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Después de tantos meses de esfuerzo y tiempo invertido, mi carrera musical fue ascendiendo y no parecía querer parar. Al menos, no por el momento. Ya me habían reconocido varias veces en la calle, al igual que a Joa, y estaba comenzando una pequeña gira. Algo corta, pero perfecta para mí. Hace unos meses había hecho dos conciertos en Argentina, uno en Buenos Aires y otro en el sur, había hecho uno en Chile y ahora iba por España.

Habíamos llegado hacía unos días a Madrid. Iba a cantar en un club cerca de donde Joa había tocado en su primer concierto acá, así que nos quedamos en el mismo hotel que aquella vez. La ciudad tenía un aire de familiaridad, pero esta vez, todo se sentía diferente. Había una nueva energía, una mezcla de nerviosismo y emoción que no podía contener.

—Y otra vez, estamos acá —dijo Joa, mientras observaba la vista desde la ventana de nuestra habitación—, pero esta vez por vos. ¿No te parece increíble? Todo lo que lograste cuando hace un año o más me dijiste que querías dejar todo, en esta misma habitación de hotel.

Su mirada reflejaba admiración. No pude evitar sonreírle y besarlo. Sentía una conexión profunda con él, una gratitud inmensa por haberme apoyado en los momentos más difíciles.

—Gracias, mi amor. Esto no hubiese sido posible sin vos —le recordé, tomando sus manos entre las mías.

—No me agradezcas, si todo esto es parte de tu esfuerzo. Yo no hice nada, solo te animé a que vos lo hicieras.

—Te amo.

—Te amo.

Agarró mi cara con sus manos y me besó tiernamente. Sentí una ola de calidez y seguridad. Todo el miedo y la duda que alguna vez me habían invadido se desvanecían con cada uno de sus gestos de amor.

Me sentía eternamente agradecida. Conmigo, con Joa, con Tomi, con mi abuela, con todos los que me ayudaron en este largo camino de subidas y bajadas. Si hace meses me contaban todo lo que había logrado, no me lo hubiese creído, hubiese pensado que me mentían. Las vueltas que da la vida siempre son inesperadas, pero nunca me imaginé estar parada en una habitación de hotel en Madrid a unas horas de dar un show. Mucho menos me creía capaz de vender todas las entradas, pero se agotaron a los pocos días de estar disponibles. Era increíble todo lo logrado en tan poco tiempo.

Esa noche, mientras repasaba mentalmente mi lista de canciones, Joa se acercó y me abrazó por detrás, descansando su cabeza en mi hombro.

—¿Estás nerviosa? —preguntó Joa, acariciando mi espalda.

—Un poco —admití—. Pero también estoy muy emocionada. No puedo creer que esté a punto de cantar en Madrid.

—Vas a hacerlo genial. Todos estamos acá para verte triunfar. Y no olvides disfrutar cada momento.

Asentí, con determinación. Este era mi momento, mi oportunidad para brillar. Y con Joa a mi lado, sabía que podía enfrentar cualquier desafío.

Con una última mirada a la ciudad iluminada desde nuestra ventana, me prometí a mí misma que seguiría persiguiendo mis sueños, sin importar los obstáculos. Porque había aprendido que, con esfuerzo y amor, todo era posible. Hasta aquellas cosas que se ven muy lejanas, porque con cada paso que das estás un poco más cerca de esa meta que antes te parecía imposible.

Entre besos y dudas (2024) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora