Capitulo 17

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La rueda de prensa estaba a punto de comenzar. 

Aún cuando Papá aparentaba no estar nervioso y ser políticamente "correcto" como su familia sabíamos que no se sentía a gusto por dentro. Un solo error y su candidatura podría estar en cuerda floja. Las cámaras y los diversos hombres y mujeres que esperaban ansiosos a que los micrófonos fuesen encendidos mientras varios nos miraban de reojo tanto a sus hijas como a su esposa me dejaban claro que no solo era la candidatura de Antonio de Castilla sino la de toda la familia, era nuestro apellido el que estaba en juego.

 Luego de dar las respectivas declaraciones negando todo lo afirmado instando a las instituciones que se diera una profunda investigación donde se declarara su inocencia. El primer periodista en preguntar, leyó la nota del periódico, aquella que estaba en boca de todos. El día de ayer a las 19:00 habían encontrado muertos a dos políticos importantes que pertenecían al mismo partido de mi padre. Sin embargo así como yo, muchos personas no lograban entender porque mi padre estaría involucrado en un momento tan triste como este, a final de cuentas pertenecían al mismo partido. Pero ese mismo periodista se encargó de resolver las dudas, la muerte de dos políticos de su mismo partido cuya enemistad con mi padre había sido en su momento muy obvia, tanto así que los medios los calificaban como los únicos capaces de dañar su candidatura era algo muy oportuno en este momento de campaña para mi padre, muchos lo tildarían como lo más conveniente para él. Así que este hombre que había tenido las agallas de señalar a mi padre en una columna del periódico como asesino, ahora lo acorrala en público. 

Aunque nunca he sido fan de Antonio de Castilla, tenia que reconocer que su capacidad para manipular todo a su entorno era digna de admirar, que su oratoria era totalmente opuesta a como él se podía sentir; Segura. En 20 minutos hizo que todos aquellos que lo querían mandar a la horca, ahora quisieran estrechar su mano con la de el, en símbolo de paz, y contrario a lo que muchas personas creían, "la falta de profesionalismo" con la que señaló al periodista que escribió la columna fue vital para que surgiera una nueva campaña dentro de su gobierno "No al amarillismo". El mayor error de aquel hombre fue no haber publicado pruebas de sus argumentos. Lo más grave había pasado, mi padre se encontraba en una sala de reunión con todo su equipo incluyendo a Martin, obvio. Fui al baño un segundo para colocarme un poco de labial y arreglar mis pestañas. Al ver mi reflejo, inconscientemente la vi a ella. Imaginé lo que podría estar haciendo en ese momento, tal vez dando alguna clase o revisando exámenes, no lo pude evitar toqué un poco mis labios con la yema de los dedos recordando aquel beso y sonreí sin darme cuenta.

-Esa sonrisa...¿En quién estás pensando hermanita?- Amelia llegó de sorpresa bajándome de la nube en la que estaba. 

-¿Que te hace pensar que es un "Quién"?- Alcé mis cejas en señal de desafío. - Finjamos que no es un "Quién" entonces "Qué" te hace sonreír?- Enfatizó sus ultimas palabras. -Nada fuera de lo normal, es solo que me alegra saber que el apellido "De Castilla" ya no está manchado con sangre-  Con eso ultimo dicho, salí del baño en busca de Martin, necesitaba que me recetara algo para mi insomnio, desde todo lo que ocurrió con Lucia, no había podido dormir nada, mi mente no dejaba de maquinar a mil por hora. 

Luego de infinitos minutos buscando parece que nadie sabia donde estaba Martin, ni siquiera Amelia que ya había salido del baño quejándose porque la dejé sola, lo busqué dentro del lugar y la última vez que alguien lo vio fue por los lados de la cancha de Futbol. Si, en definitiva el lugar era enorme algo que mis pies no agradecían. Claramente Martin no estaba ahí, camine otro rato mas y me acerque a la puerta del baño de los hombres para tocarla en un ultimo intento de búsqueda, pero lo que escuché en ese baño me dejó perpleja. Eran gemidos. La voz de Martin que demostraba placer y cansancio me confirmó que era él y la otra persona estaba claro no era mi hermana. Trate de identificar a la mujer que debía estar encerrada ahí con él pero lo únicos sonidos que se escuchaban era el de dos cuerpos chocando contra el otro y uno que otro gemido. La escena que se había formado en mi cabeza me dio asco y decidí marcharme lo mas rápido que pude. 

Si Amalia se entera lo asesinará.

-Lo sabia. Sabia que había algo mal en él, nunca me pude creer ese cuento de hadas que el era el novio perfecto para Amelia. Papá trató de mostrarle que era un príncipe azul hasta que lo consiguió y ella cayó rendida a sus pies. Pero conmigo no, conmigo ese juego no va a funcionar. Guillermo no es más que un bonito adorno el cual mostrar en las fotos o revistas. Yo sé que Guillermo se acuesta con muchas mas mientras sostenemos nuestro noviazgo, pero la diferencia entre Amelia y yo, es que Amelia si esta enamorada de Martin y con el espera casarse y formar una familia, en cambio a mi ni siquiera me gusta Guillermo. A mi me gusta... A mi me gusta...- Mi voz agitada se detuvo al recordar a Lucia. Rebecca agitando mi hombro hizo que recobrara el aliento.

¿A ti te gusta..?- La ceja levantada de Rebecca más que curiosa por saber como iba a terminar mi frase hizo que mi corazón latiera un poco mas rápido de lo normal. -Me gusta.. M-me gusta estar soltera.- traté de sonar lo mas convincente posible pero sin lugar a dudas Rebecca ya me conocía perfectamente. Yo no estaba nada normal. Justo cuando ella iba a comenzar su interrogatorio llegó Amelia preguntando por Martin ya que al parecer el evento había terminado e íbamos a casa. Rebecca y yo intercambiamos miradas. Mentimos conociendo muy bien donde estaba y haciendo que. 

- ¡¿Le vas a decir a Amelia?!- El susurro alarmante de Rebecca me puso en apuros, estaba tan concentrada en mi enojo que no había pensando en eso. Hice un puchero sin saber que hacer mientras mi amiga me tomaba del brazo obligándome a caminar y entrar al auto.

Nadie se puede enterar de esto mientras pienso que hacer ¿ok?- La cara de Rebecca asintiendo y su dedo señalando a Martin y Amelia que venían abrazados me dieron ganas de vomitar.

Es un desgraciado. 



El beso que me debes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora