Capítulo |30|

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Miranda Livingstone 

—Traes cara de muerto —le dice Jolie a Aless al tomar el lugar continúo en el comedor.

—Anoche fue a seguir a la princesa que bebe como albañil —le respondo creando una mueca en la cara de él. 

—¡Uy, perdóname por no tener el servicio a domicilio como tú! 

Casi escupo el jugo verde cuando él repara sus huracanados ojos de Snyder  a mí. No dudo en empuñar mi mano en sus cabellos y él en intentar alejarme por la coleta que llevo.

—Vuelves a decir algo como eso y la siguiente vez que llegues saludando a San Pedro en lugar de ayudarte hundiré tu cabeza en el váter.

—Preferiría eso a seguir escuchando tus cochinadas cuando crees que me he quedado dormido.

Los niños y Jolie miran anonadados nuestra épica pelea. Sin dudas el único que se divierte es Maximiliam.

—Como si escucharte vomitar ahogado de borracho por ir con la fina dama de la embriaguez fuera lo más agradable.

—¡Claro, porque fijarse en un delincuente prófugo de la justicia es lo más decente!

—¡Cállate sanguijuela malparida!

—¡Malparida tú que te tuvieron que sacar por cesárea parásito cabezón!

—¿Me he perdido de algo? 

Pregunta Isaí desentendido cuando Alessandro y yo estamos por arrancarnos el cuero cabelludo el uno al otro. 

—No —respondemos al unísono soltandonos lento.

—Solo aclaro que estoy feliz de verlo con alguien de un sexo distinto al suyo —salpico tallando mi cabeza.

—La invité porque insististe —me recuerda haciendo círculos en su frente.

—Y me cae bien.

—¿Eso es que te cae bien? —chista Snyder sobre abriendo los ojos—. ¿Cómo es cuando alguien no te agrada Miranda?

—No quieres averiguarlo —le responde Jolie. 

Y es que así cambie todo de mí. Mis acciones pasadas me perseguirán toda la vida.

Después de tomar esa asquerosa infusión verde con ellos fui a entrenar. Es más sencillo controlar así la culpa después de "comer". Mi mente en un tóxico autorescate prefiere matarse entrenando que devolviendo.

Hago mucho ejercicio, el ochenta por ciento de lo que consumo es lechuga, y aún así todos los malditos días la báscula marca sobre setenta y cinco.

Estoy harta. 

Seco mi cabello al salir del baño, aún desaliñada miro lo que dejé sobre mi cama.

Unos jeans cafés de talle alto ajustados y un croptop amarillo con lazos sobre los hombros descubiertos. 

Con inseguridad me los pruebo. No lucen mal. Apenas se ve un poco de mi piel entre el pantalón y la blusa. Y le favorece a mi nenas.

Me hago una coleta alta y coloreo mis ojos optando por un delineado felino en negro con amarillo. En compañía de unos labios altamente rosas.

Tomo mi bolso, un abrigo largo y salgo. Voy sobre la hora a la agencia. Pude haber rechazado los cargos en sábado, ah no, pero alguien quería ser igual de eficiente que su hermano. 

Al terminar el otoño [L #3] - Último Otoño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora