Capítulo 10: Por fin (1T)

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Automáticamente yo fui a avisarle a mis amigas que me iba con alguien y que les pasaba ubicación para que no me hagan más preguntas. Él fue al VIP a avisar también, me agarró un poco bruto y nos fuimos disimuladamente caminando hasta su auto que había dejado a unas cuadras para que nos vieran lo menos posible. En el camino puso música, pero yo no prestaba atención, lo único que quería era llegar y estar con él. Me sacó de mis pensamientos cuando me agarró la pierna con su mano enorme

- Mirá que no es el freno de mano, eh -le dije en broma pero con tono seductor-

- Ya sé, con vos aprieto el acelerador, morocha

- ¿Ah sí? -le pregunté casi susurrándole sobre la oreja- Entonces apurate a llegar -puse mi mano sobre su pierna también por dos segundos, hasta que la sacó de encima y me dijo riéndose-

- Bancame unos minutos más que necesito llegar cuerdo

- ¿Y si no quiero esperar? -me miró con la boca entreabierta y la respiración lenta. Me apretó la pierna más fuerte y me contestó mientras se reía y mordía el labio-

- Dios, Martina, dejá de desconcentrarme, que no vamos a llegar a ningún lado.

- ¿Así que te desconcentro? -le pregunté entre risas. La cara le cambió. Me miró serio, casi molesto, y me fichó de arriba abajo. Sacó su mano de mi pierna, tiró el auto contra el cordón y frenó de golpe. Se dio media vuelta, se me tiró encima y me agarró de la cintura, acercándonos.

- Obvio que me desconcentrás, pendeja. Desde que te conocí, lo único en lo que pensaba era en las ganas que tenía de partirte la boca de un beso. ¿Quién te pensás que fue el que le dijo a Gustavo que te quedes en su equipo? Le dije que te desaprovechaba teniéndote por todos lados, pero la verdad aparte de eso, era que cada día que iba me moría por verte. Si no estabas, te buscaba como loco hasta encontrarte -automáticamente mi mente se acordó del día que vino a renovar el contrato, y cómo miraba para todos lados-, o buscaba excusas pelotudas para tenerte sola aunque sea un rato -y pensaba en cuando se fue a hacer los cafés él solo y yo estaba en la cocina. Se acercó más a mí y me agarró del pelo suavemente-. El día que te vi en la cocina con esa pollerita, no lo podía creer -era como si me hubiera leído la mente. Me sonreí mientras se me cortaba la respiración- ¿Te acordás, no? -me dijo con una sonrisa seductora- Yo me acuerdo. Cuando te vi ese tatuaje -bajando su mirada hacia mis piernas- me volví loco. Tenía unas ganas tremendas de agarrarte y subirte a la mesada... -subió su mirada a mis labios- de comerte esa boca hermosa que tenés. -yo ya no daba más. Lo agarré de la mandíbula, lo pegué a mi cara y casi susurrando le dije-

- ¿Y qué esperás?

Me pegó más desde la cintura y me comió la boca sin dudarlo. Era como si todos esos meses que habíamos estado esperando ese momento, se hubieran acumulado en unas ganas terribles de conocer la boca del otro. Me sacó de encima para respirar y para mirarme. Mientras jadeaba, vió cómo le miraba los labios con ganas de más, y me volvió a partir la boca de un beso. Fue un beso largo, muy largo, su mano izquierda subía y bajaba por mi espalda mientras me apretaba con fuerza, mientras su mano derecha me revolvía más el pelo, y yo, no daba más. Sentía cómo el pulso se me aceleraba y cómo me subía la temperatura con un calor que me inundaba por adentro. Lo separé sonriendo contenta, a lo que él también me sonrió mientras intentaba recobrar el aire.

- No sabés las ganas que tenía de hacer eso -me dijo con una sonrisa seductora-

- ¿Y por qué tardaste tanto en hacerlo? -le pregunté mientras jadeaba-

- Porque soy un pelotudo -acto seguido, me volvió a besar. Fuerte, firme, como con bronca, pero a la vez despacio, como disfrutándolo. Le metí la mano por la camisa, haciendo que se abra uno de sus botones para acariciarle el pecho y después agarrarlo de la nuca con fuerza. Necesitaba pegarlo a mí todo lo que pudiera. Después de un rato más nos separamos y me preguntó entrecortado- ¿Ahora sí, me vas a dejar manejar para llegar al departamento, o te tengo que volver a partir la geta esa linda que tenés?

- Tranqui, que te dejo manejar -le dije entre sonrisas- pero no te puedo prometer que no te quiera comer yo la boca en el camino.

- Si me pude aguantar tantos meses, vos podés aguantar unos minutos más, hermosa. -me sonreí para después pasar mi mano por su nuca mientras arrancaba el auto de nuevo. Mientras me miraba sonriendo, una lluvia fuerte empezó a entrar al auto, por lo que tuvimos que cerrar las ventanillas.

Tres minutos después llegamos al departamento. Bajamos del auto rápido para que nadie nos viera, pero no lo suficientemente rápido para que la lluvia no nos alcance por el estacionamiento abierto, mientras él buscaba las llaves

- ¿No las tenías a mano? -le pregunté mientras me corría el pelo de la cara por el viento y el agua.

- Perdón, desde que salimos del boliche vengo distraído, no sé por qué -mirándome de arriba abajo mientras se reía. Yo le pegué despacio en el brazo, haciendo que sin querer se le caigan las llaves- Ahora las agarrás vos -gritaba entre el ruido del viento, el mar y los truenos. Me quejé un poco pero las encontré después de un minuto de no ver nada por el agua.

Subimos al ascensor cruzando los dedos para que nadie más suba. Seguíamos jadeando de la emoción, hasta que nos vimos empapados y nos reímos mientras me volvía a agarrar para besarme. Pero esta vez fue con más ganas, esta vez me agarró del pelo hasta que bajó su boca a mi cuello. Mientras lo agarraba de los brazos y le rasguñaba la espalda despacio, un gemido se me escapó por lo bajo, casi como un gruñido. Vi cómo se separó de mí, me miró extasiado y sin dudarlo me subió a upa mientras se abría la puerta del ascensor. Me sacó en un brazo, mientras con la otra mano abría la puerta y yo le besaba el cuello a él, para después entrar y tras cerrar la puerta tirarme en el sillón.

Se sacó la camisa casi en un movimiento, de milagro no arrancó ningún botón, y mientras la tiraba al otro lado del living, se dio vuelta para cerrar la puerta con llave. Pero yo no me contuve, necesitaba tenerlo encima de mí ya. Me paré de golpe, revoleando los zapatos y me acerqué a él con la mirada fija, como si fuera mi presa. Lo di vuelta desde el hombro y lo besé fuerte, muy fuerte, mientras me bajaba el cierre del top para sacármelo. Me volvió a levantar y me llevó a la habitación, para tirarme en la cama y ponerse encima de mí, con los brazos y las piernas al costado de mi cuerpo, como no dejándome moverme. Me volvió a besar y empecé a deslizar rápidamente sus manos por su espalda, bajando hasta su cadera. Se separó en seco, me agarró las manos y bloqueándolas contra la cama, me dijo:

- No, no. Esperé muchísimo tiempo para esto. Ahora te voy a disfrutar tranquilo.

Estrella de mar - Emiliano "Dibu" Martínez [𝓣𝓮𝓻𝓶𝓲𝓷𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora