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          El trayecto de la facultad a mi casa siempre me pareció aburrido

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          El trayecto de la facultad a mi casa siempre me pareció aburrido. Pero cuando me enteré que el fin de semana viajamos a Calchín con mi familia, el viaje en colectivo se volvió el momento perfecto para sobre pensar. Vamos a visitar a mi abuela Alba, o "La Nona" como le decimos con mis hermanos.

El problema no es mi abuela, para nada, yo a la nona la amo, es el ser humano que más adoro en este planeta. Tampoco es el viaje de una hora y media desde Capital hasta el pueblo, me gustan los viajes en auto. Ni mucho menos es alejarme de mi departamento por unos días, es más necesito despejar mi cabeza un poco de los apuntes y la facultad. El problema es el quilombo de emociones que me va a generar volver al pueblo.

Pensar en Calchín es pensar en cuando vivíamos ahí, en todo lo que significó esa etapa en mi vida, en las personas que me rodeaban en ese entonces, en el dolor que me genera saber que hay personas importantes que eligieron alejarse. Pero por sobre todo es extrañar a aquellas que no eligieron alejarse, pero ya no están. Pensar en Calchín es acordarme de todos esos momentos lindos y sonreír, para después dejar que se me escape una lagrimita o dos.

Pero estoy en el colectivo, no me puedo permitir llorar. Por eso vuelvo mi atención a la ventanilla y me aseguro de no haberme pasado la parada. La casa de mi papá y Valeria, su esposa,  queda un poco alejada del centro y por eso tardo un poco en llegar.

Cuando por fin me encuentro frente a la casa, giro las llaves en la cerradura y abro la puerta. Como de costumbre resuena por la casa alguna canción de "La Granja de Zenón". Puedo escuchar como unas rueditas y el sonido de un sonajero se acercan por el pasillo, giro y veo a Ana, mi medio-hermanita de cuatro años, correr hacia mi en su andador.

—¡Holaa Ana Banana!— Exclamo haciéndola reír.

—¡Maca, Maca!— Exlclama llegando a mi y estirando sus brazos.

—¿Maca llegaste?— Pregunta mi papá a lo lejos.

—¡Si pa! ¡Estoy en el living con Ana!— Respondo elevando mi voz.

Mi progenitor se hace presente y después de acercarse para abrazarme y depositar un casto beso en mi cabeza, me ofrece que merendemos juntos, por eso se acerca a la cocina para preparar las cosas.

Ana insiste en ayudar, por eso le acercamos una silla a la mesada y le pedimos que acomode la fruta en un plato mientras nosotros charlamos. No sin antes aprovechar la tierna imagen y subir una historia.

biamontemacarena hace 1m

biamontemacarena hace 1m

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ETERNO | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora