—Me tendrían que enseñar a manejar. Siempre les toca a alguno de ustedes ser el conductor designado cuando salimos y no pueden tomar nada —mencioné, mientras me abrochaba el cinturón.
—Pero podemos fumar —dijo Joa, refiriéndose a la marihuana. Yo me reí.
—Sí, pero igual podría aprender.
—Yo te puedo enseñar —dijo Manu. Lo miré y estaba sonriendo. Recordé las veces que él me había llevado y no manejaba mal, podría ser un buen profesor.
(***)
Comenzó a sonar una canción que me encantaba y no pude resistirme a bailar. Cerré los ojos para dejarme llevar por el ritmo. Al abrirlos, Manu estaba mirándome de arriba abajo, casi como si estuviera hipnotizado por mis movimientos. Cuando nuestras miradas se encontraron, no supe qué (tal vez el alcohol haciendo su efecto), pero hubo algo que hizo que me fuera acercando lentamente. Él no despegaba su vista de mis ojos, pero se notaba un poco confundido. Pasé mis manos por al rededor de su nuca para acercarlo un poco, él me agarró de la cintura para pegarme a su cuerpo. Aunque sentí algunas miradas en nosotros, yo seguí bailando junto a Manu. La distancia se fue acortando hasta que uno de los dos, no sé quién, la terminó de romper uniendo nuestros labios en un beso lleno de deseo.
—Me encantás —me susurró al oído cuando nos separamos. Una sonrisa se me dibujó.
Un sentimiento de culpa me recorrió el cuerpo al recordar las palabras de Tomi: "Vos sabías que le gustas, ¿no?". Uno de mis amigos me pasó un vaso con vodka y, cuando empecé a tomarlo, esa culpa que me había invadido se había ido.
El resto de la noche traté de evitar los roces con Manu, no quería empeorar las cosas, aunque con ese beso ya había agravado la situación.
—Joaco fue a buscar las cosas. Cuando vuelva nos vamos —me avisó Tomi. Yo asentí. Volvió Joa y después de pasarnos nuestros abrigos, salimos—. ¿Emi, te dejo en tu casa?
—Sí, por favor.
Tomi asintió.
Primero dejamos a Manu y luego a mi. Después de saludar a Joa y Tomi me bajé. Busqué mis llaves en mi cartera y mis bolsillos, pero no las encontraba.
—¿Pasó algo? —preguntó mi mejor amigo desde la ventana del auto.
—No encuentro mis llaves. ¿Están ahi? Capaz se me cayeron —respondí.
Vi como los dos prendían las linternas de sus celulares y buscaban en el piso del auto. Vi como negaba con la cabeza.
—¿No están? —pregunté. Me acerqué y busqué yo también.
—No.
—La puta madre —maldije. Empecé a pensar donde podrían estar, ¿se las habré dado a uno de mis amigos sin darme cuenta? Y lo más importante, ¿cómo iba a entrar a mi casa sin despertar a mi abuela?
—Vení a casa —dijo Tomi. Ya se había rendido con la búsqueda de mis llaves. Lo miré confundida—. Vení a dormir a mi casa y mañana te volves.
Dudé, pero al ver que no tenía otra opción acepté. Me volví a subir al auto con una sonrisa de agradecimiento.
—Qué boluda que sos —dijo Joa riendo.
—Shh —lo callé y su risa se escuchó más fuerte—. Las tenía en el bolsillo. No sé que pasó.
—¿No las habrás perdido?
—Espero que no. Mañana le voy a preguntar a Manu si, de casualidad, las vio.
Joa volvió a buscar en los asientos traseros, pero no hubo caso. No estaban. Lo único que deseaba era no haberlas perdido.
El cansancio combinado con la borrachera y el movimiento del auto hicieron que me durmiera sin darme cuenta. Al otro día, me desperté bastante confundida al verme con otra ropa y en la cama de Tomi; no recordaba como había llegado ni mucho menos haberme cambiado. Además tenía el celu cargando y mi ropa perfectamente doblada en los pies de la cama.
Tomi se asomó a la pieza y, al verme despierta, entró.
—Buen día, dormilona —dijo con una sonrisa.
—Hola —saludé. Se sentó en frente mío y aproveché para preguntarle—: ¿En qué momento me dormí? ¿Y cómo hice para cambiarme, acostarme y enchufar el celu? No me acuerdo de nada.
—Y no te vas a acordar tampoco porque estabas dormida. —Mi cara hizo que siguiera con la explicación—. Te dormiste en el auto y, cuando llegamos, no te despertabas, así que Joaco te cargó hasta acá. Yo te cambié, le avisé a tu abuela que estabas acá y puse a cargar tu celu.
—¿Tan dormida estaba? —pregunté sorprendida. Pocas veces me dormía tan profundamente.
—Sí, estabas cansada por lo visto y mezclado con el alcohol era poco probable que te despertaras. Además, no me costaba nada hacer esas cosas por vos.
Se me dibujó una sonrisa en la cara y me abalancé para abrazarlo. Todos esos gestos que tenía conmigo me hacían sentir muy querida. Sabía que había elegido bien a mi mejor amigo.
—Gracias. Te amo —dije un poco tímida. Él me abrazó.
—Yo también te amo. —Después dejó un beso en mi frente.
Mi confianza en él era plena; sabía que, por más dormida que estuviera y él tuviera que cambiarme, no haría nada conmigo.
Ahora tenía otro inconveniente: no tenía la SUBE ni plata para volver a mi casa.
—Ya sé en qué estás pensando —dijo Tomi al ver mi expresión pensativa. Cuando lo miré, continuó—: Joaco me dijo que después tenía que ir para allá, que te llevaba.
—Uy, pero últimamente me lleva siempre él. Ya me da vergüenza —dije apenada. Tomi se rió. Si bien había confianza con Joa, me daba bastante vergüenza que cada vez que visitaba su casa tuviera que llevarme de regreso.
—Le queda de pasada, no le cuesta nada. Pero podes compensárselo. Cocinando algo, tal vez —sugirió mi mejor amigo.
Lo pensé y no era mala idea cocinarle algo por todas las veces que me llevó. Podría ser un brownie, que sabía que le gustaban y me salían bien. Seguramente en estos días le haga uno.
Mi estómago hizo ruido reclamando comida. Miré a Tomi con una sonrisa y él se rió. Me hizo una seña y lo seguí hasta la cocina donde desayuné algo, a pesar de que ya eran más de las 12 del mediodía.
Más tarde, cuando mi abuela me avisó que ya estaba en casa, le pregunté a Joa si me podía llevar.
—Sí, dale. Me cambio y vamos —me respondió con una sonrisa.
Cuando vi que salió de la pieza más abrigado, me despedí de Tomi.
—Gracias por llevarme siempre —le dije tímida, cuando subimos al auto.
—No me agradezcas, Emi. A mí me queda de pasada.
—Sí, ya sé. Te lo tengo que compensar de alguna manera.
—No hace falta —dijo riendo.
—Sí hace falta —dije firme—. Te puedo cocinar algo.
Él pensó un poco y después habló.
—No, ya sé cómo podes compensármelo. —Lo miré intrigada y él siguió hablando—: Necesito a alguien para el video de una canción que voy a sacar y, capaz, grabar algunas frases. Cortitas. Obvio te voy a pagar.
—Pero si me pagás no cuenta como compensarte los viajes.
—Sí cuenta. Encajás perfecto con el tipo de modelo que busco y va a ser más divertido y fácil si lo hago con alguien de confianza —me explicó. A simple vista, no parecía una mala idea. Como vio que yo no decía nada, agregó—: Igual si querés, podés pensarlo tranquila y después me decís.
—Bueno, sí. Después te digo.
Algo me decía que aceptara; seguramente sería divertido y la plata no me venía mal. Sería una experiencia totalmente nueva. ¿Qué podría salir mal?
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Entre besos y dudas (2024) (Terminada)
RomanceEmilia siempre ha contado con sus amigos para todo. Entre ellos está Manu, su leal compañero de años, que secretamente ha estado enamorado de ella. Aunque Emilia nunca lo vio de esa manera, un reencuentro despierta su curiosidad y la lleva a conside...