Tomi ya se había dormido, pero yo no paraba de dar vueltas pensando en todo lo que había pasado. Sabía que un té me relajaría y me ayudaría a dormir, así que me levanté para prepararme uno.
Joaquín se había ido temprano, ni siquiera había cenado con nosotros. Por suerte, no había tenido otra oportunidad de volver a estar a solas con él, mucho menos de hablar. Todavía no había pensado en que decirle.
Mientras esperaba a que el agua se calentara, escuché la puerta principal abrirse y luego cerrarse. Me asomé extrañada. Joa se estaba sacando la campera de abrigo y dejándola sobre el respaldo del sillón, luego se acomodó el pelo con la mano. Mi corazón no tardó en acelerarse.
—Hola —susurré, suavemente.
—Ah, hola —dijo, sorprendido mientras se giraba a verme—. ¿Qué haces despierta a esta hora?
—No podía dormir. ¿Querés un té?
Asintió.
Agarré otra taza y otro sobre de té, colocándolos al lado de mi taza. Sentí los pasos de Joaquín y supe que estaba detrás de mí, así que me di la vuelta.
—Escúchame, Emi. Perdón por lo de hoy. Fui impulsivo y debí haber pensado mejor las cosas antes de encararte de esa manera.
—No pasa nada, Joa —dije, sonriendo. De repente, me invadieron unas ganas enormes de abrazarlo, pero decidí contenerme.
Escuché el sonido de la pava eléctrica apagarse, así que comencé a preparar los tés.
—Emi —me llamó. Lo miré mientras le alcanzaba una taza.
—No tiene azúcar —le avisé.
Él dejó su taza y me quitó la mía de las manos. Me miró fijamente a los ojos y se acercó. Sentía cómo mi corazón latía más rápido con cada uno de sus movimientos.
—En serio, necesito saber qué sentís. Desde ese día que no puedo sacarte de mi cabeza —dijo. Probablemente habría dejado caer la taza si la hubiera tenido en las manos.
—Yo tampoco paro de pensar en vos... —confesé en un susurro. No tardó en sonreír, acercarme a él y unir nuestros labios en un apasionado beso. No me había dado cuenta de cuánto deseaba que esto volviera a suceder hasta que lo besé de nuevo.
Todas las dudas que había tenido hasta ese momento se habían disipado. Ahora me sentía tan segura de querer estar con él que me arrepentía tanto de haberlo estado evitando.
Me alzó, haciéndome subir a la mesada. Sus manos en mi cintura encajaban perfectamente. Lo rodeé con mis piernas, acercándolo más a mí. El deseo crecía rápidamente. Se quitó el buzo y lo dejó a un lado en la mesada. Sus besos húmedos en mi cuello solo aumentaban las ganas de sentirlo dentro de mí. Le quité la remera y la arrojé en algún lugar de la cocina. Sin pensarlo, él me levantó y, sin dejar de besarme, me llevó hasta su habitación. Suavemente, me dejó en la cama y se acostó encima de mí.
(***)
Desperté en el pecho desnudo de Joaquín, con su brazo rodeándome. Lo miré para comprobar que seguía durmiendo. Se veía tan plácido durmiendo que solo dejé un beso en su frente y me levanté sin hacer ruido.
Entré a la cocina al escuchar ruido. Tomi estaba desayunando.
—Hola —dije, feliz.
—Hola. Pasaste una linda noche, ¿no? —preguntó. Abrí los ojos sorprendida y sentí un pequeño calor en mis mejillas, lo que provocó su risa.
—Sí... —susurré.
—La próxima vez, traten de no dejar las cosas tiradas.
Asentí avergonzada.
¿La próxima vez? No había pensado en lo que pasaría a partir de este punto. Y con la misma rapidez con la que se me vino la imagen de Manu a la mente, me llené de culpa. No podía quedarme hasta que Joaquín se despertara; me tenía que ir.
—Me tengo que ir —dije rápidamente. No dejé que Tomi dijera nada y fui a su habitación a guardar mis cosas para marcharme. Ya no importaba el desayuno, solo quería salir de ahí.
—Esperá, Emi. ¿Pasó algo? —preguntó preocupado.
—Sí... O sea, no. Pero sí. Me tengo que ir. No puedo ver a Joaquín ahora.
—¿Entonces te vas a escapar? —inquirió. Esa pregunta hizo que me calmara. Lo miré de manera obvia.
—No me estoy escapando. Él sabe dónde vivo.
—¿Y? Después de pasar la noche con él, te vas antes de que se despierte. Eso es escaparse, yo también lo hice. Varias veces.
Se había parado bloqueando la puerta. Lo miré, pidiéndole permiso. Él se apartó sin decir nada.
—Vas a tener que tomar una decisión en algún momento. No podés escapar por siempre —dijo, siguiéndome.
—Ya te dije que no estoy escapando —aclaré. Aunque mentía. Era tan evidente que me estaba escapando. La verdad es que no sabía qué hacer cuando Joa despierte, cuando me sonría, cuando me mire con esos hermosos ojos verdes, o cuando me quiera volver a besar con esos labios que había anhelado estas últimas semanas. No podía (ni quería) alejarme si se me acercaba después de lo que hicimos la noche anterior. Además, no tenía intenciones de confundirlo y lastimarlo. Primero tenía que ordenar mi cabeza. Antes de salir, me volví hacia él y le sonreí—. Nos vemos, Tomi. Te quiero.
—Yo también. Cuídate y avísame cuando llegues.
Asentí y salí. Un viento frío golpeó mi cara y me maldije por no haber traído más abrigo que un simple buzo. Sin perder tiempo, empecé a caminar hacia la parada del micro.
Mientras esperaba, no podía dejar de recordar todo lo que había pasado ayer. Desde el principio hasta el final. Quería volver a sentir sus labios, sus caricias, todo... Pero la culpa me carcomía al pensar en Manu. Aunque no habíamos formalizado nuestra relación, sentía que le debía cierta fidelidad. Después de estos meses viéndonos y saliendo, no podía hacerme la desentendida. Además, él también me gustaba; solo que no lograba sacarme a Joaquín de la cabeza.
Tal vez, después de esa increíble noche que pasamos, podría dejar de pensar en él y hacer las cosas bien con Manu. Tal vez solo necesitaba saciar ese deseo y así poder olvidar todo lo que había sucedido.
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Entre besos y dudas (2024) (Terminada)
RomanceEmilia siempre ha contado con sus amigos para todo. Entre ellos está Manu, su leal compañero de años, que secretamente ha estado enamorado de ella. Aunque Emilia nunca lo vio de esa manera, un reencuentro despierta su curiosidad y la lleva a conside...