Capitulo 20

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 ¡Escríbele! ¡escríbele! ¡escríbele! ¡escríbele! -La insistencia de Rebecca era tanta que la tumbé de la cama sin querer, juro que fue sin querer. -¡¿Me estás declarando la guerra Isabel de Castilla?!. - El falso tono de indignación y su dedo índice apuntando hacia mi en forma de indignación me confirmó que Rebecca es una niña de 3 años encerrada en el cuerpo de una adulta o bueno.. una casi adulta. 

- Querida compatriota no se trata de eso, se trata de que son las 8 am y no me dejas dormir - Seguí con su juego de formalidades y diplomacia. - Así que de eso se trata su magnificencia, déjeme recordarle que usted madame el día de ayer me lanzó una bomba atómica que todavía no logro procesar - Su fracasado intento del acento de la realeza no me dejaron continuar con nuestra dinámica por la risa que me provocó, realmente amaba a mi amiga pero a veces quería matarla.

- Rebecca, entiende que han pasado tres días desde lo de...bueno ya sabes, eso que pasó.. yo no puedo simplemente aparecer de la nada y decirle "Profesora Lucia resulta que me di cuenta que me gusta porque me besó" - una "O" se formaba en su boca en forma de sorpresa.  - interesante, ayer sentías "algo" por la Srta. Márquez y ahora me acabas de decir que te gusta. - 

- No no no no no, yo no dije eso... - 

- No te escucho, Isabel- Y se fue, se fue dejándome sola en la habitación con un nudo en la cabeza y en el corazón que yo trataba de desenredar pero no podía. Interrumpiendo mis pensamientos, mi celular sonó y vi en la pantalla el nombre de Guillermo. No quería contestar, ni mucho menos hablar con él pero sabia que si no lo hacia, el niñito de papi y mami llamaría a mis hermanas para que me pasaran al teléfono. 

-Dime- Lo siguiente que escuche fue un "gracias por contestarme" sarcástico y una invitación a pasear por la bahía en barco y como si supiera que me iba a negar, me recordó nuestro compromiso. Así que, no tuve más remedio que aceptar. Dijo que era algo casual elegante y que me recogería a eso de las 7 pm.

- ¿Quién era amiga mía? Que acaso mi nueva cuñada se te adelantó- Cuestionó alzando su ceja pícaramente y obtuvo un No cortante de mi parte, le conté lo de Guillermo y tuvo mi misma reacción. - Es un patán. Oye, entonces mi cuñada sabe que no lo amas. ¿Por qué le dijiste la verdad, que no se supone nadie debe saber lo que pasa detrás de su relación?- 

- Primero, deja de decirle cuñada, es nuestra profesora. Y segundo, no lo sé, creo que ella me genera confianza mas allá de lo que sea que esté sintiendo  y creo que a juzgar por la cantidad de veces que preguntó por mi relación, le interesaba mucho saber la verdad. 

- ¿Qué crees que piense ella de todo esto?- No iba a mentir, yo también me preguntaba lo mismo. - No lo sé Rebecca, he tenido tiempo para pensar las cosas, quizá ese beso no significó nada importante para ella o solo quiso ilusionarme, tal vez estoy pensando demasiado pero y si ni siquiera soy la primera alumna con la que lo ha hecho... No quiero crearme un cuento de hadas ni mucho menos falsas esperanzas.

- Puedes tener razón o puede que no. Sin embargo, no me gustaría que te negaras a sentir por el solo hecho de que ella sea mujer, porque aunque no lo digas sé que eso también es un factor que estás considerando y es cierto de que el hecho que su relación sea profesora- alumna dificulta todo pero déjate llevar amiga, abre tu corazón y háblale con la verdad, deja de huir porque lo único que haces es alejarla y confundirla. 

Las palabras de Rebecca quedaron grabadas en mi mente aunque preferí no decir nada. A las pocas horas sus padres vinieron a buscarla dejándome a mi con mis hermanas y padres en un comedor gigante. El ambiente fue en silencio, sin duda algo ocurría me limite a comer y no decir palabra alguna. Según Rebecca debía decirle a mi hermana lo que pasaba con Martin pero su amor cegado podría invalidar lo que le dijera, al fin y al cabo no tenia pruebas así que decidí posponer el asunto mientras seguía pensando en que hacer. 

El día trajo consigo la noche y así como lo prometió, Guillermo vino por mi. En el evento estaban unas cuantas caras conocidas otras no tanto y por supuesto un ambiente digno de semejantes invitados, rechacé la invitación de Guillermo de subir al barco con la falsa excusa de que estaba mareada y en mi transcurso de dejar pasar las horas, perdí la cuenta de cuantas copas bebi tratando de pasar el aburrimiento y en un intento de ir al baño a humedecer mi rostro empecé a ver todo borroso, en el lugar de la playa donde me encontraba no había nadie así que todo se movía dentro de mi y perdí el equilibrio cayendo al suelo, mis manos y pies tocando la arena para que mi cuerpo entero a la final lo hiciera. Por un momento pensé que nada de lo que veía era verdad y mi cuerpo se embriagó tanto que hasta alucinaciones tenia porque una Lucia vestida de blanco me cargó y me sostuvo entre sus brazos, sus ojos avellana que en mis sueños permanecía me miraban con amor y no pude evitar querer acercar mis labios hasta juntarlos con los de ella, sosteniendo un beso que deseaba desde que ella me robó uno dentro de su auto y yo salí como estúpida corriendo, nuestros cuerpos unidos uno encima del otro por fin llenaron el vacío que tenia y la falta que me hacia desde hace 3 días. Aunque la decisión de tomarme esos tres días supuestamente había sido por todo lo que pasaba con papá, en realidad el motivo principal era que no quería mirarla a los ojos y enfrentar todo lo que había pasado. Ni mucho menos que me pidiera disculpa y se arrepintiera de aquel beso que yo anhelé desde que la empecé a mirar con otros ojos. No quería que cambiara su trato conmigo o peor aún de que me volviese invisible para ella. Ni mucho menos quería presenciar la incomodidad de las tutorías tratando de no tocar el tema y sintiéndome totalmente lejana a ella. Realmente no lo quería. Quería que esta Lucia que ha desnudado todo mi cuerpo y toca mis pechos sin pudor alguno esperando para poder succionarlos, no fuese alguien producto del exceso de alcohol que corre por mis venas. Su mano bajaba por las telas que aun permanecían estancadas en mis caderas, acariciando mis muslos lentamente uno por uno mientras besaba mi cuello dominada por el deseo. 

Las firmes manos de un hombre me despertaron de lo que podía ser la mejor alucinación de mi vida pero a la vez me deprimió saber el hecho de que la realidad era totalmente lejana a mis más oscuros deseos. Quien parecía ser Guillermo me cargó hasta el coche y me dejó en casa tratando de ayudarme a que no pisara en falso. En definitiva me gusta más la realidad que crea mi mente a la que estoy por reanudar  mañana. 

El beso que me debes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora