Capítulo 8

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Había amanecido y los rayos del sol entraban por sus ventanales, se estiró y notó sensaciones en zonas que hacía mucho no sentía y recordó de golpe la noche pasada con K. Hacía unas horas él la había despertado y habían vuelto a hacer el amor y habían compartido una ducha, él se había despedido diciéndole que debían hablar en el desayuno y se había escabullido antes de que comenzara la actividad del palacio y le vieran salir de su suite.
No entendía de que debían hablar, habían cumplido con su trato, tuvieron su noche, y debía reconocer que había sido una noche inolvidable y maravillosa. Decidió que era mejor no encontrárselo y dejar las cosas como estaban, se puso su bikini y un vestido verde esmeralda a juego y salió a dar un paseo lejos de todo, necesitaba un rato a solas, escondida entre las rocas para ordenar sus pensamientos.
Mientras jugueteaba con los pies en el agua sentada en la arena, cayó en la cuenta de que no habían utilizado protección la noche anterior. Por un momento se le paró el corazón, quizás de eso quería hablar Keyllan, pero él ya se habría marchado de la isla aunque no había llegado a ver ni a escuchar salir el helicóptero, estando tan perdida en sus pensamientos. ¿Un hijo? Si la noche llegaba a tener consecuencias tendría que plantearse las cosas, ¿qué haría? ¿llamar a K para informarle? ¿no decirle jamás nada y esperar a que él nunca se enterara? La cabeza le daba vueltas y llevaba horas ahí sentada, decidió levantarse y emprender su regreso a palacio cuando escuchó varias voces llamándola a gritos, eran Sebastiano, su jefe de seguridad, y Keyllan. Ambos tenían los rostros desencajados y por un momento pensó que algo muy malo había tenido que suceder con su familia.
-Alteza, nos tenía preocupados, llevamos horas buscándola y llamándola sin éxito- el rostro de Sebastiano se veía claramente aliviado ahora que la tenía delante.
-Calma, Bastiano, he salido a despejarme y no he tenido en cuenta el tiempo, y me dejé el teléfono en la habitación, ¿qué ha ocurrido?
Keyllan tenía los brazos cruzados sobre el pecho y el gesto muy sombrío; iba vestido de negro de los pies a la cabeza y pudo percatarse de que llevaba su arma en la funda del pantalón y las dagas firmemente sujetas a su muslo izquierdo. La miraba como un ángel vengador que venía a por su alma, no abrió la boca.
- Mi señora, vuelvo a palacio para informar a sus hermanos y a su padre de que está a salvo, estaban muy preocupados; el señor McCarthy la informará de todo.- Tras decir aquello, salió corriendo de vuelta a sus obligaciones dejándola a merced de algo peor que una amenaza de bomba.
- ¿Qué ha ocurrido? podrías dejar de mirarme como si fuera tu peor enemigo y explicarme porque habéis acudido aquí con la delicadeza de dos elefantes en una cacharrería pegando gritos. Tú deberías estar ya lejos de aquí.
-Eres muy irresponsable, princesa; llevamos horas buscando desesperados. Marco y Elijah están como locos y tu pobre padre esta al borde de un ataque de nervios y tú estás aquí, disfrutando de las vistas, mientras los demás temíamos que pudieras ser víctima de un secuestro.
La estaba regañando como a una niña de 5 años.
-¿Secuestrada? ¿por qué demonios pensaríais eso?; vamos, K, cuando salí, todo estaba en orden, no había ni una amenaza a mi cabeza, solo necesitaba aire, reorganizar mi mente y estar a solas, sabes que eso en palacio es imposible.
La mirada de Keyllan se suavizó un poco, había estado muy preocupado por ella. Cuando Elijah le había informado de la amenaza a la Casa Real y de que Eli no estaba por ninguna parte, se había vuelto loco; pensar en que alguien la había secuestrado y le había hecho daño, le había desquiciado. Decidió ponerse a buscarla, por si acaso, y así la hallaron, en la orilla del mar, como una sirena con la melena ondeando al viento y mirando el horizonte. Ahora que estaba más calmado podía verla de verdad; ella daba por sentado que él se había marchado y fue en busca del silencio para organizar sus pensamientos, él lo entendía.
Estaba hermosa, ni una gota de maquillaje en ese rostro angelical, esos grandes y brillantes ojos le miraban inocentes buscando respuestas, su mirada fue bajando a su boca, esa maravilla que le había llevado al paraíso y sin poder controlarse la atrajo hacia él de golpe y la besó como si la vida le fuese en ello.
Elieanora no se esperaba ese beso, él estaba explorando su boca con la lengua mientras su mano derecha le sujetaba firmemente la cabeza y la izquierda la apretaba contra su cuerpo. Estaba tan pegada a él que podía sentir su excitación, su cuerpo, al igual que el de ella, reaccionaba con un solo beso y si ninguno de los dos paraba aquello, acabarían haciendo el amor en la playa.
Keyllan se separó un poco de su boca y tomó aire en forma de suspiro, le acarició los labios con el pulgar y la estrechó entre sus brazos con fuerza.
- Estaba muy preocupado, princesa; esta mañana ha llegado a palacio una caja que contenía la cabeza de uno de los agentes de seguridad de tu hermano Marco con una carta amenazando a los miembros de tu familia con la muerte. No conseguimos entender cómo se han podido acercar tanto y sospechamos que hay alguien de dentro que os ha traicionado, no han dado explicación alguna de porqué desean vuestra muerte. Deberíamos ir con tu familia y planear una estrategia para localizar y acabar con la amenaza.
La cogió de la mano y fueron corriendo en dirección a palacio.
-¡Dios santo!, pobre hombre, su familia estará destrozada- Eli no soportaba la idea de perder a uno de sus agentes, eran como de la familia, sabía que ellos morirían por ella, que era su trabajo pero no había tenido que pensar en ello desde el asesinato de su madre... - ¿Y si tuviera algo que ver con el asesinato de mi madre?
-Eso es lo que había pensado, pero necesitamos más información para sacar conclusiones

Un amor implacable - trilogía el poder del amor 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora