicado coincidir un día que ambos estemos libres. Pero cuando llegaron las vacaciones de invierno, no habíamos dudado un segundo en vernos.

Él se había mudado a una casa un poco más grande y más bonita que la anterior, según lo que me había contado, aunque ahora quedaba más lejos. Por eso, en los días que nos habíamos visto, había venido a mi casa en su auto, que terminaba resultando más cómodo para ambos.

Al leer su mensaje, donde me invitaba a su casa, acepté emocionada. Estaba intrigada por conocerla. Después de confirmar su invitación, me llegó otro mensaje diciendo que estaba con otros amigos que teníamos en común y que en un rato me pasaba a buscar. Sin esperar más, empecé a prepararme, que solo consistía en peinarme, un maquillaje sencillo y cambiar mi pijama por ropa más arreglada sin lucir exagerada.

Para cuando escuché la bocina del auto de Tomi, ya estaba lista. Me puse una campera más abrigada y salí.

Subí al auto con una sonrisa de oreja a oreja y muy feliz; a Tomi se le veía igual.

—Hola, Tomi —saludé. Lo abracé fuertemente.

—Hola, Emi. Ya te extrañaba. —Encendió el auto y arrancó.

—¿Quiénes van a ir? Nunca me dijiste.

—Los de siempre. Joa, Manu, Alejo, Mauro y... Sebas. Me parece que no me olvido de nadie —dudó un poco haciéndome reír.

—Joa es el cantante, ¿no?

—Sí.

—Siempre lo confundo con Alejo —mencioné, confundida. Esta vez él rió.

—Alejo trabaja con Mauro en un restaurante y Joa es el cantante. Manu sigue estudiando, pero no me acuerdo qué, y Sebas en el taller del papá —me hizo un repaso de todos.

—Sí, de Sebas y Manu me acuerdo. Los demás a veces se me confunden, pero creo que ya me quedó claro.

—¿Y vos? ¿Cómo te va en la facu?

—Bien. ¿Te acordás esa materia que no lograba entender? —Hice una pausa y él asintió—. Creo que ya logro entenderla. Espero que el cuatrimestre que falta no se complique otra vez. ¿Y vos?

Tomás empezó a contarme lo bien que le estaba yendo este año, lucía bastante sorprendido. Estudiar siempre se le había dificultado, pero las ganas no le faltaban. Algunas veces tuvo que recursar materias, aunque por suerte eso no lo desanimó, si no que todo lo contrario, lo animaba a estudiar con más ganas y a dedicarle más tiempo. 

También me contó que se había mudado porque le quedaba más cómoda la distancia para ir a cursar e ir a trabajar. Había cambiado de trabajo para poder pagar el alquiler, ya que con el anterior no le alcanzaba. Ahora estaba trabajando en un almacén con bastantes beneficios, le daban vacaciones y tenía horarios flexibles para que pueda ir a cursar tranquilo. Me alegraba mucho por él, le estaba saliendo todo bien.

Y sin darme cuenta, habíamos llegado. Esperé a que estacionara para entrar con él. Al ser la primera vez en visitar su nueva casa, me sentía extraña entrando sin su compañía. 

Al entrar, lo primero que noté fue un fuerte olor a marihuana. Ya me había acostumbrado, era algo habitual en ellos. Hasta de vez en cuando yo también fumaba, pero soy de las que prefiere tomar.

Antes de pasar al living, me saqué mi abrigo y lo colgué en el perchero del recibidor. Tenía poca iluminación, pero la justa para ser un recibidor chico. Al lado del perchero había un porta paraguas y del lado contrario un espejo horizontal, bastante largo para los pocos metros que tenía la pared. 

Entre besos y dudas (2024) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora