Nunca había odiado tanto a alguien como odio a Rebecca en estos momentos y al mismo tiempo me sorprende la cantidad de fuerza que tiene en sus brazos. Podía sentir su mirada expectante intentando visualizar el porqué de nuestra llegada repentina al igual que su acompañante.
-Buenas tardes Srta. Márquez, Lamentamos ser inoportunas.- Rebecca me dio un codazo disimulado al hablar para que mirara a la profesora ya que desde que llegué a la mesa hace unos segundos me dispuse a apreciar las paredes, el piso e incluso a sonreír a una que otra persona que pasaba a mi lado, todo para no mirarla a ella.
No se preocupen señoritas, igual ya me disponía a ir a clase en unos minutos.- Ella me miró nuevamente así como lo hizo cuando nos cruzamos en la puerta, sentí que la presión se me bajó y mis mejillas ruborizadas eran imposibles de esconder. Rebecca al percatarse de mi incomodidad y un poco de nerviosismo trato de agilizar la conversación de la que ya era difícil escapar.
- Srta. Márquez, Isabel quería saber si hoy tenían tutoría.- Mintió.- Si, Por supuesto a la misma hora de la anterior vez. - Asintió mientras se levantaba y recogía su bolso para luego despedirse de la mano de aquella mujer. Un hecho que me llamo profundamente mi atención haciendo que mis cejas se fruncieran de nuevo. ¿Quién era ella?.
Luego de querer asesinar a Rebecca y regañarla un par de veces, recibió una llamada de su casa y tuvo que irse del instituto. Afortunadamente sólo tenia una clase más y luego mi tutoría con la Srta. Lucia.
En la siguiente clase, no paraba de pensar en quien era la mujer que sostenía la mano de la Srta. Lucia, mi mente planteó la posibilidad de que fuera su amiga, pero fue algo que rechacé al instante. - Yo no me voy agarrada de la mano con mis amigas.- Pensé. - Tiene que ser su novia.- Sentí una punzada amarga en mi estomago. El resto de la clase divague en opciones de la identidad de aquella mujer pero no conseguí nada solo torturarme por dentro llegando a la misma conclusión.
Casualmente cuando se acabo la clase e iba rumbo a la oficina de la Srta. Márquez, llegó un correo a mi celular donde ella cancelaba nuestra tutoría por diligencias personales pidiendo excusas.
No puedo mentir, mi mente maquinaba a mil por hora de que la tan llamativa excusa "diligencias personales" se debía a aquella mujer de la cual todavía no conozco su identidad. -Seguramente van a cenar o beberán una copa de vino mientras se declaran su amor.- Mi mente creaba un millón de escenarios. Respondí el correo con un simple "ok". Fui a la entrada del instituto en busca del chofer que siempre llegaba media hora antes pero hoy no era así, espere unos minutos así que decidí llamarlo pero al parecer el Universo había decidido que hoy no era mi día, el carro tuvo una fuga o algo así le escuche al chofer y todavía se demoraba media hora mientras lo arreglaba. Suspire profundamente tratando de llenarme de paciencia y me dispuse a ver si podía agarrar algún taxi o pedir un Uber. Nuevamente las señales eran claras, hoy no era mi día, mi celular se quedó sin batería y ni Rebecca, ni taxi, ni Uber, no había nada. Así que decidí caminar. Pasados 5 minutos caminando la bocina de una camioneta que no paraba de sonar me obligo a voltear. -La hija del futuro presidente caminando, quien lo diría.- Esa voz la reconocía perfectamente, una sonrisa se dibujó en mi rostro pero inmediatamente el rostro de aquella mujer vino a mi mente, dicha sonrisa se borró. - No estoy para bromas- Dije y seguí caminando como si no hubiera pasado nada. - Sube, yo te llevo- Insistió llevando el carro al mismo ritmo de mi caminata. -Estoy bien, gracias.- El vehículo se detuvo. La puerta del conductor se abrió y una Lucia apresurada obstaculizó mi paso. - Súbete o te califico con cero por no cumplir con la lectura de hoy- Su amenaza infantil me obligó a subir al puesto de copiloto.
No me deja tomar aire natural.- protesté en voz baja mirando la ventana a lo que obtuve un susto por sentir su torso encima de mis piernas tratando de colocar mi cinturón. -La seguridad es primero.- Respondió incorporándose en su puesto ante mis ojos interrogantes. Su olor estaba impregnado en el carro, era increíble. En el ambiente reinaba el silencio. Ninguna de las dos decía nada, yo me dedicaba a observar las calles y a veces la miraba de reojo. Me sentía como una niña pequeña que dudaba si hablar o no. -¿Srta. Márquez, no se suponía que debía hacer diligencias personales..?. - Rompí el silencio.- Tu lo dijiste, se suponía.- Asentí con la cabeza quedándome con la duda.- ¿Por qué no leíste en clase?- Preguntó siendo muy directa y sentí mis manos sudar. - No me sentía bien, es todo. -Ella no estaba convencida con la respuesta se notaba en su largo suspiro y sus manos que apretaban el timón.- ¿Quién era la chica con la estaba?- La pregunta rompió el esquema del interrogatorio que llevábamos y no es para menos, no tengo ni la menor idea de donde saqué la valentía para preguntarle algo que puede pertenecer a su intimidad.- Colega y amiga. Seguro más adelante darás alguna clase con ella. - La respuesta la dio con pausas tratando de asimilar el porqué de mi pregunta. Nos miramos a los ojos por fin, fueron segundos eternos que me permitieron apreciar de cerca lo bellos que son y sin querer también apreciar sus labios rosados, la bocina del carro de atrás nos devolvió a la realidad. Esta vez fueron sus mejillas las ruborizadas.
Ella sabia el camino a mi casa de memoria. -Llegamos.- Detuvo el carro en la entrada y me observó- Gracias, Srta. Márquez- Le di una pequeña sonrisa de agradecimiento mientras mantenía mis ojos firmes en ella, tal vez deba despedirme mejor.. pensé. En ese preciso momento su celular cayó en el piso del vehículo y al tratar de depositar un beso en su mejilla, no calculé bien y di un beso en la comisura de sus labios, podía jurar que un tomate le quedaba pequeño al color de mi cara justo ahora, lo único que alcance a decir fue un "perdón" y abrir la puerta para desaparecer lo mas rápido posible de ahí.
- ¿Cómo te fue Isabel?- Preguntó Amelia desde el comedor apenas escuchó el sonido de la puerta principal cerrarse. No le respondí, estaba demasiado ocupada subiendo lo mas rápido que podía las escaleras para proceder a encerrarme en mi habitación mientras mi corazón latía como un demente y el aire le faltaba a mis pulmones. Me tiré en la cama como un costal de papas y coloqué una almohada en mi cara para poder dar un grito ahogado. Mis orejas ardían y decidí darme un baño rápido. Me deshice de mis prendas y entré en la ducha para callar mis pensamientos sobre lo que acababa de pasar. Al salir el baño cumplió su función, me encontraba más relajada pero no pude evitar querer mirar por la ventana para recordar los últimos minutos en su coche, cuando mis labios tocaron la comisura de los suyos y sentí pánico como cuando un niño cree tener un monstruo debajo de su cama. Huí sin ni siquiera mirar su rostro, quizá no quería enfrentar su mirada o peor aún esto que estoy sintiendo.
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El beso que me debes.
RomantikA decir verdad, la mayoría de personas sueñan con la fantasía de poner algún día tener el amor de algún profesor o en este caso profesora. No obstante, ese deseo que permanece en muchos, es cumplido en pocos.