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El amor de mi vida descansa plácidamente con las blancas sábanas de algodón que apenas cubren sus curvas, el cabello pegado a sus sienes por el sudor y sus mejillas levemente sonrosadas. El cabello que ya ha crecido y que afortunadamente volvió a su tono natural revuelto reposa sobre la almohada.
Su respiración acompasada me hace saber que se ha sumido en un profundo sueño.
No me canso de admirarla y de repasar cada rincón de su cuerpo, sobre todo su vientre que ligeramente empieza a abultarse.
Llevamos ya un mes en Grecia, y no me arrepiento en absoluto del destino escogido. Nuestras pieles han adquirido un bronceado natural perfecto. Y mi amor, mi dulce amor, nada se compara con mirar su rostro al contemplar las espectaculares vistas de los amaneceres, atardeceres con el mar frente a nosotros, de los impresionantes tonos de azul de las aguas cristalinas los cuales se reflejan en los ojos de mi amada.
Una sensación en el pecho me inunda, una ternura profunda, mezclada con devoción y lo más importante el amor. Hemos hecho el amor tiernamente y a lo salvaje.
Aunque este último no me gusta demasiado no porque no lo disfrute sino porque ella está embarazada y tengo mis dudas y precauciones, pero es inevitable el libido de ambos es imposible de ignorar.
Justo ahora hemos terminado, ella más agotada que yo.
El sol empieza a asomarse y su resplandor se refleja en el gran ventanal que tenemos a los pies de la cama.
Pero no me importa observar a mi Meli dormir lo vale.
Dese que supe que estaba embarazada me paso casi todas las noches o cada que puedo acariciando su vientre, quiero que ese bebé se sienta deseado, que sienta que su padre y su madre lo aman aún siendo algo así como una galletita.
Así es como Meli lo ha llamado.
Porque dice que cuando lo tenga en su brazos va a comérselo o comérsela a besos y yo haré exactamente lo mismo.
Nunca había creído en eso que escuchaba a muchos decir, que la paternidad te cambiaba de algún modo y es cierto, ahora lo sé, el amor puede ablandar hasta la piedra más dura y ese bebé es resultado del amor entre su madre y yo.
Cada que digo padre o madre en el estómago se me forma algo así como un nudo, una rara combinación de nervios, emoción, y felicidad.
Aún recuerdo la boda como si fuera ayer.
Recuerdo a Melissa entrando a la iglesia con su hermoso vestido blanco con piedras preciosas incrustadas en la parte superior los cuales no opacaban ni un poquito el brillo de su enorme sonrisa.
Rachel la acompañó hasta el altar como una madre que quiere enmendar sus errores. Lo que el sacerdote dijo la verdad no lo recuerdo con exactitud, porque mis ojos estaban clavados en el amor de mi vida.
Al pronunciar los votos supe que después de muchos obstáculos al fin ella iba a ser mía y yo suyo por el resto de nuestras existencias, que no estaba soñando que era en serio.
Cuando de su boca salió el sí, acepto, por poco me echo a llorar.
Al colocarnos los anillos en nuestros dedos para mí fue un suceso tan sagrado y supe que ese anillo jamás me lo quitaría, que incluso al morir aquel anillo dorado se iría conmigo a la tumba.
Aunque el sacerdote no hubiera pronunciado el puede besar a la novia, no me hubiera percatado, porque lo único que quería hacer era besarla, y cuando pude hacerlo fue como una liberación aún más profunda para mi alma.
La celebración fue perfecta, sin ningún contratiempo.
Y ahora nos encontramos aquí en Grecia, sin móviles, ni ningún tipo de contacto con nadie, dedicándonos solo a nosotros y a disfrutar de nuestra luna de miel.
Soy feliz, sin ningún tipo de preocupación ni por el pasado ni por el futuro, sólo viviendo el presente, amando, y siendo amado.
Sé que no todo será perfecto pero cualquier dificultad que tenga no la afrontaré solo, y sin importar lo que se venga ambos podremos resolverlo.
Melissa se da vuelta en la cama apoya su cabeza en mis hombros, rodea mi cadera con su brazo, y su pierna la enlaza con la mía, levanta un poco su cabeza y somnolienta me da un beso en el borde de mi mandíbula.
—Te amo Luc. Duerme un poco—balbucea tiernamente, yo beso su coronilla y la rodeo con mis brazos.
—Yo también te amo preciosa—cierro mis ojos y dejo que el ritmo de sus latidos me arrullen.
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EL RESPLANDOR EN TU MIRADA © (Nuestras Miradas #3) [COMPLETA✔️].
Romantizm«Para apreciar la luz hay que conocer la oscuridad» -ANÓNIMO Primera publicación: 22/04/22 Ultima publicación: 26/12/22