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Después de algunos días que me había tomado para pensar, había tomado una decisión. Aprovecharía a hablar con Joaquín al salir de la facultad. Le escribí un sencillo y simple "Creo que tenemos que hablar" y su respuesta no tardó en llegar, como si hubiera estado esperando mi mensaje.

Joa <3: ¿Dónde estás?
Joa <3: Te paso a buscar.

Emi: En la facu, en media hora salgo.

Joa <3: Bueno.
Joa <3: Esperame ahí.

Sabía qué le iba a decir, pero todavía no tenía claro cómo se lo iba a decir. El estómago empezó a dolerme de los nervios. Durante la media hora que faltaba, no logré prestar atención a la clase, aunque por lo poco que escuché el profesor no dijo cosas importantes.

Al salir, vi el auto de él estacionado en frente de la facultad y a él apoyado en el capó usando el celular. Miró hacia la entrada de la facultad buscándome y, cuando me vio lo saludé con la mano. No tardó en sonreírme. ¿Cómo le iba a decir lo que le tenía que decir si me sonreía de esa manera?

—Hola, Emi. ¿Cómo estás? —me preguntó feliz. Supongo que mi mensaje lo había alegrado.

—Hola, Joa. Bien, ¿y vos?

—Bien.

Le sonreí y nos subimos al auto.

—¿A dónde vamos a ir? —pregunté.

—Yo pensaba ir a casa, pero ¿hay algún lugar al qué quieras ir?

—Como vos quieras. Igual es rápido lo que te quiero decir... —Cada vez me sentía más nerviosa. Cada vez tenía más náuseas.

Él arrancó. No sabía a dónde íbamos a ir, pero yo tenía que hablar lo más rápido posible antes de terminar en su casa o pasar más tiempo a solas con él.

—Te escucho —dijo, cuando vio que yo no hablaba y miraba un punto fijo en el auto.

—Joa, creo que lo mejor es dejar atrás lo que pasó... y seguir como amigos, como antes...

No me miró, solo siguió manejando. A mí me empezaba a preocupar su respuesta. Pero para mi suerte, se lo había tomado bien. O eso creo...

—Bueno, Emi. Si es lo que vos querés, está bien. Yo te voy a respetar —dijo, con un tono triste, lo cual hizo que me sintiera peor. No podía siquiera mirarlo a la cara.

—Perdón. No sé por qué hice las cosas que hice. Debería haber pensado mejor antes de actuar.

—Está bien. Yo tendría que haber pensado mejor antes de decirte todo lo que te dije, sabiendo que estás con Manu.

—Sí...

Ninguno dijo nada. Si yo me sentía mal, no quería ni imaginar cómo se sentía él. Lo miré brevemente, pero enseguida desvié la mirada. No quería que se sintiera incómodo o vigilado. Además, cuanto más lo miraba, más sentía que iba a terminar saltando hacia sus brazos.

—Te llevo a tu casa —mencionó. Yo solo asentí. Después de unos segundos, él tragó saliva y volvió a hablar—: Fijate que en la guantera hay algo que te olvidaste en casa y me pidió Tomi que te lo traiga.

Abrí la guantera extrañada y vi una hoja doblada. La desdoblé y, para mi sorpresa, era mi canción, la que había escrito, o al menos intentado. No sabía qué estaba pensando Joa después de leer eso y lo que yo le había dicho. Parecía que lo único que hacía era contradecirme constantemente. Me hacía dudar de las decisiones que había tomado. Había llevado la canción para mostrársela antes de que todo se descontrolara. Al parecer, se me había caído de la mochila y no me había dado cuenta. Tampoco me molesté en buscarla al regresar.

—Está buena. A Tomi y a mí nos gustó. Si querés, un día podemos ir al estudio... para mostrársela a Nico, seguro le va a gustar.

—Sí, gracias... —dije. No sabía si decir algo sobre lo que estaba escrito o no. Me limité a mirarlo y sonreírle. Esta vez sí me miró y me imitó.

Estacionó en frente de mi casa. Dudé un poco antes de bajar. Sentía que me estaba olvidando de decirle algo.

—Emi —me llamó cuando abrí la puerta. La volví a cerrar para mirarlo—. En serio te digo, si tenés ganas de ir al estudio a grabar o simplemente a probar, avisame sin problema. Puedo dejar mis sentimientos de lado por unas horas.

Él largó una pequeña risa, pero se notaba el dolor en el fondo. Yo solo le sonreí y le agradecí por última vez.

Antes de entrar a mi casa, esperé a que se fuera. Me había dejado un mal sabor de boca esta conversación, pero al menos ahora podría estar con Manu sin que se me cruzaran preguntas o recuerdos cada vez que nuestros labios se tocaban o nos mirábamos.

Mi abuela me esperaba viendo una película.

—¿Cómo te fue hoy en la facu? —preguntó, sin despegar la mirada de la pantalla.

Me senté a su lado para apoyar mi cabeza en su hombro.

—Bien. Acabo de hablar con Joa...

—¿Sentiste que hiciste lo correcto?

—No sé... Creo que sí.

—Bueno, mi amor. Si vos creés que sí entonces está bien, solo trata de no arrepentirte después.

De eso tampoco estaba segura. ¿Si me arrepentía, qué iba a hacer? Ya no podía volver con Joaquín a decirle que todo lo que dije era mentira. Aparte, ¿cómo se lo diría a Manu?

Sentí el papel doblado de mi canción en el bolsillo. Lo saqué y lo abrí para leerlo.

—Escribí una canción... o al menos, lo intenté.

Pausó la película, se puso los lentes y leyó la hoja. Me felicitó diciendo que le había gustado mucho, que yo sería una buena artista. Yo no creía lo mismo, pero igual le agradecí. Ella siempre me alentaba a seguir con mi carrera musical, por el contrario yo no creía tener lo suficiente para ser exitosa y me desanimaba con facilidad.

Las palabras de Joa se me vinieron a la mente. Podría intentar grabar algo. No estaba obligada a subirlo, ni nada parecido. Pero con probar no pierdo nada. Y en el mejor de los casos podría publicarlo y que me fuera bien.

También pensé en Manu. Tenía ganas de verlo, pero hoy ya era tarde. Podría invitarlo mañana a cenar.

Entre besos y dudas (2024) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora