Miranda Livingstone
Pasaron más de cinco días después de aquella charla con contacto inusual, donde quizá descubrí cuan aprensiva soy. Es decir; no conforme con desvariar creé escenarios donde mis alucinaciones tienen más vida que yo.
Lo analice incluso esta última noche. Hoy es mi primer día en reintegración, no quiero ni puedo arruinarlo o me dejaran podrir en esa habitación.
Con unos minutos ahí me cree a un tipo insoportable, dos días y le puse esposa e hijas. Si me quedo más tiempo en ese reducido espacio capaz y le imagino un gemelo.
En el almuerzo en conjunto lo hice bien, me comí la mitad de la porción obligo, vigilada, pero lo hice, logré contener unos minutos más el impulso de devolver.
Desde luego que lo pensé y sigo pensando la posibilidad. Algo en el fondo sigue lamentándose por todas esas calorías en mi estomago que más tarde se volverán grasa, pero decido obligarme a despejarme en la banca. Busco aire limpio de recuerdos y porque el asunto me está hostigando más que Max. Debo dejar de marearme con el aroma de la comida y de aborrecer disfrutarlo.
Las mismas personas de la mesa me pasan cerca mirándome sin disimulo como desde que aparecí en el comedor junto a ellos.
Lo entiendo, soy el bicho raro que acaba de ingresar. Deben querer adivinar el motivo.
—Hola.
Una chica se sienta a mi lado haciendo que despabile. Debe tener unos veinticinco años, es extremadamente delgada, fuera de lo sano, su cabello está teñido de un rubio muy agresivo, al grado de que estoy segura le tiró la mitad obtener ese dañino tono.
Hay algo en sus rasgos faciales que me resulta familiar. Tiene porte y gracia, aunque su imagen manda cuesta abajo todo.
—Te me haces conocida —menciona como si pudiera leer mi mente—. He trabajado en agencias, ¿es de ahí? Aunque no lo creo.
Me mira de los pies a la cabeza con una risa despectiva. Ya sé, mi cuerpo no es precisamente de comercial.
—No sé —reniego con sorna.
—Yo era modelo.
Mi estómago tiembla al creer reconocerla, ¿Jessica Rousseff?
—¿Y por qué terminaste aquí así de descuidada y demacrada? —le devuelve mi lado malvado.
—Algo sobre una dieta deficiente de calorías —Cambia de lugar su esquelética pierna—. ¿Tienes un cigarrillo?
—¡Por supuesto que no!
—Tranquila mojigata, si afuera no eras nadie aquí menos. Ni al caso tu reacción espantada.
—Cuidado como me hablas que no somos iguales, arrastrada.
El enojo de mi estómago viaja hacia mi garganta al reñir de forma visual.
A esta mujer la vi hace algunas semanas sumamente perfecta en las portadas que editaba el equipo de papá, usando un par de diseños de Merliah, lucía delgada, poderosa e imaginaria que en lo más alto del mundo.
♤
Tomo la toalla limpia que dejan en mi baño antes de las 6 am, así como la bata para cambiarme aprovechando que Gasparin se ausentó cuando vinieron por mí desde el desayuno.
Me quito lo que traigo puesto y dejo el chorro de agua humedecer mi piel. Veo con desánimo los productos de higiene personal, nada que ver con los que usaba en casa, mi cabello terminará como el Jess.
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Al terminar el otoño [L #3] - Último Otoño
Teen FictionUn productor acusado injustamente de desfalco ocultándose de las autoridades en una clínica psiquiátrica. Una joven con distintos complejos en reintegración. Una confusión que hará que ambos sean ingresados a la misma habitación donde él deberá co...