Capítulo 12

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Keyllan empezaba a sentirse ignorado, "Su princesita" llevaba media hora aporreando esa máquina con precisión quirúrgica, revisando y gruñendo suavemente, tenía un lápiz sujetando el moño y otro entre los dientes; esa mujer era muy buena en lo suyo, no lo dudaba, había escuchado cosas muy buenas sobre su forma de llevarlo todo y, sobre todo, lo había investigado; Elieanora no jugaba sucio, no le gustaban los "chanchullos" y se portaba como un hueso muy duro de roer cuando un trato le llamaba la atención. A él todo eso le parecía magnífico, él era igual, pero en esos momentos tenía una erección de campeonato provocada por su presencia y esa boca rosada... necesitaba besarla, tocarla y hacerle el amor. Sabía que se estaba enfurruñando como un niño, pero que le ignorase con esa facilidad le hería el ego.

Elieanora se sentía orgullosa de sí misma, ya había conseguido esclarecer cómo se había cometido el desfalco de Julius, se lo acababa de mandar todo a Cicero y los abogados se pondrían con ello ya, le sorprendía haber sido capaz de concentrarse en el trabajo y olvidarse del Dios que tenía al lado, que ahora mismo era un ser furibundo, su humor se había ennegrecido de la nada. Quizás le habían dado malas noticias o tenía información importante sobre los terroristas que les amenazaban.

- ¿Va todo bien, Keyllan?

Él se giró hacia ella de forma brusca y la miraba echando chispas por los ojos.

-Todo perfecto, ¿por qué? - le sorprendió mucho que ella le hablara de repente.

-Solo quería asegurarme, te noto tenso y quería cerciorarme de que no hubieses recibido malas noticias, tan solo eso, no quería importunarte- él estaba enfadado y era con ella, podía sentirlo, empezó a morderse el labio nerviosa.

Lo mejor sería tener una conversación de adultos de una vez por todas, asegurarse de a dónde iba todo aquello, porque él estaba furioso pero ella estaba aterrada, no sabía que terreno estaba pisando con ese hombre y tenía una necesidad imperiosa de saber a dónde les llevaba eso que estaba ocurriendo entre ambos, saber porqué insistió tanto en ser él su protector, necesitaba saber de una vez por todas qué era ella para él.

Elieanora respiró profundamente y se armó de valor para poner en palabras todos sus pensamientos.

- Tenemos que hablar, yo necesito que hablemos, no podemos jugar al gato y al ratón más Keyllan, ya no somos niños-ya está dicho, las puertas del infierno se habían abierto, ahora tocaba ver si acababan quemándose por el placer o por el dolor.

- Por una vez estoy de acuerdo contigo, no soporto tus silencios ni tu facilidad para ignorarme.

-No te estaba ignorando, quizás al principio un poco sí, pero solo estaba concentrada, no lo he hecho para herir tu ego, K, lo he hecho para protegerme.

-¿Protegerte?¿De qué?

- De ti, de mí, de esto que nos esta pasando. Me pediste una noche y accedí a ese trato; me puse furiosa en el despacho de Elijah porque rompiste ese acuerdo sin siquiera consultarme, no sé qué soy para ti y no tengo claro qué es lo que siento yo por ti pero tengo claro que no ha bastado con una noche. ¿Por qué has insistido tanto en ser mi guardaespaldas? Podías habérselo ordenado a cualquier otro- ya lo había soltado todo.

Keyllan se había quedado sin palabras, por un lado estaba aliviado al saber que Eli deseaba continuar con su relación, pero, por otro, le tenían muy confuso sus propias reacciones e impulsos y no sabía cómo explicárselo.

-No me ha sido suficiente con una noche, maldita sea, Elieanora, no creo que alguna vez sea suficiente, cuando estás cerca no actúo con el raciocinio habitual, no soy frío, ni calculador, ni metódico, me vuelvo un volcán que erupciona. Tenía que haber hablado antes contigo, eso es cierto pero todo sucedió muy deprisa, cuando desapareciste me volví loco, fue como dejar de respirar, volví a recuperarme cuando te vi en aquella playa tan tranquila y feliz, y fue muy natural el decidir ser tu protector, me da miedo poner tu seguridad en manos de cualquier otro, contigo no confío en nadie lo suficiente, ni en mi propio padre. No sé qué es esto que hay entre nosotros, no soy capaz o me aterra quizás ponerle una etiqueta, pero lleva toda la vida uniéndonos y me gustaría que lo intentaramos, no puedo saber cómo nos irá, o si en algún momento decidiremos tomar caminos diferentes pero mientras tanto me gustaría poder gozar de estas sensaciones tan nuevas sin ataduras y sin miedos. ¿Tú estás de acuerdo?

Un amor implacable - trilogía el poder del amor 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora