CAPÍTULO 5

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[...]

—Un whisky—le pido al bar tender.

Este asiente y busca una botella entre los estantes.

Cuando tengo la bebida entre mis manos la bebo de a sorbos. Despacio. Sintiendo como escuece mi garganta. Como el calor inunda toda mi boca y esófago.

Y esto me lastima, porque su boca siempre sabía así... a whisky, cuando sus labios tocaban mi boca, su bebida favorita.

Me quedo fijamente mirando la copa.

Tengo que conseguir un trabajo. El dinero que tengo ahorrado no va a ser infinito. La música del lugar, aunque es fuerte, me resulta lejana.

Este duelo me va a ser muy doloroso porque Lucas había atravesado todas las capas que tenía mi corazón. Por eso es que estoy tan furiosa con él y conmigo.

¿Él cree que yo voy a creer que no fue verdad, que no pasó, que lo que yo vi fue casi como un espejismo, una alucinación, un producto de mi mente creativa?

No.

Voy por mi segunda copa cuando escucho una voz masculina detrás de mí.

—Hola—me saluda con una voz grave rasposa.

—Hola—respondo descansada y luego vuelvo mi vista hacia el hombre.

—Te he estado observando desde que llegaste, por lo visto estás sola. ¿Puedo acompañarte?

El tipo en cuestión tiene el cabello castaño claro, la piel bronceada, ojos marrones, cabello corto, es alto y probablemente me sea de buena compañía.

—Claro—se sienta a un lado de mí, en un banquito como en el que yo estoy sentada.

—¿Cómo te llamas linda?

Yo casi pongo los ojos en blanco. ¿Acaso los hombres no se saben otro apodo?

No le digo mi nombre real. Si existe la posibilidad de que haya leído el artículo de mi compromiso, no quiero que sepa que soy yo en verdad. Aunque me parezca, con otro nombre no creerá que soy la misma persona.

—Jessica ¿y tú?

—Robert. ¿Qué es lo que bebes?—se acerca más a mi.

—Whisky—respondo alzando mi vaso y no me alejo.

—Pediré uno igual—mientras lo hace yo bajo mi mirada y observo que tiene varios tatuajes en sus brazos.

—Qué bonitos—pienso en voz alta.

Robert ríe.

—Muchos me han dicho que son increíbles, pero nadie me había dicho jamás que son... bonitos.

Mierda.

—¿No?—él niega con la cabeza, sin quitar la mirada de mis labios—Pues lo son—respondo honestamente.

—Concuerdo. ¿Te gustaría ver todos los que tengo en un lugar más privado?—sugiere y yo me tenso.

¿Quiero?

Mi cerebro dice que no, que necesitamos más tiempo para sanar, pero mi corazón despedazado, que quiere venganza dice que sí, que lo olvidemos, un clavo que saca otro clavo.

—Quizá después.

—Bien.

Comenzamos a platicar.

Me entero de que en realidad es un tatuador profesional, que incluso se ofrece hacerme uno cuando yo quiera, incluso al salir del bar. Yo le confieso que no soy fan de las agujas, que me dan pavor. Aunque en realidad es más porque justo ahora podría tatuarme cualquier estupidez de la que después podría arrepentirme.

EL RESPLANDOR EN TU MIRADA © (Nuestras Miradas  #3) [COMPLETA✔️].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora