CAPÍTULO 25

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[...]

Las manos me sudan como si en ellas hubiera un nacimiento de agua.

Siento mi corazón latir con violencia, como si quisiera salir disparado de mi pecho a través de la garganta.

Me aferro a la mano de Lucas como si de ello dependiera seguir con vida o no, y él sostiene mi mano con firmeza y seguridad, como un «estoy aquí para ti, no me iré» silencioso.

El ruido del lugar me parece lejano, porque es más fuerte el sonido de mis pensamientos, todas las emociones están entremezcladas, como una enredadera espesa.

¿Cuánto ha pasado desde la última vez que la ví?

¿La podría reconocer entre la multitud de personas que caminan a nuestro alrededor? ¿Ella me reconocerá? 

Aunque nos unen los lazos sanguíneos, la relación no ha sido cultivada como el retoño de una planta, la hemos dejado secar y morir. Ella cegada por su amor, y egoísmo, pensando sólo en ella y en lo que le convenía.

Yo una chiquilla que no sabía nada acerca de la vida, aprendí a base de las caídas, y lo irónico fue que seguí el mismo patrón, me enamoré de un hombre violento y enfermo, como mi padrastro, ese ser que odié con toda mi vida, y que aún sigo haciéndolo.

La diferencia en mí, es que me alejé de él para siempre.

Inconscientemente llevo mi mano a mi vientre.

Pero ahora soy una mujer, que tiene todo lo que alguna vez soñó de pequeña, una familia, un hombre que me adora en cuerpo y alma, que daría la vida por mí, que me ha amado de todas las formas posibles; y ahora un pequeño en camino, que aunque no fue planeado, fue fruto del amor entre nosotros, y no crecerá en una familia disfuncional, sino en una familia que lo o la amará, lo protegerá y defenderá de todo.

Porque eso es lo más importante de todo, romper esas cadenas, con los patrones, trabajar en los traumas que de alguna u otra forma nos atan, como estar encadenado a una bola de hierro que te  hunde en el fondo del mar y no te deja ser libre, ni ser feliz, que te asfixia, que te estanca y no te deja avanzar.

Trato de controlar mi agitada respiración.

Miro el reloj de mi muñeca, no deben de tardar en llegar.

Luc intenta zafarse del agarre de mi mano pero yo se lo impido, él me mira a los ojos, uno ojos cargados de amor, con su mano contraria me toma por el mentón, y me da un suave y casto beso.

—Tranquila preciosa, todo va a salir bien y si no, yo estoy aquí contigo.

Yo asiento sin poder apartar la mirada de sus preciosos y profundos ojos cafés que me confortan. 

—Están a punto de aterrizar.

Una voz masculina corta con la conexión de nuestras miradas, ambos lo miramos y asentimos.

—Gracias señor Lester.

—Gracias—apenas puedo articular, mi voz sale como un chillido.

—Por nada, señor Craft y futura señora Craft. Si me hacen el favor de seguirme—sin dudarlo seguimos al señor Lester, el cual nos guía hasta el exterior, la pista de aterrizaje.

Y en efecto el jet privado de industrias Craft ya se encuentra ahí. Quieto, estático, esperando a que abran sus puertas.

Comienzo a hiperventilar.

Cuando la escalera comienza a descender un apretado nudo se me forma en la garganta. Cuando pasan algunos minutos que yo siento como horas, veo dos siluetas asomarse, digo siluetas, porque mi vista se ha empañado de repente distorsionando mi vista.

EL RESPLANDOR EN TU MIRADA © (Nuestras Miradas  #3) [COMPLETA✔️].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora