Se quedó con la carta en sus manos por un largo rato, usualmente las cartas aparecían a medio día, tras leer estas solía dormir para en la noche empezar con sus entrenamientos, ya que esta era la mejor hora para encontrar sitios libres.
Releyó nuevamente la carta, pensó detenidamente en lo que haría. No pudo descansar en toda la tarde, sentía que debía asistir a tal cita pero por primera vez sintió una angustia enorme de pensar que San ese día no lo esperaría.
Caminó dentro de su misma habitación, intento leer algo en lo que la hora llegaba.
Con muchísima lentitud la hora llegó, salió de inmediato con la carta doblada en su bolsillo.
Sintió sus manos sudar al tener la puerta en frente, no sabía que habría tras la puerta, esperaba que esta no estuviera cerrada con llave.
Tomó el pomo de la puerta y lo giró, suspiró de alivio antes de abrir la puerta.
Sus ojos de inmediato atraparon en su mirada los ojos angustiados y tristes del general Choi, llevaba una camiseta negra de manga corta, sus cabellos como siempre pegados al reglamento, se había levantado tan pronto vio a Wooyoung aparecer por la puerta.
Wooyoung se acercó a San notando como con cada paso suyo los ojos de San empezaban a humedecerse y para cuando logró llegar hasta su sitio las lágrimas habían empezado a caer de su rostro.
No lo pensó en absoluto, por puro instinto lo abrazó por encima del cuello acariciando con suavidad sus cabellos mientras San lo apretó fuertemente. Wooyoung conocía esa sensación, sabía lo que era perder a alguien, su padre también los había dejado hace tanto tras una operación que les costó casi todos sus ahorros.
San empezó a suspirar y sollozar, ambos jamás habían tenido más cercanía que las anteriores conversaciones que tuvieron y las cartas de San, no había más en medio pero San sentía un gran alivio de sentir las manos de Wooyoung acariciar con suavidad.
—Está bien llorar —Escuchó San de Wooyoung en voz con muchísima dulzura—, debe dejarlo salir. Sé que es muy doloroso, se que siente un infierno adentro.
—¿Por qué? —San sollozo—, aun no entiendo porque él.
—Esa es una pregunta que no tendrá respuesta general Choi. —Le dijo con voz calmada.
Tras un momento más en esa posición ambos se sentaron en las bancas de la parte trasera, San no dejaba de llorar y Wooyoung con calma limpió sus lágrimas y de su bolsillo sacaba papel como preparado para lo que vendría.
No dijeron nada por unos minutos en los que Wooyoung se dedicaba solo a dar un corto apretón en el hombro de este para darle fuerzas, le apenaba que ese fuera su primer encuentro tras las cartas.
—Me... me generaba mucha vergüenza el aparecerme antes general Choi, tuve intenciones muchas veces, y si le sube de alguna forma el ánimo leí todas sus cartas y terminé por encantarme por estas —Le dijo con voz dulce, intentaba que este despejara su mente—, excepto esa en la que siento no midió sus palabras.
San sonrió sintiendo vergüenza por un segundo.
—Me dije que me arrepentiría de escribir tal cosa y ahora lo reafirmo. —Le dijo con calma.
—No tiene porqué, de cualquier forma vine a decirle que si desea hablar aquí estaré, estar solo ante una noticia tan fuerte debe ser desgarrador, espero ser de ayuda.
San empezó a comentar el lastimoso suceso, sentía un vacío enorme en su pecho, Wooyoung lo escuchaba atento sin interrumpirlo. Para cuando lo notó era media noche, Wooyoung supuso que tomaría tiempo y había cancelado su práctica, San por primera vez no se mostró interesado en él e incluso sintió que un amigo muy íntimo compartía con él sus penas.
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V. A. T. (Sanwoo)
Pertualangan"... Lo observo cada día mejorar, cuando camina con seguridad por los pasillos hace mi corazón acelerarse, jamás mira en mi dirección, jamás me da la oportunidad de demostrar lo loco que me tiene por usted, tiene una figura muy esbelta y unos muslos...