Mire el reloj en mi muñeca que marcaba las 9:00 p.m. Ya lo sé, había perdido toda la tarde sumida en exámenes y alguno que otras revisiones, necesitaba ocupar mi mente. Sin embargo, mi atención ahora estaba enfocada en la figura femenina de cabellos negros que se encontraba frente a mi y que por andar en mis pensamientos no había dejado entrar a mi casa.
- Será que tendré que quedarme aquí o me invitarás a pasar...-
- Discúlpame, no esperaba tu visita, pasa tranquila. - Cerré la puerta apenas ella entró todavía un poco perdida con el motivo de su presencia en mi hogar, usualmente llamaba o escribía un mensaje pero logré notar que la expresión de su cara es diferente. Le dije que se acomodara en el sofá mientras yo traía unos bocadillos y algo caliente.
- ¿A que se debe esta honorable visita su majestad?.- Bromeé un poco tratando de aliviar las facciones de su rostro que aún permanecían neutras. Ella se movió sutilmente quedando casi a mi lado y sin pensarlo tumbarse obre mi.
- Lo he hecho todo...todo, oculté mis sentimientos por ti, he sido tu amiga y cómplice esperando que tu mirada se fije en mi y aun así, tu todavía no entiendes que te quiero.
- Yo también te quiero Susa...-
-No, tu sabes muy bien a que me refiero.- Sus ojos negros profundos que amenazaban por estar al borde del llanto me tenían sin habla, podía sentir un leve olor de alcohol en ella. Sabia que este momento llegaría pero esperaba que no fuese nunca, ella conoce lo que hay en mi corazón y cuales son mis sentimientos, no la veo como ella quiere que la vea, no la amo como mujer sino como amiga, en definitiva esta situación me esta sobrepasando.
- ¿Qué tengo que hacer para que te fijes en mi? - No sabia que responderle, ni siquiera esperaba esta visita, necesitaba calmarla pero no sabia cómo. -¿Hay otra?- La pregunta me tomó por sorpresa. - No, no hay nadie más pero yo...- Mentí, ella no podía saber que mi corazón ya tenia dueña y mucho menos que esa mujer era mi alumna. A pesar de que mi respuesta la alivió sin dudas ella sabia que yo no le correspondería y me lo hizo saber bajándose de mi y colocándose en su anterior posición.
-No digas nada, ya sé. Discúlpame, no debí haberte puesto en esta situación tome unos tragos y tal vez me excedí. Nos vemos mañana. -Se levantó en busca de sus llaves para irse del lugar pero yo sabia que no podía dejarla ir así, quizá no estaba borracha pero si había tomado unas copas y la policía podría detenerla si la vieran conducir así. -Quédate Susanita, no te vayas así, se que todo esto es confuso pero créeme que no pasa nada, igual sabes que no puedes protestar, yo siempre gano. - Sonreí dándole un abrazo por la espalda y guiándola muy sutilmente a la habitación de huéspedes.
Estando ahí se dio vuelta y tomo mi cara con sus manos plantando un beso en mis labios, yo me quede inmóvil, ella seguía moviendo sus labios en busca de mi lengua pero aunque mi carne quisiera traicionarme, mi mente no podía, contrario a eso la imaginé a ella; a mi bella Isabel. Besando esos labios que me encantaron tanto tan diferentes a estos, sintiendo su cuerpo, mis manos subiendo y bajando en un cuerpo que fantaseaba con que fuera el suyo y luego aterrizando a tierra. Corté el beso antes de que ella siguiera quitando los botones de mi pijama y me separé lento. Nuevamente me ofreció otra disculpa pero yo sabia que en realidad ella era como yo, no sentía arrepentimiento. Quería más.
Me despedí de ella dándole un buenas noche y me dirigí a mi cuarto tratando de descansar y escondiendo todo lo que había pasado esta noche en un rincón de mi cabeza. Quizá porque ni yo misma conocía la respuesta a todas sus preguntas, tal vez debo darle una oportunidad... Al fin y al cabo creo que no significo nada para Isabel, seguro todo lo que me imaginé era una falsa esperanza que yo misma creé. Ella es mi alumna y yo soy su Profesora, esa es la única cruel verdad.
(...)
Al llegar a casa, luego de darle múltiples vueltas en mi mente sobre si contarle a Rebecca sobre Lucia o no, tomé una decisión, fuimos al cuarto y le dije que se sentara mientras yo hallaba la manera de cómo comenzar.
- ¡Cuéntame ya! la intriga me mata- exclamó juntando sus manos en forma de suplica. -¿Tiene algo que ver con todo este asunto de Martin y Amelia? ¿Ya decidiste que hacer?- Rebecca me hizo caer en cuenta de que ni siquiera había decidido que iba a hacer, pero agite mi cabeza en forma de concentración, debía hablarle sobre esto o sino luego no tendría el valor de hacerlo.
-No, no es de ellos... es algo sobre mi..-
Los ojos de mi amiga intrigados en saber el porqué de mi lentitud en revelarle que era el secreto que tanto guardaba me intimidaban, le conté todo desde el inicio sobre las miradas, nuestras tutorías, la noche de mi noviazgo, el día que me trajo a casa, nuestra "cita", las preguntas y por último... a lo que tanto le huía, El beso.
Pude jurar que el grito se escuchó en toda la casa e incluso hasta el vecindario. La emoción de Rebecca me era sorprendente jamás la había visto actuar así, ni cuando se besó con Brad en la fiesta. Que por cierto, luego de esa fiesta Brad tuvo que mudarse de ciudad, una lastima.
Me tiró todas las almohadas en la cara y empezó a saltar como una loca. Me sacó varias carcajadas hasta que su cara cambió completamente y me empezó a interrogar como si fuera del FBI. - ¡Cálmate!, Amiga respira profundo, no me hagas arrepentirme de haberte contado.- Hicimos una simulación de yoga con las manos y luego le permití que me preguntara.
- ¡Yo lo sabia, Yo lo sabia! Sabia que mi intuición no fallaba.-
- Explícate por favor.
-Amiga yo te lo dije, te dije que tenias que darte cuenta de lo que ocurría al frente de ti pero tu en el planeta Marte. - Ok, tal vez Rebecca tiene un poco de razón, pero solo un poquito.
- Bueno pero dime la verdad, ya me contaste de ella, esta más que claro de que si se arriesgó a hacer algo así sabiendo que tú eres su estudiante es porque siente algo. Pero... ¿tú?¿Tú sientes algo por Lucia?- Me quedé sin habla pero ya no podía negármelo más - Y-yo Y-yo...creo que si..
- ¿Crees o si sientes?-
- Yo si siento algo por Lucia.-
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El beso que me debes.
RomanceA decir verdad, la mayoría de personas sueñan con la fantasía de poner algún día tener el amor de algún profesor o en este caso profesora. No obstante, ese deseo que permanece en muchos, es cumplido en pocos.