Capítulo 6

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La cena resultó imposible, las conversaciones y el protocolo fueron agotadores y mantenerse centrada en su deber nunca había sido tan difícil. Para Elieanora el tiempo pasaba demasiado lentamente pero a la vez muy deprisa. Keyllan estuvo cerca de ella toda la noche, esperando, mirándola con el brillo de la expectación en la mirada. Cada poco tiempo él se las ingeniaba para conseguir rozarla, tocarle un hombro, acariciarle la mano con el pulgar, rozar sus muslos por debajo de la mesa y todo eso la tenía en estado de ebullición, estaba ardiendo, juraba que en cualquier momento sería capaz de encender las velas con rozarlas.

Keyllan estaba haciéndole ver lo mucho que la deseaba y con qué impaciencia esperaba que la madrugada cayera sobre ellos.

Elieanora, en cambio, estaba empezando a sentir miedo por haber accedido a acostarse con él, un hombre que le guardaba un rencor tan profundo y tenía la sensación de estar cometiendo un grave error, pero nada de eso conseguía matar la emoción que crecía en su interior con cada movimiento de las manecillas del reloj.

La celebración de la coronación de Elijah termino al fin y el nuevo rey de Zafiro y toda la familia Real fue despidiéndose de los invitados.

Eli al fin consiguió retirarse a sus habitaciones y sola en su dormitorio empezó a dar vueltas como un león enjaulado. Una creciente emoción nacía en sus entrañas y se apoderaba de su ser. Tendría que esperar a que todo el palacio se calmara y así poder pasar su noche con Keyllan. Los últimos nueve años se los había pasado repitiéndose que él no importaba y ahí estaba, impaciente, eufórica por entregarse a la pasión con el mismísimo diablo. ¿Y si todo salía mal? Es cierto que ya no era una adolescente, pero le llevaría mucho tiempo recuperarse de la humillación. ¿Cómo es que había accedido a esa locura? Cuanto más pensaba en ello, más se arrepentía de su SI. Frustrada y agotada decidió darse una ducha, pero al ir desnudándose una nueva oleada de preguntas se agolparon en su mente¿qué debía ponerse ahora? ¿Debía comportarse como una FEMME FATALE? ¿Qué esperaba Keyllan de ella?

Cabía la posibilidad de que él estuviera planteándose las mismas cosas que ella y quizás al final no acudiría en su busca. No, esa no era una posibilidad, recordó la última mirada ardiente que le dedico justo antes de retirarse a su habitación y supo con total exactitud que él vendría.

El agua calentó sus huesos y relajo todos sus músculos, llevaba en tensión todo el día. Al salir de la ducha se debatió con las opciones de conjuntos para ponerse. Había descartado el conjunto tan sexy de encaje negro, le parecía excesivo. También descarto su pijama de conejitos, por muy corto que fuera y por mucho que desquiciara a su hermano llevárselo puesto por lo revelador que era seguía siendo muy infantil. Al final se decantó por un camisón de seda que llegaba a la altura de medio muslo, de tirantes finos y con un pequeño adorno de encaje a la altura de los pechos, el escote en forma de V no era nada sutil pero tampoco descarado. Dejaba entrever sus pechos, pero seguía siendo recatado y había optado por el color champán.

Elieanora recordó los besos de Keyllan, esas manos fuertes sobre sus pechos, su boca succionando sus pezones. Años atrás la había hecho temblar y ahora todo sería más embriagador. Se dejó caer al borde de la cama, sintiéndose como un conejillo asustado, pero justo en ese instante Keyllan decidió aparecer abriendo la puerta, imponiendo su presencia nuevamente. Era hermoso.

Keyllan se quitó la corbata y se desabrochó los primeros botones de la camisa. Tenía la mandíbula y los hombros muy tensos y sus ojos brillaban de una forma casi inhumana. En sus labios se dibujó una sonrisa demasiado seductora mientras la miraba de arriba abajo, inspeccionándola.

- Hermosa, absoluta y cautivadoramente hermosa. -Susurró- Sabía que no te echarías para atrás.

- Ya estás aquí, así que podemos empezar- soltó nerviosa.

Keyllan cruzo la habitación como una pantera vigilando a su presa.

¿- Porque tanta prisa alteza? Tenemos toda la noche para nosotros y pienso darle buen uso, te lo aseguro- se acercó a ella y con un simple movimiento soltó su melena- Me h¡gustas con el pelo suelto, pareces una diosa!

Le agarro el pelo obligándola a echar la cabeza hacia atrás y la beso. La beso de esa tal forma que el mundo y los miedos dejaron de existir, solo quedaban sensaciones y ella se rindió por completo a él. Sus manos abandonaron su cabello y bajaron por su espalda dibujando con el contorno de su cuerpo. La boca de él descendió por su cuello, sus hombros, haciéndola ponerse de espaldas a el para que viera el reflejo de ambos en el espejo.

- Dios, sabes tan bien, eres perfecta. ¿Eres consciente de como me haces sentir? Me vuelves loco.

Elieanora se estremeció ante esas palabras, bajo esa mirada abrasadora. Las manos de Keyllan se fueron deslizando por su camisón y ella tuvo que hacer un gran esfuerzo por no contener la respiración. Keyllan le saco el camisón por la cabeza y volvió a deslizar sus manos por sus costados, subiendo lentamente hasta cubrirle los pechos, sus pulgares acariciaron sus pezones antes de darle la vuelta para colocarla de cara a el y la beso nuevamente, bebió de sus labios hasta quedarse saciado. Keyllan, ese era su Keyllan, el muchacho risueño y seductor que ella había amado, el chico al que una vez ofreció su virginidad y su corazón. La levanto haciendo que le rodeara con sus piernas y la llevo a la cama donde la tumbo suavemente y se incorporó para quitarse la camisa, los zapatos y los pantalones.

¨Per maraviglia¨, ese hombre era hermoso. Ya le había visto desnudo en el pasado, pero ahora era mucho mejor, aun en ropa interior Elieanora observo que el tiempo no hizo más que mejorar a aquel espécimen. Anchos hombros, un pecho musculoso y fuerte. Eli se quedó mirando la suave línea de vello que descendía por su perfecto estómago hasta su bóxer de seda negros. El enorme bulto que se marcaba la hizo temblar. No había manera de acomodarse a él, a la primera... Y justo en ese instante se quitó la última prenda que le cubría y ella se quedó con el aire atascado en la garganta. Quería decir algo, cualquier cosa, pero era incapaz. Keyllan se tumbó a su lado y bebió de su boca una vez más, ese hombre hacía que la definición de ''beso'' cambiara completamente. La mano de él acuno su seno cálido y suave y ella se arqueó acercándose más a él. Keyllan se llenó la boca con su pecho, deslizando la lengua por su pezón, mordisqueándolo suavemente. Ella quería más, necesitaba más, se lo hizo saber acariciando su espalda, bajando sus manos a sus glúteos y clavándole las uñas, en respuesta Keyllan gruño y empezó a bajar sus manos a sus muslos, acariciándola hasta llegar a su objetivo final. Él era un experto y ella no había practicado tanto y ahora se arrepentía de no haberle dedicado más tiempo al campo físico de las relaciones con el sexo opuesto. Los dedos de Keyllan descendieron más, haciéndola gemir, él sintió su humedad e introdujo uno de sus dedos en su interior.

Un amor implacable - trilogía el poder del amor 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora