V. A. T. (Sanwoo)

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Sus ojos se clavaron en Wooyoung tan pronto la misión empezó, no había tenido muchas oportunidades de acercarse pero en definitiva era el momento. Wooyoung continuó pasando de él como si este no existiera, pensó que tras terminar la semana que le dio para usar sus instalaciones continuaría yendo pero eso no sucedió.

Les daban tres meses para entrenar y luego empezaban las misiones, al finalizar los cinco años solamente un grupo lograría obtener el galardón de oro, eso implicaba el llevarse una cantidad enorme de dinero y el poder llevar a las familias de los integrantes del grupo a la seguridad de las naves que ahora rodeaban el planeta celeste.

Era angustiante el pensar en que los mejores grupos tendrían, si bien es cierto no la posibilidad de sacar a sus familias una cantidad de dinero que serviría demasiado. Solo los más fuertes servían, hacia demasiado que los humanos se dejaron llevar por el egoísmo dificultando la convivencia de todos.

Cada uno tenía una historia, todos habían sufrido las catástrofes de nuestra propia existencia en un planeta que les había, en un pasado remoto, aportado tanto.

—Yunho y Mingi compartirán esa tienda y Jongho y Seonghwa para allí. Yo empezaré la guardia. —Dijo Wooyoung meditando con la vista a su alrededor, no había nadie cerca, habían descansado muy bien antes de empezar pero ahora las energías eran escasaz, habían recorrido el lugar un par de veces, a los superiores no les importaba el como llegaban, si completos o solo uno, el punto era demostrar que podían lidiar con las pruebas más duras.

Tras los cinco años hasta finalizar enviarían a los mejores grupos a recorrer la zona marrón, como era conocida la otra mitad de la tierra. Buscar recursos entre un terreno hostil su principal propósito.

La tecnología fue usada por la gente que tenía más poder y no fue usada para el rescate de lo que quedaba de la tierra si no para la supervivencia de los que estaban mejor posicionados.

Wooyoung caminó por los alrededores pensando nuevamente en las palabras del general Choi, pensando en el hecho que no tenía sentido, la misma idea de enamorarse o cosas relacionados eran temas que ni siquiera con los suyos, con quienes tenía más confianza, tocaba.

El hecho de solo pensar en esos sentimientos hizo que sintiera como si hubiera hecho algo malo, una morbosidad impensable, un tema que ni los de más bajo rango tocaban, negó pensando que incluso antes de entrar en el entrenamiento se le cruzó por la cabeza que esa podía ser una opción, el enamorarse.

El general Choi de entre todos los generales era el más apegado al reglamento, el más molesto a la hora de cumplir normas, en el tiempo que llevaba allí las únicas veces que volteó a verlo fue para ver como este reportaba cosas al pie de la letra, como miraba como recriminado hasta el mínimo fallo del reglamento, se esperaba demasiado de él como para imaginarse que podía ser él quien rompiera las reglas.

Decidió dejar de pensar en el tema, se estaba martirizando por la incredulidad.

Tomó una rama y empezó a dibujar lo que habían recorrido en la tierra, al rededor suyo habían muchos árboles genéricos y construcciones rocosas, el rumor del río era demasiado suave, debían estar no tan lejos.

—Debería estar atento.

Wooyoung de inmediato sacó un cuchillo y amenazó al dueño de la voz.

—¿Qué demonios? —se alteró al ver a San con una mirada serena— General Choi. ¿Está usted consciente de que su aparición es lo más estúpido que ha hecho quizás en todo este año?

Tenía claras intenciones de descuartizarlo, esperaba a que San se pusiera en guardia, que se diera cuenta que no estaba bromeando.

—Caminé cuatro horas solo para verlo, debería ser más amable —Dijo caminando como si la amenaza no siguiera en pie—. Bien, ha sido casi imposible el acercarme a usted estos días, no quiero levantar sospechas y esta era la única manera.