148- hermanos (3) -148

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Los chicos hablaron con la profesora para que ella les aconseje como contarles toda la verdad a sus padres.

Entonces al estar los cuatro juntos cenando en casa…

—Hijo, ¿Cuando vas a traer a alguien a casa? No entiendo cómo sos así de hermoso y jamás tuviste una pareja, o al menos una seria.— Habló Mónica.

Mauro la miró y después miró a Tiago.

—Nadie te está obligando a traer a alguien a casa, bobo, es una simple pregunta.— Dijo el padre.

—¿Y por qué me lo preguntan a mí? Tiago tampoco trajo a alguien a casa ya.

—¡Ey! ¿Qué me metes a mí, enano?— Dijo el morocho después de pegarle un codazo. —Responde lo que te preguntaron.

Mauro soltó una risita pícara y miró a sus padres, los cuales estaban con el ceño fruncido.

—Eeeh… es que… bueno… estoy… en pareja…

Los padres festejaron.

—¡Siiiii! ¡Quiero ver una foto!— Dijo la madre.

Tiago soltó una risa y Mauro lo miró serio.

—¡No te riá'! ¡Ayudame!

—¿¡Tiago sabe!?— Dijo la mujer. —¿¡Por qué tu hermano sabe y no tu madre!?

—Porque…

—Es obvio que le va a contar primero a su hermano y después a sus papás, amor.— Dijo Federico. —¡Contá!

Los más jóvenes rieron incómodos.

—Capaz me odien después de contarles, capaz les voy a dar asco y… capaz me echan de casa… capaz me meten preso…

—Nos.— Corrigió Tiago.

Mauro lo miró y asintió. —Nos… ¿No estás nervioso? Te veo muy tranquilo, hijo de puta. ¿Entendés que de esto depende nuestra vida?

—Mientras no nos manden a países distintos, yo estoy bien.

—¿Pueden contarnos de qué están hablando?— Dijo el padre.

Tiago y Mauro los miraron.

—Tiago…— Comenzó Mauro.

—¡Ya sabemos que Tiago sabe!— Interrumpió la madre.

—¡Dejalo hablar mamá!— Dijo el morocho. Bufó y escupió: —Yo soy el novio de Mauro.

El más pequeño cerró los ojos y los presionó esperando el enorme sermón.

Pero no escuchaba nada, era solo silencio.

—¿Es mentira, no?— Dijo Mónica, su voz demostraba sorpresa.

—No, ma. Es verdad. Mauro y yo…— Tiago se aclaró la garganta. —S-somos novios.

Mauro no abrió los ojos, solo buscó al morocho con sus manos y lo abrazó más fuerte que nunca en su vida. Escondió la cara en su pecho y simplemente tembló mientras esperaba alguna respuesta.

—Inesperado.— Dijo Federico en tono bajo.

—No lo puedo creer.— Acotó la madre.

—¿No era que se odiaban?— Habló el hombre.

Tiago soltó una risita mientras abrazaba muy a su novio.

—Lo amo con toda mi vida.— Dijo el morocho sin mirar a sus padres. —No espero que nos acepten, igualmente.

—Es… es un montón para procesar.— Dijo la mujer. —N-necesito aire.— Se escucharon unos pasos y una puerta, osea que ella ya no estaba ahí.

El silencio tenso siguió entre los tres hombres.

One shoots LitiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora