Capítulo |10 |- parte l

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Miranda Livingstone 

Sobre las cuatro am me despierto con el movimiento en el colchón y el aumento de luz en la habitación. Ya es casi habitual que Max se vaya sobre esta hora, a donde no lo sé. No suelo creer sus historias sobrenaturales.

—Debo irme a mi habitación, Demente.  —su cuerpo caliente me abraza fuerte  desde atrás dificultandome respirar.

—¿Tu habitación? 

—Sí, pero —me pega un post-it en la frente que me despego a prisa 《Nos vemos a las 3 pm en el jardín》—. Te veré más tarde.

Sin mayor complejo se levanta estirándose, dándome esa jodida y perfecta imagen de sus músculos trabajados enmarcando su espalda debajo de la camisa.

—Max —lo detengo—. ¿Ayer... te cuidaste?

Tira una sonrisa sombría profundizando el marrón de sus ojos. Dejando ver ese atractivo y seductor miel.

—¿Temes que te haga un Fantasmita? ¿No te gustaría ver una mini versión mía?

—Me caes mal grande que te voy a querer andar viendo en chiquito. 

—Con tus ojos.

Ni siquiera sé si quiero ser mamá. Sí me gustan los niños, pero mínimo espero que el papá este vivo y sea visible.

—Obviamente te vería con mis ojos, inepto —reclamo.

—Sí —se jacta terminando de acomodarse la camisa—. No te preocupes, sé lo que hago.

Asiente cínico después de encogerse de hombros al tiempo que señalo el muñeco que traje de la habitación de mi madre.

—¿Podrías llevártelo? Me da miedo. 

—Duermes con un fantasma, pero te asusta un muñeco, bien anormal.

Más tarde en el desayuno veo caer la pasta sobre el plato con desagrado, hoy han aumentado una cucharada más a mí objetivo de esta semana. Me es difícil no pensar que esto es todo carbohidratos, que no hay forma de sacarlo al cien por ciento de mi cuerpo y que seguramente he subido más de un kilo desde que ingresé.

—Estoy asqueada —comenta Jess viendo su plato y oprimiendo su pequeña cintura.

Comienza a volverse monótono las quejas de las chicas con sus platillos, las peleas contra esto y las repugnantes  tácticas que implementan para eliminarlo. 

—He escuchado que el nuevo tiene una gran fortuna —exhibe Sandra siguiendo la vista de Jessica sobre Max en la mesa conjunta.

—No es lo único que tiene grande —comenta Jess burlesca. Me centro en no confirmarlo—. Yo creo que otra es la rica, seguro te estas pudriendo en dinero Miranda, no veo otra manera de que todo eso esté detrás de ti.

La dejo ladrar cuanto quiere aunque me esté corriendo ácido por los intestinos. La clase es lo que nos distingue, así que me siento en total calma para responderle con educación. 

—Sé a la perfección que tus cuentas están muy interesantes también, no veo que estén muy pendientes de ti.

Hace una mueca nítida, sus ojerosos ojos se acentúan más hundidos de lo normal en su pálido rostro.

—Yo no necesito la atención de ninguno de estos inadaptados, allá afuera soy alguien. No una sin chiste más.

Una mano me aparta de ella llamando mi atención con un tirón. 

—No le hagas caso, así es Jess, siempre intenta estar sobre los demás, ser el centro de atención en donde se para. ¿Sabes? Fue modelo y no asimila que está tan perdida como el resto.

Al terminar el otoño [L #3] - Último Otoño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora