Carne y Hierro

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Para el imperio, un Hereje y los Traidores eran de la peor calaña que existía en el imperio, humanos que solamente merecían morir y sufrir en agonía por alejarse de la luz del emperador y seguir a los poderes Ruinosos por beneficios propios.

Ante una situación como esa era normal la masacre unilateral que estaba combinando los bandos en guerra de aquel planeta, se trataba debuna situación dónde la Guerra estaba acabando con todo lo que estaba sobre la superficie del planeta.

Toda la oscuridad a veces se dirige a las personas equivocadas, en las profundidades de una ciudad colmena controlada por los rebeldes había un foso, dónde lo peor de la galaxia fue lanzado en un intento por matar a quien estaba en el fondo de todo.

Lo peor de la ciudad colmena trato de matarlo, cada tormento imaginable para la mente humana fue hecho sobre el cuerpo de aquella persona, había mucha sangre, ceniza, grasa y artefactos de tortura en aquel sitio, pero al ver que todo era inútil escogieron dejarlo atrapado allí para tratar de ignorar esa horrible presencia que generaba y que se podía percibir a decenas de metros de distancia.

En el fondo del fondo se veía una figura delgada y demacrada, había perdido la voluntad de vivir hace ya mucho tiempo, solamente quedaba un caparazón dónde un alma atormentada se retorcía tratando de encontrar la liberación de la muerte.

Solame de conocía el dolor, sin que el mismo lo supiera, poseía una extraña mutación doble, una maldición que lo condenó al sufrimiento desde la más tierna edad, habia nacido como un Perpetuo, un ser humano que nunca probaría la muerte por causas naturales y capas de recuperarse de cualquier herida convencional que pudieran inflingir en su cuerpo, pero el mundo entero lo quería muerto por tener algo conocido como Gen Paria.

Su cuerpo emitía un Aura extraña, insoportable para cualquier ser humano o psíquico, no siqueira los demonios de la Disformidad se acercarían a el, cuando estaba siendo gestado su madre sufrió tal tormento por la presencia de ese bebé que decidió terminar con todo.

Solamente nació porque algún carroñero encontró el cuerpo y vio como el bebé salía del vientre, habiendo crecido dentro de un cuerpo putrefacto, todos los que le veían querían hacerle daño y quitarle la vida, pero nunca pudieron, siempre regresaba y terminaba por alejar a cualquiera.

Así hasta que ahora a sus 20 años estaba encerrado en un profundo pozo en las profundidades de una Ciudad Colmena, algunas pandillas ofrecían dinero a quien pudiera matar al monstruo, el desafío no era tortutarlo o hacerle daño, era soportar estar cerca de él, ya que muchos terminaban quitándose la vida y el lo devoraba por el interminable hambre que lo atormentaba al no tener comida.

Esa era su agonia a la que estaba destinado a vivir eternamente, ya no sentía nada, solamente quería cerrar los ojos para dormir para siempre, no tenía nombre, lo solian llamar Nader, que significa Extraño, un insulto menor para quienes lo veían como un fenómeno, incluso menos que los animales a los que les permitan morir.

Aquél momento cerro los ojos, pero apenas lo noto en la oscuridad de su morada, estaba tan cansado que se sumergió en un sueño del que parecía nunca despertaría, era como surcar las profundidades de las tinieblas interminables del su subconciente humano, llegando más alla de su conciencia hasta un mundo onírico, alejado de la vigilia donde su conciencia decía habitar.

Su conciencia entonces llegó a un lugar que nunca había visto, lo único que conocía eran paredes de metal, tuberías con líquidos desconocido y las tinieblas, la única sensación que conocía era dolor, pero este sitio era diferente.

Estaba sobre un suelo repleto de cenizas que servían como colchón, era tan real, miro sus manos y estar lentamente comenzaron a perder la piel, después la carne, hasta que finalmente solame de quedaban sus huesos, lisos y blancos como nieve.

Warhammer 40K: Era CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora