Capítulo 13: La Feliz (1T)

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Después del desayuno Emi me llevó hasta el departamento (obviamente dejándome en la esquina) mientras en el camino repasamos cómo íbamos a hacer: él hablaba con Mandinha de su situación, y yo les explicaba a las chicas que me iba a quedar unos días acá, bajo el pacto de confianza de no decirle a nadie. A mi vieja le iba a decir lo mismo que a Gustavo: que necesitaba unos días para mí sola.

Me bajé del auto con mis cosas y fui hasta la puerta del edificio, no sin antes escuchar a Emiliano doblar con el auto en la esquina tocando bocina y gritando por la ventanilla "¡QUÉ MOROCHA HERMOSA!" haciéndome poner roja de la vergüenza. Ahora llegaba la parte compleja.

- ¡¿EL DIBU?!

- Sí, chicas, pero de verdad tienen que hiperjurarme que no se lo pueden decir a nadie. Ni a su familia, ni nada.

- No, obvio amiga. Tipo, nos estás matando jajaja pero por vos, cerramos el buche

- Ya sé que es un montón, pero si la gente se entera quizás no podemos estar juntos en todos estos días y la operata esta es al pedo -ambas asintieron-

- Está bien... pero no supero que te cogiste al Dibu -yo me reía- ¿Vos entendés que estás viviendo el sueño argentino más o menos?

- Créanme que para mí también es un sueño -dije mordiéndome el labio-. Encima chicas, no saben lo que es. Cuando quiere es el mismo personaje que todos conocemos, pero es un divino también.

- Dios, Martina, te tengo una envidia bárbara -seguimos riendo-. Encima es todo grandote

- Chicas, es enorme -me miraron levantando las cejas- No sean boludas -las reté-

Seguimos así un bueno rato, mientras guardábamos todo y enfilábamos para el último día de playa. Una vez allá, me llegó la respuesta de Gustavo

"Dale, Mar. Descansá y disfrutá que te lo merecés"

"Es más, vos sabés que las horas extra no te las van a querer pagar nunca, así que hacete turnos de 4 horas y arreglamos así, dale?"

Le avisé a Emi con una sonrisa gigante. Todo me salía redondo. Pasé el último día tratando de disfrutar lo máximo posible, pero no saber noticias de él me preocupaba un poco. Hasta que...

"Qué bueno, linda"

"A mí me costó un poco pero logré que Mandinha cediera!"

Respiré tranquila. Se pudo.

Al otro día, me despedí de las chicas y me fui con Emi, quien insistió en pasar a saludarlas y conocerlas. Obviamente no me hicieron quedar bien porque le pidieron autógrafos, pero él sólo se reía y accedió de buena gana.

Después fuimos al departamento a dejar mis cosas, y partimos para la playa como me había prometido. Manejó hasta el sur, donde hay menos gente y paramos a almorzar al borde de los acantilados.

- Me encanta venir acá -dijo alcanzándome un sanguchito mientras respiraba el aire de mar-

- A mí también. Podés apreciar mejor el mar

- Tal cual -me miró fijo mientras agarraba un sánguche para él- ¿Nunca te conté por qué no te quise decir otro nombre que no sea "Mar" desde que te conocí? -negué con la cabeza- Por esto.

Suspiró mirando el horizonte mientras tomaba agua.

- El mar para mí es casa. Es fútbol playa con mis amigos, es asado recalentado de mi viejo en la orilla, es mi vieja manejando por la costanera para llevarme al club, es venir a lavarnos las patas con mi hermano después de embarrarnos jugando al fútbol en la calle y potreros. Es saber que cuando no había guita y mis viejos me bancaban en Independiente, su excusa era "¿Y para qué nos queremos ir de vacaciones si tenemos el mar acá nomás?". Es oler el agua salada y sentirme... en casa. Y ojo, viví más de diez años en Inglaterra, y también se siente como casa, pero...

- Venir acá es volver a lo familiar -asintió soltando una lágrima que sequé con el dedo- Aww

- Perdón la emoción, pero La Feliz me trae eso. Cuando vivís acá entendés por qué le dicen así. Realmente te hace feliz este lugar. En Inglaterra hay muchas cosas que me gustan y me hacen sentir cómodo, pero el clima es una mierda -dijo tratando de cortar la emoción con risas- y la gente es igual de fría. Acá todos vienen y te saludan como si te conocieran de toda la vida. Acá te podía decir "Mar" sin problemas, allá sería re raro.

- Siempre me gustó que me digas así. Me hacía sentir que entrábamos en confianza rápido.

- Bueno, eso es otra parte de por qué te digo así -se rió-, quería entrar en confianza rápido con vos porque no tenía tiempo de conocerte tranqui, si sabía que venía a Argentina cada muerte de obispo... -se puso serio. Y yo también. Ambos recordamos que este iba a ser un año como todos, que él iba a estar en Inglaterra y yo en Buenos Aires, donde ni siquiera vive cuando viene a Argentina. Nos invadió un silencio melancólico que cortó guardando el tupper de sanguchitos y agarrando las cosas- Bueno, ¿bajamos a la playa?

Bajamos como pudimos con las cosas y a la que era como una playa privada para nosotros solos, era perfecto y justo lo que necesitábamos. Cuando terminamos de acomodar todo, me dijo:

- Dale, vamos

- ¿A dónde?

- Al mar, boluda, ¿a dónde va a ser?

- Ah, no, acá no da el sol, alto frío -me miró con cara sorprendida- ¿Qué? Me encanta el mar pero soy friolenta

- Pero allá da el sol

- Claro, pero hasta llegar a allá me cago de frío

- Ahhh, pero eso se arregla fácil -se me acercó y me empezó a besar despacio, mientras me sacó los anteojos y lentamente empezó a subir mi vestido-

- ¿Este es tu método para que entre en calor? -le pregunté en tono seductor-

- No -contestó sonriendo y sacándome el vestido-, es mi método para hacer esto -y en un movimiento me levantó y me cargó en sus hombros como si fuera un saco de papas-

- ¡Emiliano! ¡Bajame!

- Obvio, pero cuando estemos metidos en el mar -decía riéndose mientras entraba al agua-

- ¡Te digo en serio! Me va a dar frío, boludo -decía yo un poco entre risas-

- No te va a dar nada -decía riéndose. Empecé a sentir cómo las olas rompían contra él y me empezaban a mojar-

- ¡Ay no, yo te mato! -en un movimiento me agarró y me bajó contra su pecho, para que quede como koala-

- ¿A quién vas a matar? -preguntó canchereándome-

- A vos -le contesté en el mismo tono. Se mordió el labio y pegándome más a él me chapó, mientras me seguía teniendo a upa. Se separó y me dijo en voz baja-

- A besos matame, pendeja -todo el enojo se me había ido y ya estaba sonriéndole como una idiota- Aunque capaz sí me quieras matar después de esto -y como si nada se agachó para que quedemos los dos tapados por el agua-

- ¡Emiliano la puta madre! -gritaba mientras él se cagaba de risa y se levantaba despacio- Sos un tarado -me reía mientras le empecé a dar besos y me bajaba de encima suyo. Una vez que hice pie, agarré agua y le dije con cara de mala- Ahora vas a ver -mientras le tiraba agua encima y lo trataba de empujar-

- ¡Eh! ¡Falta juez! -decía entre risas mientras se tapaba y me salpicaba a mí-

Estuvimos toda la tarde jugando en el agua, nadando y bueno... juntos. Nos quedamos sentados secándonos con un toallón gigante en la orilla, mientras el sol se ponía atrás nuestro. Mi cabeza estaba sobre su hombro y la suya sobre mí, mientras nos envolvíamos en un abrazo. En ese momento se sentía como si el Universo hubiera decidido dejar de correr por unos minutos y se congelara en ese abrazo al atardecer.

Y ahí yo también entendí por qué le dicen "La Feliz" a Mar del Plata.

Estrella de mar - Emiliano "Dibu" Martínez [𝓣𝓮𝓻𝓶𝓲𝓷𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora