El fantasma de la biblioteca

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He estado vagando en tantos libros de poesía que he perdido el camino a casa.
Recuerdo perfectamente los párrafos que solía leer y leer con rapidez, fluidez, con encanto en las palabras.

He estado tan perdida en libros que mi rostro está marcado de textos bellísimos, obras de autores conocidos y desconocidos.

Me libera entender tanto que transmiten, desearía que ojalá mis vida sea así de interesante y sublime, relajante sin mayor preocupación alguna.

Intentando memorizar cada meticulosa sílaba, cada comilla y cada acento, todo eso que conforma la frase perfecta en mi dialecto.

Plasmando mil imágenes ficticias en mi encuadre de imaginación sin fin, una eterna historia de mi protagonismo y un suspiro de libro viejo en mis recuerdos.

Me gusta imaginar que me deslizó por escaleras con ruedas por cada libro que he leído.
Siento esa conexión que añoran los escritores compulsivos como yo.
Admiro cada hoja impresa con palabras interesantes y proyectos artísticos inigualables.

Enmarcando lo importante de la lección de vida que me han dejado o subrayando lo favorito de esa escena en el libro, deseando con todas mi fuerzas ser yo quien ha pasado por esa situación.

Dejándome incompleta con el final de suspenso, enamorada de cada personaje de cuento y tan trillada y aferrada con el final que menos espere.

Me fascina la lectura que se plasma en mi alma, cómo constelaciones de novela artística y interés político en libros de historia.

Dejando en mi una sensación vacía cada que termino alguna historia.

Por eso amo está jungla de textos, amo ser el fantasma de biblioteca.

Trece, Who AmCe

El Valor De Un SentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora