Elizabeth Salazar es una chica con un solo objetivo: su trabajo. Pasa de estar en la industria farmacéutica a la venta de drogas. Ambos negocios familiares.
Hasta que una venta ilícita sale mal con el "comprador estrella" que la llevará a tomar much...
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Hailee Steinfeld's POV
Hoy estaba siendo un terrible día, lo que tenía planeado había salido mal y para acabar de rematar tres hombres querían abusar de mí. Nunca me sentí tan feliz de ver a alguien, pedía al cielo un ángel que pudiera escuchar mi grito de auxilio pero hacer dicha acción me gané una cachetada que me hizo retroceder hasta una esquina.
Ver a Elizabeth asomarse hizo que mi corazón se alocara, tenía ganas de verla, moría por volver a tener sus ojos posándose en mi pero no en la forma que lo estaba haciendo ahora, no en estas circunstancias. Había estado ignorando sus mensajes y aun así llegó para ayudarme.
Verla pelear contra los hombres hacía que se viera muy bien pero yo no dejaba de llorar, tenía miedo por ella.
Quise ayudarla tirando piedras pero un golpe en mi lado derecho hizo que perdiera la concentración, el primer chico que había pateado a la cara se había levantado y venía por mí, quise defenderme pero volvió a darme una cachetada y era imposible soltarme de sus garras.
Yo solo había recibido entrenamiento de mi papá pero no podía hacer nada en contra de esto. Antes de poder pedir ayuda de nuevo tenía la mano del hombre en mi boca, me estaba agarrando de la cintura y estaba cargándome para llevarme de ahí.
Debo dar gracias a Dios por los buenos oídos de Elizabeth, la voz del pervertido apenas sonó pero fue suficiente para que ella volteara a vernos, de nuevo sentí un alivio cuando la vi agarrar una roca y con fuerza me aparté del hombre para que no me golpeara.
Tenía una mirada tan fría llena de coraje pero cuando me miro a los ojos se suavizó un poco, quería correr a sus brazos para salir de este horrible lugar pero cuando vi a un hombre grande con sangre en la nariz acercarse a ella de nuevo sentí la tensión y fue demasiado tarde cuando logré gritarle.
Ella cayó al suelo y recibía muchos golpes, quise ayudarla, Dios sabe que si lo intenté pero cuando quise acercarme ella conectó su mirada con la mía, ahora había miedo en sus ojos y una que otra lágrima, hizo que se me estrujara el corazón cuando me dijo que me fuera, yo no podía dejarla sola ahí pero cuando volteé vi que el hombre con la frente rota se estaba levantando para tomarme de nuevo de ahí entendí que lo mejor era irme y buscar ayuda.
