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         Paso mi mano por la superficie de mi jean limpiando el emergente sudor. Llevo mis ojos del reloj a la puerta de la casa de los Álvarez, por décima vez.

Mariana se había comunicado con Lorena el día anterior, citándola en su casa para que pudiéramos hablar. Por lo que apenas me desperté vine hasta acá, acompañada de Julián. Así es que me encuentro sentada en la mesa del comedor de la familia.

Siento una mano darme un apretoncito en el hombro. Llevo mi mirada al castaño que se para a mi lado. Sonríe dándome tranquilidad.

—Maca, ya llegó— Me avisa Mari antes de ir a abrir la puerta.

—Si necesitas algo voy a estar en la cocina—Me dice el castaño antes de desaparecer por la puerta que conecta ambos ambientes.

Doy repetidos golpecitos al suelo con mi pie y juego con mis anillos, en un intento de que los nervios desaparezcan. No pasan ni cinco minutos y la veo entrar. Su esvelta figura se hace presente, sobre su antebrazo derecho sostiene una cartera que debe haberle costado una fortuna y se queda quieta durante unos minutos en aquella posición.

Miles de momentos comienzan a aturdir mi memoria.


—Mamá, llegué— Exclamé cuando terminé de cerrar con llave la puerta de entrada.

—Maca, estoy en la cocina— Me dirigí a donde ella estaba.

—Ma, ¿Hay alguien más en casa?— Pregunté sentándome en una de las sillas al mismo tiempo que comencé a jugar con mis anillos un poco nerviosa.

—No amor, tu papá está en lo de tu abuela y a Bauti lo vino a buscar Agus para jugar a la pelota ¿Por qué?¿Qué pasó?— Habló mientras terminaba de guardar un par de platos. 

—Es que tengo algo que contarte—Dibujé una sonrisa en mi rostro. Una sonrisa que me venía aguantando desde que entré a la casa.

—Ay, hija, me asustas—Se rió sentándose en frente mío.

—No ma, no te asustes, es algo lindo— La miré sonriendo como tonta y cuando me sentí preparada hablé— Hoy después del cole fuimos a caminar un rato con Juli, Flor y Romi. En un momento las chicas se fueron y Juli me dio un beso— La miré y sonreí aún más hacía unos segundos.

—¿¡Qué!?— Abrió los ojos muy grande y empezó a plasmar una sonrisa en su cara— ¡Qué emoción Maca!¡No lo puedo creer!— Se levantó y me dio un abrazo. Acto seguido me dio un beso muy sonoro en en el cachete— ¡Le tengo que contar a Mari!¡Se va a morir de la felicidad!

ETERNO | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora