Capitulo 19

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La cocina estaba vacía y por el silencio tan absoluto Sebastiano se había llevado a los chicos a La Guarida y estaban encerrados ahí. Keyllan miraba la aparatología de la cocina como si de un enemigo mortal a derribar se tratara.

- ¿Puedo ayudar en algo?
- Sí, siéntate y cállate mientras hablo con los chicos y no insultes ni te enfrentes a Bas ¿me has oído?- le estaba riñendo como a un niño
- Yo no he insultado a "tu Bas".

Elieanora le apuntó con el dedo.
- Tú sí le has insultado al insinuar que no cumplía con el decoro propio de su puesto y más te vale que te disculpes, no solo es mi jefe de seguridad en palacio, sino que es un amigo.
- ¿Te he dicho ya que te has vuelto muy mandona con los años?
- Mandona no, querido, soy la futura reina de Esmeralda y como tal debo actuar.
- Me disculparé con él, y no porque tú me lo indiques sino porque es lo correcto, estábamos en una zona común y él solo es culpable de estar en el sitio equivocado en el momento menos indicado.
- Perfecto, voy a hacer tostadas francesas para todos y café, y les haré venir, a ver qué novedades nos traen. -estaba repasando mentalmente su agenda del día.
- ¿Hoy debes salir a la oficina?- quería asegurarse de tener un plan de fuga .
- Debo ir a la oficina, tengo las reunión a las 16:00, además debo hablar con mis empleados para organizarnos el trabajo y necesitaré recoger unas cuantas carpetas con documentación del despacho.
- ¿Tu hermano es un manitas de la informática y aún así utilizas papel?- quería tomarle un poco el pelo. La documentación importante la tenía en papel y guardada en la caja fuerte.
- Prometo que un día de estos acabaré enterrando tu cuerpo en el jardín de la urbanización.

Keyllan empezó a reírse con todas sus fuerzas mientras Elieanora le miraba como a un loco.
- Necesitas cafeína, está claro.
- Y comida, soy un hombre de grandes apetitos- se sentó en el taburete y alzo ambas manos en señal de rendición cuando ella le apuntó con un tenedor.

Eli llenó la cafetera de agua primero, después coloco el embudo y lo llenó de café, terminó por cerrar bien el depósito y colocó la cafetera en el fogón. Mientras el café se preparaba batió los huevos.
- ¿Te importaría rebanar el pan? Está en el armario que tengo al lado, segunda balda a la derecha. Que no sean muy gruesas.
- Me pongo a ello- abrió el armario que ella le indicó y localizó el pan, estaba mirando a su alrededor en busca de un cuchillo- ¿ dónde...?
Ella abrió el cajón que tenía a su izquierda y le entregó un cuchillo sonriéndole.
- Gracias.
- De nada.
Terminaron de preparar el desayuno en silencio, los platos estaban colocados sobre la encimera de la isla al igual que las tazas que ya estaban hasta arriba de café. Eli presionó un pequeño botón y habló.
- El desayuno está listo, podéis terminar de empolvaros la nariz más tarde.
No hizo falta más, se escucharon pasos y voces masculinas y en cuestión de segundos todos estaban sentados en su respectivo taburete, era obvio que era una costumbre bastante común.
- Haré las presentaciones, chicos, os presento a Keyllan McCarthy, será mi nueva "sombra" durante todo este embrollo, a nivel profesional y personal.

Un ''señora'' acompañado de una inclinación de cabezas fue la única contestación recibida. Nadie haría preguntas, no debía explicaciones a nadie y solo lo comentó por encima por cortesía y por evitar situaciones incómodas.
- Keyllan , ya conoces a Sebastiano Tucci, jefe de seguridad- fue señalando de izquierda a derecha a los demás miembros de la guardia real- Stefano Lombardo, Leandro Fiore, Ugo Rizzo y Vitale Mancini- uno por uno fueron estrechándose las manos.
- Mi señora- era la primera vez que Sebastiano se dirigía a ella directamente desde lo ocurrido en el gimnasio-, debe pasarme el planning de sus movimientos de esta semana para poder organizar a los muchachos. Creo que ya la han informado del segundo cadáver y justo antes de despegar hicieron llegar una nueva carta con amenazas.
- Esto ultimo no lo sabíamos. En cuanto a mis movimientos van a ser muy breves. He decidido trabajar desde aquí- todos asintieron , parecían muy satisfechos con esa decisión- esta tarde debo acudir a la oficina, no puedo cancelar la reunión, es de vital importancia y, como le he indicado a Keyllan, debo recoger algunas cosas.
- Organizaré la salida, alteza.
- Sebastiano, el domingo por la noche debo volar a Nueva York, tengo una gala, Keyllan y yo nos hospedaremos en mi mansión, no volareis conmigo, se harán cargo de mi seguridad los chicos de El Refugio, será un viaje muy breve, habremos regresado a Roma el martes por la noche o quizás de madrugada.
- Entendido.

Terminaron de desayunar manteniendo una conversación amena sobre la nueva adquisición de la princesa, un Bugatti Chiron Super Sport 300+, que descansaba en el garaje sin haber sido estrenado.
- En cuanto esta pesadilla acabe, pienso disfrutar de mi nuevo juguete.- todos rieron animados por el buen humor que había en el ambiente.

Entre todos recogieron la cocina, Sebastiano se llevó a sus hombres acompañado de Keyllan para poder trazar el plan de salida y plan de evacuación por si hiciera falta esa tarde. Se tomaban muy en serio su trabajo y no querían dejar cabos sueltos.

Elieanora tomó rumbo a su despacho, quería llamar a su padre y a sus hermanos para asegurarse de que estaban bien y, seguidamente, debía llamar a su secretaria, tenía trabajo atrasado. Aún no había terminado de trazar el plan de ataque con Archivald y con Layla, después de lo que Keyllan le había contado, ella tenía claro que esa mujer debía pagar por sus difamaciones.

La conversación con su padre y George fue muy escueta, ambos estaban enzarzados en una partida de golf y a pesar de los malos recuerdos su padre parecía disfrutar de la compañía de George.

Elijah estaba en medio de una reunión con un magnate chino, solo le pudo robar unos minutos y su hermano mayor le había asegurado que todo estaba bien, al parecer la carta seguía la pauta de las recibidas con anterioridad y tenían un parecido aterrador con lo recibido cuando secuestraron a su madre.

Por último, llamó a su adorado gemelo que contestó al primer tono.
- Voy a asesinar al idiota que me ha tocado de guardaespaldas, es odiosamente perfeccionista y está alerta a todo, no me deja ni a sol ni a sombra.
- Vamos, M, es su trabajo, ya lo sabes. Bas me contó la llegada de la nueva carta, todos están preocupados.
- Lo entiendo, y también estoy preocupado por la seguridad de mi familia, pero el tener a un gorila de un metro 97 de altura y 100 kg de músculo pisándome los talones, me está volviendo loco. Te prometo. Que un día de estos le dejo ko con algún tranquilizante para elefantes.- estaba realmente molesto y eso en Marco era de lo mas extraño.
- Es la primera vez en toda nuestra vida que tienes tantos problemas con alguien que trabaje contigo. Intenta calmarte, creo que todo esto te tiene muy irascible y quizás lo estás pagando todo con el pobre muchacho.
- Quizás, soy como un león enjaulado. Necesito salir, distraerme un poco... tú ya me entiendes-necesitaba una copa y una mujer sexy .
- Eres incorregible, pues queda con alguna de tus amigas en tu apartamento.
- Tienes razón, lo haré. ¿Qué haría yo sin tus sabios consejos? Y ahora, cuéntame, ¿qué tal todo con el gran y poderoso K?
- Hemos estado hablando, de su compromiso, de las mentiras y hemos decidido volver a empezar. Por cierto intenta recabar toda la información posible sobre Archibald Ambrouse.
- ¿Vas a prestarle el dinero?
- No. Robaron y difamaron a Keyllan, hundieron su reputación y le pegaron una paliza.
- Ya te dije que ese hombre no era trigo limpio.
- Lo sé, lo que haré es hacerle pagar cada una de sus fechorías, pero necesito toda la información posible para así poder urdir un plan a medida.
- Me pongo a ello, y Eli me alegro mucho de que os deis una segunda oportunidad. Lo vuestro es auténtico, siempre me ha parecido que erais el ejemplo de almas gemelas como nuestros padres. Te quiero, hermanita.
- Y yo a ti, cabeza loca.

Cortaron la comunicación y Eli se quedó mirando la Città Eterna*, esas vistas siempre la sosegaban pero en esta ocasión su mente fue directamente al recuerdo más doloroso de su vida y comenzó a rememorarlo nuevamente.



21 años atrás, secuestro de la reina Iara

Charles estaba leyendo tranquilamente el periódico, eran ya las ocho y media de la mañana, sus tres hijos habían despertado hace rato ya, pero había sido Marco el primero en acudir dando saltos a la cama de sus padres. Idara le había sonreído indulgentemente, besándole suavemente los labios y acariciando su mejilla.
- Te esperamos para desayunar, cucciolo*
- Se nos acabó la paz, farfalla*, enseguida estaré.

Idara se llevó a Marco y fue en busca de Elijah y Elieanora. Charles miraba al techo tan asombrado de su felicidad, era un hombre que lo tenía todo, era muy afortunado, tenía una mujer a la que amaba y que le amaba con locura, tres hijos maravillosos que en un futuro se convertirían en monarcas justos, en personas leales y de principios; su esposa y él daban mucha importancia a la crianza y a los valores que inculcaban a sus pequeños.
- Papá, papi, vamooooos, mamma* está haciendo tortitas y Leli dice que no me va a dejar ni una, ni una miguita siquiera- su hija le tiraba del brazo impaciente.
- Tesoro mío, ve tú primero, papá ira en un minuto.
- Un minuto de verdad, promételo.
- Lo prometo- ese pequeño terremoto prometía de mayor ser una joven fuerte, decidida y aún más cabezota que su madre.

Habían desayunado entre bromas y risas y, ahora, por fin Charles podía disfrutar de unos minutos para su lectura diaria del periódico. Su hijo mayor, Elijah estaba en el sillón que había a su mano derecha fingiendo leer con interés unas hojas del noticiero que su padre le entregó. Marco en cambio estaba desmontando un viejo teléfono que su abuelo le había regalado, ese chiquillo adoraba desmontar y volver a montar todo lo que tenía a su alcance. Elieanora estaba con su madre tocando entre ambas una pieza suave al piano. Cualquiera que viera la estampa pensaría que era una casa de locos, no de reyes.

Su hermosa reina en breve saldría a visitar varias boutiques del hotel donde se hospedaban, y el rey consorte iría con sus tres príncipes al cine que había en el recinto, le encantaba pasar tiempo con ellos, haciendo actividades corrientes y dejándoles disfrutar de simplemente ser niños, el protocolo pesaba mucho sobre esos hombros tan pequeños.
⁃ Vamos niños, tenéis que prepararos, bajamos en breve.

Marco estaba entusiasmado con la idea de comer palomitas, como en los anuncios que veía.
– ¿Habrá palomitas padre, y refrescos con pajitas?
-        Sí, tal y como te prometí- acarició con ternura los rizos de su hijo pequeño- corre a prepararte.
⁃ ¿Y habrá más niños? - Elieanora esperaba ansiosa la respuesta.
⁃ Sí, habrá más niños, pero recordad que es una película y debemos ser silenciosos, no podemos molestar a los demás.
⁃ ¿Entonces cómo jugaremos con otros niños?
⁃ Papá nos llevará al parque después, ¿recordáis? - Elijah los tranquilizó orgulloso de sí mismo por poder dar una solución a los pequeños.
⁃ Es cierto, vamos, M, debemos apresurarnos.

Los más pequeños salieron corriendo por el pasillo, detrás Elijah les seguía diciéndoles que dejarán de correr que se harían daño.

Charles estalló en carcajadas al ver la escena tan graciosa.
– ¿Qué es tan divertido, amore?
– nuestros hijos, lo estamos haciendo bien, Idara, son maravillosos. Tienen tu locura, tu pasión, esa forma tuya de ver el mundo.
– Tienen tu paciencia, tu corazón. Han sacado lo mejor de ambos. Hemos creado 3 terremotos maravillosos- le robó un beso apasionado a su marido.- y ahora me voy, hay un vestido precioso que va a ser mío.
–    Estarías preciosa con cualquier trapo, diviértete y llévate a alguien de seguridad.
- Te preocupas en exceso, amore*.
- Quizás, pero es mejor ir con cuidado, no salgas del recinto, Idara, recuerda, amor mío, que hay una amenaza sobre nuestras cabezas.
- No se me olvida, pero siempre hay alguien amenazando, no podemos vivir encerrados solo por miedo. - la reina volvió a besar a su rey antes de despedirse de sus hijos que ya estaban a punto de tumbar la puerta con tan de salir ya a su nueva aventura.- Divertíos mucho, os quiero mucho
- Y nosotros- cuatro voces contestaron casi al unísono, haciendo reír a Idara.

Había sido una tarde muy entretenida, había disfrutado comprando cosas para su familia y para ella, le estaban doliendo los pies y las manos de la cantidad de bolsas que llevaba, se arrepentía de no haber pedido a alguien de seguridad de la acompañara, en esos momentos le habría venido de lujo. Decidió que ya era hora de volver a la suite, seguramente Charles y los niños ya estarían allí, pero antes de subir se dispuso a sentarse en una cafetería y disfrutar de un espresso y un millefeuille*, mientras gozaba de tan maravillosas vistas . Estaba a punto de terminar esa delicia de postre cuando se vio interrumpida por una de las camareras que habían atendido su suite.
- Alteza, perdone que la interrumpa, pero me manda su Majestad el Rey
- ¿Qué ocurre?
- El rey solicita que me acompañe, me ha indicado que uno de los pequeños ha tenido un accidente mientras jugaba en el parque del hotel.
- Por Dios, ¿quién ha salido lastimado?, ¿está bien?- estaba muy alterada
- Señora, no le puedo indicar, si me acompaña, por favor.
- Sbrigati*, corre- sin pensárselo dos veces salió corriendo en busca de su familia dejando olvidadas sus bolsas .
- Sígame

La estaba llevando por varios pasillos conocidos y transitados tan solo por el personal, su angustia no la hizo ver el peligro que estaba corriendo, no fue consciente de ello hasta que la mujer que la guiaba abrió una puerta que daba a un oscuro y sucio callejón, cuando se dio cuenta de lo que ocurría y trató de salir corriendo por donde venía una poderosa mano, que la agarró del cabello y le tapó la boca para evitar que gritara, pidiendo auxilio, le inyectaron un potente sedante en el cuello.

- Ya la tenemos, no ha sido tan difícil- fue lo último que pudo escuchar la reina y su único alivio fue pensar que su amado y sus hijos estaban bien.


El calvario tan solo había comenzado, el secuestrador apuñaló a su cómplice para evitar así dejar cualquier cabo suelto que les pudiera llevar hasta ellos, ella había cumplido con su función, dejar la carta debajo de la puerta de la suite real y engatusar a la reina.

Charles llegó con los niños y al abrir la puerta se encontró a la guardia real reunida esperándolo. Algo malo estaba pasando y no veía a su esposa por ninguna parte, se le había helado la sangre.
- Niños, id a vuestra habitación y no salgáis hasta que yo os lo indique.- los niños obedecieron sin rechistar- ¿Dónde está Idara?
- Señor, no podemos localizar a la reina, acabamos de subir y nos hemos encontrado esta carta. Alteza, han secuestrado a la reina.
- ¿Qué exigen para liberarla?- no podía ser, debía ser un sueño, seguro en unos minutos acabaría entrando por la puerta riéndose escandalosamente y dejando un rastro de bolsas a su paso.
- Piden que la reina Idara y los futuros sucesores al trono del linaje de los Santini renuncien a su derecho al trono y marchen al exilio.- le tendieron la carta para leerla.

Charles se dejo caer en un sillón cabizbajo, sabía que ella jamás renunciaría al trono ni se dejaría chantajear, Idara moriría antes de acceder a los chantajes de sus secuestradores, él la conocía mejor que nadie.

Las horas fueron pasando lentamente, se había informado a las fuerzas de la ley y ya habían puesto en marcha el operativo de búsqueda y rescate; habían avisado a Tiziano y a Lionetta de lo ocurrido y estos ya habían llegado a París y estaban haciéndoles compañía a los tres príncipes que lloraban desconsolados preguntando por su madre y exigían que la rescataran de manos de los malos. A las 7 de la mañana siguiente, un pobre niño de las calles entregó a un policía del hotel un sobre, que contenía una cinta de video donde se podía ver y, sobre todo escuchar, la tortura a la que la reina era sometida y entre los gritos de dolor se negaba a renunciar al trono y a traicionar a su pueblo. Idara sabía que la estaban filmando y llorando, por lo que suplicaba a su padre y a su esposo que no cedieran bajo ningún concepto, las últimas palabras de la reina fueron:
- Te amo, Charles, siempre te amaré, cuida a mis pequeños, diles que les amo- un látigo cruzó su espalda y con un último grito de dolor, se desmayó.

Tres hombres encapuchados y con voces distorsionadas exigían que sus peticiones fueran cumplidas, daban hasta la mañana siguiente, si a las seis de la mañana del 15 de noviembre de 1996 no hacían el anuncio publico indicando que la familia Real Santini abdicaba, la asesinarían.

El rey emérito estaba sombrío, ver a su amada hija en aquellas condiciones le había roto el alma pero sabía que no debía ceder al chantaje, cumplirían todos con el deseo de su hija. Charles durmió a sus pequeños, que por esa vez dormirían los tres juntos, les contó lo valiente y fuerte que era su madre y lo mucho que les amaba pero en el fondo de su alma tenía la certeza de que no volvería a ver su sonrisa, a besar sus labios, que se habían dicho el día anterior su último ''te amo''y así fue, al no acceder a las peticiones de los terroristas, justo al romper el amanecer en las calles parisinas, el cuerpo torturado y sin vida de la reina Idara Santini fue arrojado en la entrada principal del hotel y el malhechor que lo hizo se quitó la vida para no dejar rastros.

La policía investigó sin éxito, el suicida no tenía nombre, ni pasado, no existía, era un fantasma. Allí comenzaría los meses de dolor, los años de llanto y miedos de los príncipes. Durante mucho tiempo les costó volver a sonreír y ser felices, ese crimen sin resolver ensombrecería eternamente sus vidas.




Las lágrimas corrían sin cesar por el rostro de Elieanora, llevaba mucho tiempo enterrando aquel recuerdo, el dolor no había desaparecido, nunca lo haría, la rabia por no haber detenido a los culpables les seguía corroyendo el alma a todos. La puerta se abrió y Keyllan la abrazó por detrás.
- ¿Ocurre algo?
- Estaba recordando la muerte de Madre- había agachado la cabeza avergonzada.

Keyllan le dio la vuelta y levanto su barbilla, le limpió las lágrimas con ternura, él mejor que nadie entendía su dolor, el infierno de no saber quién destrozó tu vida y saber que no recibieron castigo por su crimen.
- Recuérdala como era, dulce, amorosa.
- Ruidosa, terca...
- Me recuerda a cierta dama que yo conozco y amo.-
Las palabras habían salido de su boca sin más, y ella le estaba mirando desconcertada.
- Eli...
- Shhh -posó un dedo sobre sus labios para hacerle callar- yo también te amo, siempre te he amado y siempre lo haré. Tu eres mi destino, mi corazón.
- Tú das sentido a la palabra amor, princesa- la besó apasionadamente, intentando borrar los amargos recuerdos que la estaban atormentando.
- Hazme olvidar, K.

No hicieron falta más palabras, la alzó en brazos y la besó, ella le rodeó con sus piernas fundiéndose en ese íntimo abrazo, y así la llevó al dormitorio que compartían, a ambos les dio igual que alguien los viera, solo importaban ellos. Keyllan la depositó en la cama como si de una muñeca de porcelana se tratara, se desnudaron y se amaron con ternura borrando todo fantasma que les persiguiera.

Un amor implacable - trilogía el poder del amor 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora