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—¿Y, Joa? ¿Cómo te está yendo en la facu? —preguntó mi abuela. Ya estábamos almorzando los cuatro. 

—¿A mi? —Joa me miró. Cuando asentí para que siguiera hablando, continuó—: La dejé. Hace un tiempo.

—Ah, bueno. ¿Y de qué estás trabajando?

Mi abuela era de mente abierta, pero ni siquiera yo estaba segura de que iba a decir cuando se enteré que después de dejar la facultad no estaba en un trabajo "normal", como le diría ella. Fácilmente podría tacharlo de "vago" solo por no tener un trabajo estable, a pesar de ser uno de mis amigos más cercanos.

—Estoy trabajando en un proyecto musical.

—Ah, mirá vos. —El rostro de mi abuela no expresaba emoción alguna, pero quería creer que le se lo iba a tomar bien.

—Cada vez me va mejor. Ayer le mostré a Emi algunas de mis canciones y tienen bastantes reproducciones.

—Sí, sí, yo le veo buen futuro —agregué. Esperaba que mi comentario ayudara a una buena impresión sobre su trabajo. 

Tomás iba alternando su mirada entre los tres, observando a cada uno sucesivamente mientras seguía comiendo.

—Si a vos te gusta, me parece perfecto —dijo mi abuela después de algunos segundos—. Hoy en día es más fácil si querés sacar música; antes era muy difícil convertirse en cantante. Y si te está yendo bien, mejor. Me alegro por vos.

Con Joaquín nos miramos y sonreímos con complicidad.

Tomás, que no había pronunciado ni una palabra en todo este tiempo, por fin habló, aunque no tenía nada que ver con lo que habíamos charlado anteriormente.

—¿Quieren salir a la noche? —preguntó—. Un conocido presta su casa para que vayamos. Solo hay que llevar algo para tomar.

—Yo estoy —acepté sin dudar.

—Yo también.

Una vez que ya habíamos terminado de comer y de dejar todo limpio, tanto Tomás como Joaquín se fueron. Joaquín dijo que tenía que pasar por el estudio para ver unas cosas de una nueva canción, o algo así, y Tomás solo quería ir a su casa a dormir la siesta, así a la noche estaba "fresco como lechuga", según sus propias palabras.

—Podrías cantar una canción con Joaquín —mencionó mi abuela.

—Ay, no. Dejé las clases hace mucho, ni siquiera sé si puedo hacerlo tan bien como antes.

—Cuando vos te fuiste al baño, él me dijo que cantabas bien. ¿Por qué no intentás?

—No sé, abu. Lo pienso.

Sabía que con esa respuesta se iba a quedar contenta, pero realmente no iba a intentar nada. No me creía capaz de poder dedicarme a la música como él lo estaba haciendo y mucho menos tenía tiempo para poder hacerlo como un simple hobbie.

Por otro lado, no íbamos a ser muchos en la casa del conocido de Tomás, así que solo me preparé un poco más casual, pero sin dejar de verme arreglada. Una colita de pelo alta, un vestido negro y unas botas largas con pocos centímetros de taco. Agregué una campera y una pequeña cartera para llevar lo esencial: celular, cargador y alguna cosita más.

Cuando escuché el timbre, saludé a mi abuela, que ya estaba por dormir, y salí. El viento frío impactó contra mi cara haciendo que se me erizara la piel. Sin perder mucho tiempo subí rápidamente al auto.

Cuando llegamos a la casa del conocido de Tomás, vi que estaba Alejo, Sebas y Mauro. Estos últimos dos con sus novias, Josefina y Iara. Saludé a todos y pregunté por Manu, tenía ganas de verlo, aunque no sabía porque. 

Entre besos y dudas (2024) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora