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—Emi. Mirá esto —dijo mi abuela entrando a mi pieza de repente.

—Shh —la callé. Ella se acomodó los lentes y cuando vio a Joa durmiendo al lado mío, me dedicó una mirada de desaprobación. Sin decir nada se fue. Yo salí de la cama y me cambié para seguirla hasta el living—. ¿Qué me querías mostrar?

—Una receta que vi. —Dejó su celular y me miró—. ¿Pero qué hace Joa acá? No me molesta, pero no sabía que venía. Tengo que cambiar el menú de la cena.

—No creo que se quede a comer igual. Dijo que tenía cosas que hacer —mentí. Nunca dijo que tenía cosas que hacer, pero pensaba decirle que se vaya ni bien se despierte.

—¿En serio? —preguntó, en tono triste—. Pero podría quedarse a comer y después irse.

—Sí, me puedo quedar —dijo, apareciendo detrás mío, con una sonrisa. Todavía se le veía bastante adormilado.

—No —dije, rápido. Ambos me miraron confundidos—. ¿Te acordás que me dijiste que tenías cosas que hacer? En el estudio, o algo así...

—Eh... Sí... Es verdad, me tendría que ir mejor. Gracias por la invitación igual.

Mi abuela se despidió y lo arrastré hasta la puerta.

—Gracias —dije.

—Emi, afrontá lo que sentís y dejá de jugar con nosotros... —dijo. Sin darme oportunidad a decir algo, se fue. Y, con un remolino de emociones dentro del corazón, entré.

—Creo que me gusta Joaquín... —dije. Más para mí misma, que para mi abuela. Me senté al lado de mi abuela, mientras trataba de asimilar lo que sentía. Necesitaba, de una vez por todas, entender a mi corazón, y parecía que ese momento había llegado.

—Andá a buscarlo —me sugirió. Ella seguía concentrada en su celular, aunque escuchaba lo que yo decía.

—No puedo.

—¿Por qué? Los amores no siempre son correspondidos, pero ahora que lo es, ¿lo vas a dejar ir?

—¿Y Manu?

—A veces hay que ser un poco egoístas y perseguir aquello que nos hace bien. Con Manu hablarás otro día.

Tenía razón. Tenía que ir tras Joaquín y decirle la verdad.

Agarré mi celular, las llaves, y salí tal como estaba, aún con el pijama puesto. Sin dudarlo, empecé a llamarlo.

—¿Emi? ¿Pasó algo? —preguntó preocupado cuando atendió.

—¿A dónde estás yendo?

—A mi casa. ¿Por qué? ¿Pasó algo? ¿Querés que vaya para allá? Estoy cerca todavía.

—Sí. Por favor, vení —pedí casi en una súplica. 

Se escuchó cómo aceleraba y cortó. A los pocos minutos, ya tenía su auto estacionado en frente mío una vez más. Me subí.

—¿Pasó algo, Emi? —preguntó, asustado.

No respondí, solo lo besé. Igual de intensamente que hace unas horas.

—Ya no puedo ignorarlo más. Mi corazón te pertenece —solté sin pensar. Nos miramos a los ojos algunos segundos y él sonrió satisfactoriamente para volver a besarme. Puso su mano en mi nuca y me acarició.

Cuando nos separamos y recordé lo que dije, sentí un calor en las mejillas. Miré mis manos y empecé a jugar con mi colita de pelo.

—¿Querés quedarte a cenar? —pregunté, tímida.

—¿No me vas a volver a echar? —preguntó riendo. Le pegué despacio, lo que causó que se riera más fuerte.

Entramos y le avisamos a mi abuela que se quedaba a comer. Ella me miró de manera pícara y orgullosa, haciendo que yo me ponga nerviosa.

—¿Hay que comprar algo? —preguntó Joa.

—No, Joa. Quédense tranquilos. Miren una peli mientras yo cocino, ¿dale? —Ella se levantó para irse a la cocina sin dejarnos responderle.

Lo miré aún tímida y nos reímos. Nos sentamos en el sillón, él a mi izquierda.

—Entonces... —No sabía qué decir.

—¿Entonces...? —preguntó él. Lo miré y estaba con una sonrisa, que fácilmente me contagió. Se le notaba feliz, y yo también lo estaba. Se acercó y dejó un suave beso en mis labios.

(***)

—¿Querés que te diga algo? —me preguntó, casi en un susurro.

Estábamos acostados en mi cama, en penumbra.

—Sí...

Busqué su mano y la entrelacé con la mía. Con su pulgar acarició el dorso de mi mano. Esa suavidad me iba relajando cada vez más, al punto de estar entre dormida y despierta.

—Cuando te dije que encajabas con el modelo que estaba buscando para mi video, era porque te imaginaba a vos...

El sueño que estaba empezando a sentir, desapareció momentáneamente con su confesión. Una sonrisa se me dibujó y giré mi cabeza para mirarlo. La poca luz solo me dejaba ver el perfil de su rostro. No esperaba que dijera eso ni algo parecido.

—¿O sea que ya te gustaba desde antes de todo lo que pasó? —pregunté.

—No dije eso —respondió a la defensiva. Yo solo lo seguí mirando hasta que continuó hablando—: Aunque... Creo que sí. Solo que no lo aceptaba. Es más, cuando recién arrancabas con Manu que te vi entrar abrazada a él, sentí un poco de celos. Pero no entendía por qué y solo lo ignoré.

—¿Por qué nunca dijiste nada?

—¿Esto es un interrogatorio? —me miró, con una ceja levantada, que pude distinguir a pesar de la poca luz. Yo me empecé a reír y negué con la cabeza. Me acerqué y le di un beso rápido.

—Vos sacaste el tema —me defendí. Él suspiró y luego continuó.

—Creo que nunca dije nada porque no me di cuenta de todo esto que me generás hasta el día que grabamos el video. Fue cuando por fin lo acepté. Y creo que hasta Tomi se dio cuenta, aunque yo no dije nada.

—Lo sospechaba, pero no sé si se había dado cuenta.

—No sé. A mí me vivía preguntando si había pasado algo o si sabía por qué no querías ir para casa.

Un sentimiento de arrepentimiento me recorrió el cuerpo haciendo que me muerda el labio inferior, al recordar todas esas semanas que había pasado evitándolo. Todas esas semanas donde solo quería estar con él, pero hacía lo posible para mantenerlo alejado. Esas semanas donde quise convencerme de que Manu me gustaba. 

Manu... Pensar en la futura conversación que iba a tener con él me ponía nerviosa, aunque las caricias de Joa me relajaban y hacían que vuelva al presente.

—No te tendría que haber ignorado todo ese tiempo, perdón...

—Está bien, fue confuso para ambos. Yo también habría escapado en tu lugar. —Suavemente, se acostó encima mío y me corrió un mechón de pelo de la cara. Dejó algunos besos por toda mi cara y con una sonrisa, agregó—: Lo importante es que ahora estamos juntos.

Con una sonrisa, miré esos hermosos ojos verdes que tenía. Tan atrapantes e hipnóticos como el día que lo conocí, solo que ahora me miraban a mí. Después de un beso lleno de sentimiento por parte de ambos, él se acostó en mi pecho y cuando menos me di cuenta me dormí. La paz que me transmitía estar con él era impresionante, algo que solo él lograba.

Entre besos y dudas (2024) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora