𝟑𝟒 𝐋𝐚 𝐝𝐚𝐠𝐚

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Abrí los ojos para encontrarme tumbada en un suelo arenoso. Estaba en un pueblo soleado, lleno de gente vestida de época colonial. Tomé conciencia de mis manos para pasarlas por todo mi cuerpo, yo también vestía de colona, aunque, nadie pareció notarme, por lo que no estaba segura del por qué del atuendo.

De repente, sentí cómo la calle se vaciaba, para escuchar un barullo que venía de la plaza central.

- Bruja!

- A la hoguera!

- Antes de que dañe a nuestros niños

Seguí los gritos hasta llegar al lugar de dónde venían. Entonces sentí el horror.

Había una chica sobre un pequeño escenario de madera. Atada a un árbol, la iban a condenar.

Ella era rubia, de ojos oscuros y tez totalmente blanca, llevaba dos trenzas, y cuando me acerqué para observar su rostro, sentí unas ganas de vomitar inmensas.

Era Miércoles, era exactamente igual a ella. Incluso su mirada vacía era la misma.

Ella se percató de mi presencia, aunque pareció ser la única. Sus ojos se abrieron aún más y su boca pronunció ''corre''.

Entonces escuché unos gritos del fondo de la calle. Giré mi cabeza y la ví...

- ¡NO LE HAGÁIS NADA POR FAVOR ELLA ES INOCENTE!- Roxanne corría despavorida cubriéndose de arena un vestido azulado y despeinando su cabello oscuro.

Dos colonos la tomaron de ambos brazos.

- Cállese señora Crackstone, o usted será la siguiente- Sentí mis ojos abrirse y mis pupilas empequeñecerse.

CRACKSTONE

Ella se intentaba zafar del agarre de los hombre. Derramando sudor y lágrimas mientras Miércoles parecía impenetrable.

- Por favor, ella no ha hecho nada, no pueden matarla, es mi amiga- Las palabras de Roxanne se clavaban como un cuchillo en mi corazón mientras Miércoles derramaba una lágrima solitaria, y las que parecían ser las criadas de Roxanne se la llevaban.

Miré a Miércoles, sin saber muy bien qué hacer.

- Ve por ella- A pesar de su lejanía, su voz se escuchó en mi cabeza. Quizás fuera magia.

- ¿Qué hay de tí?- Contesté

- No va a cambiar nada mi futuro, esto es solo un recuerdo.

- Pero Miércoles...

- Yo no soy Miércoles- Eso me extrañó bastante, aunque a la vez, me tranquilizó, y simultáneamente sentía dolor y pena- Yo soy Goody Addams, ascendiente de tu amiga, yo la poseí para que Crackstone no la matara el día que lo resucitaron.

- Pero no puedo dejarte aquí

- Debes hacerlo... Esto es una visión, si no avanzas morirás. Ahora vete-

Tras decir eso, salí corriendo en dirección a la casa de Roxanne. Ahí, su marido, Joseph Crackstone, parecía haberle dado un bofetón para después encerrarla en su habitación.

Tras aquello, desde su habitación, pude oler el fuego, y saber que Goody, no había sobrevivido.

Al caer la noche, ví cómo Roxanne secaba por última vez sus lágrimas, entonces, tomó de debajo de sus sábanas una daga. Sabía qué era lo que se avecinaba ahora. Yo me oculté tras un biombo, sabía que no podían verme, pero sí sabía que no querría conocer del todo esta parte de la historia.

Joseph Crackstone entró en el dormitorio. Se veía bastante diferente de cómo lo ví en la vida real. Era bastante apuesto, como si su fealdad tras la muerte hubiera sido una jugarreta cruel pero justa del diablo.

Parecía ignorar lo que apenas había ocurrido hacía algunas horas, él venía queriendo ver a su mujer, y queriendo algo más de ella que unas simples caricias

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Parecía ignorar lo que apenas había ocurrido hacía algunas horas, él venía queriendo ver a su mujer, y queriendo algo más de ella que unas simples caricias...

Él comenzó a quitar su ropa más apretada hasta quedarse en camisón, para luego esperar a Roxanne. Ella salió sel vestidor con un camisón largo hasta los tobillos de mangas largas. Escondió la daga en su espalda y se acercó a la cama.

Él le sonrió a ella, como si con esa simple pero juguetona y lasciva sonrisa ella supiera todo lo que él quería.

Ella se subió sobre él, sonriendo con superioridad, clavando en el torso de su marido sus ojos. Un torso que poco a poco ella desnudaba quitando uno a uno los botones de su camisa. Él contenía su deseo, y ella sabía que él la deseaba cada vez más.

En un momento de debilidad. Ella lo miró diferente, aprovechando que los ojos de él estaban cerrados para ocultar la daga bajo la almohada. Ella estaba arriba de él, moviéndose como si bailara activando uno a uno sus sentidos.

Él entonces colocó sus manos en la cintura de Roxanne para guiar su baile, y luego llevó sus manos al camisón de ella, y al igual que su esposa hizo anteriormente, quitó uno a uno sus botones hasta dejar al desnudo su cuerpo pálido.

- Te deseo, Roxanne- Gimió él como si maldijera cada una de las letras que componía esa frase.

Entonces, de una forma agresiva pero a la vez dulce, él giró su cuerpo para colocarse sobre ella, admirando su cuerpo desde las alturas y quitando de ella lo que restaba de su camisón mientras la cubría de besos.

Sentí en él dos cosas por Roxanne: Una llama de amor viva, y un deseo irrefrenable.

Beso tras beso, Roxanne sonrió con superioridad mientras sus gemidos y su sudor preparaban a su marido para el siguiente paso. Ambos estaban listos y deseosos.

Joseph ocultó los cuerpos de ambos bajo la sábana cuando entre ellos tan solo quedó una una de vapor que se extendió por la habitación empañando los cristales.

La noche para ellos, terminó con el mando de la oscuridad ocultando sus rostros bajo las sábanas, haciendo que Crackstone entrara en una placidez que hizo que cayera en los brazos de Orfeo.

Ahí fue cuando Roxanne atacó. Ella tomó la daga de la almohada de su marido. Se levantó de la cama y lo vió una última vez. Ella se enfrentaba ante una de las cosas más duras que haría en su vida; acabar con la vida de alguien que realmente la amaba, y de quien ella estaba perdídamente enamorada. Pero no podía dejarlo vivir. No si eso suponía acabar con más vidas, y quién sabe si la suya propia iría de paso.

Cerré los ojos ante la escena en que Evangeline clavaba la daga en el corazón de su marido. A quien, antes de matar, estallando una guerra, le hizo el amor.

𝐋𝐚𝐬 𝐛𝐫𝐮𝐣𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐍𝐞𝐯𝐞𝐫𝐦𝐨𝐫𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora