Veo rebotar a Daen dos veces del agarre de Aless con tal dejo que acaban derrumbándose en el suelo con golpes fieros y aprensivos. Los gritos de Catalina y los míos colmaron el estudio de pánico hasta hacer que tres hombres encargados de la recepción entraran a separarlos con dificultad, ambos estaban aprehendidos el uno del otro.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto a Aless revisando la moratura de su labio.
—Sabía que tenías la prueba hoy, tenía que decirte que sea cual sea tu decisión la voy a apoyar —hace una mueca de dolor cuando paso mi mano en su mentón.
—Me iré a Arias.
Abre los ojos sorpresivamente, y yo logro sonreír con los míos entrecerrados arrastrando el estorboso vestido para que salgamos de ahí.
—Primero deberías asegurarte que Snyder no sea uno de esos amores esporádicos, aunque está bien tener miles de esos antes de llegar al real.
—No voy por Max, quiero ir a la playa, ver la luminiscencia, caminar en las calles de piedra, comer un plato enorme de mariscos, ver la lluvia caer sobre el mar, tomarme un café en ese lugar que marcan como punto turístico, vivir mi duelo…
—Odias los mariscos y el café te altera.
—Omitiendo eso queda lo demás.
—Y de todos los sitios costeros irás a Arias —vacila como si no le doliera cada movimiento.
—Deberías conocerlo, si tiene una temperatura como a dos grados para el infierno, pero es acogedor, las vistas son impresionantes, las personas amables y… y el mar es fosforescente en la noche. Su gastronomía es única y…
—No tienes que convencerme, solo hazlo.
—¿Ya te dije que el mar es luminiscente? —replico ansiosa.
Aless se ríe antes de besar mi frente.
—Te amo mucho, siento que me haya tocado dar la cara por los tres siempre, ser el injusto, el hermano malo, el ausente y solo he querido lo mejor para ustedes dos… y si has decidido que en ese pueblo polvoriento estarás feliz "sola" —me sonrojo—. Estoy de acuerdo.
Pronto vemos a Daen discutir con su madre que intenta evitar que nos siga por lo que hago que Aless avance más rápido. Lo último que quiero es escuchar más insultos u otra pelea sin sentido.
—Vete ya, yo me encargo de ellos hermanita.
—Mi bolso se quedó en el perchero del estudio. Solo mi celular está en la guantera.
De su cartera saca una tarjeta negra, conozco bien ese límite del fondo por lo que una mirada sombría se forja en mí.
—Ve con esto, te envío el pin.
La tomo sin pensarlo, debo verme sumamente desequilibrada corriendo al estacionamiento con un vestido prácticamente robado. Tengo tantas ideas para con el que quemarlo conmigo debajo es lo menos descabellado.
Cerca de la llanta delantera encuentro el repuesto de la llave, lo enciendo y tomo camino. Cuando paso cerca de la acera veo a Daen retener a Aless, no se si de forma pacífica o con intenciones de cambiar nuestra versión, así que reprimo las ganas de arrollarlo y avanzo.
En la autopista subo todo el volumen, tendré ocho horas para pensar una buena excusa para presentarme ahí vestida así. En su defecto tener fe para encontrar un hostal por la nula anticipación.
El aire me acarició frío hasta llegar a la cercanías que fue cuando se tornó caliente y suave, pero aún así quemándome las mejillas para anunciarme que estoy en casa.
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Al terminar el otoño [L #3] - Último Otoño
Novela JuvenilUn productor acusado injustamente de desfalco ocultándose de las autoridades en una clínica psiquiátrica. Una joven con distintos complejos en reintegración. Una confusión que hará que ambos sean ingresados a la misma habitación donde él deberá co...