Capítulo final - parte 1

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Iniciemos con la propuesta de IG POR SI ALGUIEN SE LO PERDIÓ, se supone que sí este capítulo llega a más de 500 comentarios habrá una secuela (Enemy to lovers) sobre la juventud de Sam y Leo. Sin más disfrutemos el capítulo.

Maximiliam Snyder

Tres meses después.

El sonido de las olas del mar me despierta, ya es habitual encontrarme a Miranda admirandolo casi hipnotizada por el ventanal del balcón frente a nuestra cama, como si olvidara que puede salir a verlo de cerca.

Le aviento una almohada como proyectil y se gira solo con mi camisa puesta. Ni a mí se me ve tan espectacular como a ella.

—Jamás me cansaré de ver ese paisaje al abrir los ojos —murmuro acalorado con los primeros rayos de sol que se filtran a nuestra habitación.

—El mar es maravilloso Max.

—No hablaba del mar. ¿Te has visto recién levantada y con mis camisas?

Forma una frágil sonrisa empalmando sus manos contra el cristal.

—Sí me he visto, pero...

Me levanto a apretarla contra mí desde atrás compartiendo tan hermoso instante. En tan poco tiempo no podría cambiar todo lo que los demás le han dicho durante años, esa imagen que tiene de sí misma deberá desvanecerse día con día.

Quiero que se sienta tan bien por dentro que pueda exteriorizarlo, cuando toda esa nube de mentiras mal contadas le desempolve los ojos y se pueda ver como el resto la vemos; Fuerte y maravillosa.

—Te amo Miri.

—Yo más —besa mis labios—. Olvidé decirte buenos días.

—Buenos días —Le devuelvo—. ¿Dónde está Isaí?

—Salió a caminar temprano a la playa —sisea con desánimo.

—¿Cómo lo viste hoy?

—Animado, se probó más de tres conjuntos y me preguntó cuál se le veía mejor —una risita se escapa cerca de los hoyuelos de sus mejillas—. Y me pidió que le pintara más cejas.

—¿Y lo has hecho?

—Sí, desea mucho ver a los niños hoy. Y quiere lucir lo más parecido a lo que ellos recuerdan.

—¿Y su apetito?

—Solo comió tres cucharadas del pudin de avena, pues se cansa al masticar.

Cruzo mis brazos en su cintura y me hace mirarla.

—Pronto su energía regresará.

—Lo alcanzaré en un rato en la playa, no me gusta que ande solo.

—Intentemos no atosigarlo, querrá despejarse. Solo ve doctores, agujas, enfermeras y como van quedando vacías las camas de sus compañeros de tratamiento. Además querrá ponerse al tanto con los avances de la agencia y contigo como madre protectora no puede.

Miranda baja las persianas y se vuelve a mí con mirada de cachorro.

—¿Va a lograrlo?

—No soy médico o Dios, mi amor.

—No voy a resistir si él se va.

—No hagamos una cadena de esto, además con tus cuidados y cariño yo apuesto que sí.

—Lo escuché vomitar dos veces en la madrugada, está en los huesos y cada vez las quimioterapias son más rudas con él —Solloza desesperada con sus propios nervios haciendo cortocircuito—. Y aquella malnacida...

Al terminar el otoño [L #3] - Último Otoño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora