Epílogo

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El barco del acercó a la orilla y dejó a los recién casados solos en su isla privada. Elieanora seguía llevando su vestido de novia y Keyllan su perfecto traje. Su soldado le había pedido que se lo dejara puesto, quería ser él mismo en su noche de bodas el que se o quitara. La alzo en brazos metiéndola en volandas en la casa.

—En la primera planta está nuestro dormitorio.
—A sus órdenes mi reina.
Keyllan subió los escalones mientras besuqueaba el cuello de su esposa, al llegar a la planta de arriba descubrió que era el dormitorio completo así que la bajo al suelo y se alejó unos pasos para admirarla.

—Preciosa, absolutamente preciosa.

Volvió a acercarse y tomó su rostro entre sus manos, besándola con pasión, sus dedos hábiles fueron bajando la cremallera del vestido que cayó a sus pies dejándola en un sexy conjunto blanco de seda y encaje. Keyllan la estaba devorando con la mirada y Elieanora estaba cada vez más excitada y húmeda. 

La volvió a alzar en brazos y la dejó sobre la cama mientras él se desvestía lentamente, Elieanora deseaba poder tocarle y besarle. Solo de dejo los calzoncillos de seda negros que ya marcaban una erección imponente, se acercó a su bella dama y con los dientes fue bajándole la liga que tenia en el muslo derecho, siguió besando cada parte de su anatomía , desde el muslo hasta la punta de los pies y vuelta a comenzar hasta que su traviesa boca alcanzo el vértice de sus muslos.

—¿Me deseas?
—Demasiado.
—Me vuelves loco, mi amor.

Le bajó las braguitas de encaje con delicadeza y posó su traviesa boca en su zona más sensible, estaba húmeda y preparada para él. Mientras su hábil lengua jugaba con sus pliegues sus manos coronaron sus pechos, masajeando y estimulándolos. Introdujo dos dedos en su interior haciéndola gemir y busco su boca para besarla como llevaba horas deseando. Sus dedos siguieron penetrándola mientras Keyllan mordisqueaba sus endurecidos pezones.
—Por favor K.
—Shh no tenemos prisa alteza.

Siguió con sus hábiles movimientos hasta conseguir que ella estallara en un dulce orgasmo. Le quitó el encaje que aún cubría sus pechos y lo arrojó en alguna parte de la estancia, lo mismo hizo con sus calzoncillos. Las caderas de Eli se movían, buscándole, sus dedos acariciaban su espalda, sus glúteos. Keyllan gimió ante su toque. Eli tomó entre sus dedos su erección y empezó a masajearla.

—Me estas matando, si me tocas no soy capaz de pensar.
—No pienses, hazme el amor. Por favor, te necesito. —se relamió los labios lo que hizo que Keyllan se excitara más aún si era posible.
—Dime que deseas. —estaba ansioso por saber qué deseaba ella.
—Hubo una vez que me preguntaste si confiaba en ti... ¿repetimos?
—Maldición, si, si- dios la adoraba—eres mi perdición Elieanora. Volvió a besarla de esa forma tan especial que a ella la hacía perder la cabeza.
—Ponte de rodillas.
—Mandón...
—Perfecta.

Bajo un poco su pecho para que tocara el colchón, dejando ese trasero perfecto como única distracción. Sus fuertes manos tomaron las caderas de la princesa y la penetró con un único movimiento. Los gemidos de placer de la princesa inundaban la estancia, sus movimientos eran firmes y potentes, con cada embestida ambos estaban más cerca del cielo. Los movimientos de fueron acelerando hasta que ambos estallaron en un orgasmo perfecto. Keyllan salió de su cálido interior y se tumbó en la cama llevándola consigo, Eli estaba tumbada sobre él.

—Soy tu esclava, cuando me haces el amor me olvido de todo.
—No sé yo quien es esclavo de quien. —La risa suave de él era una delicia.

Elieanora le seguía deseando, así que empezó a acariciar su pecho con la punta de los dedos y con su lengua comenzó a juguetear con los pezones masculinos. Se incorporó y se colocó a horcajadas sobre él, acariciando y besando su pecho y bajando lentamente hasta su miembro semierecto. Elieanora lo tomó entre sus labios, succionando como había descubierto que le gustaba, haciéndole gemir sin control. Las manos de Keyllan guiaban con delicadeza su cabeza. Unos segundos después Eli le liberó y se con un movimiento ágil lo tomó en su interior, comenzando a cabalgar como nunca antes, Keyllan tenía sus pechos entre sus manos y daba pequeños tirones a sus rosados pezones, con una acrobacia rápida se colocó encima de ella haciendo que le rodeara con las piernas mientras él empujaba con fuerza en su interior, se movieron en sintonía en el baile más antiguo que haya existido jamás hasta que con un gemido profundo ambos llegaron a otro orgasmo atronador.

Se quedaron desnudos, abrazados durante horas y justo antes de que el sueño les venciera sus palabras inundaron la isla.

—Te amo Elieanora, ayer, hoy, mañana y siempre. Te amare, respetare y honraré, amare a nuestros hijo y cuidare de nuestro pueblo como tu rey consorte.  Te amare y te protegeré con mi vida.

Keyllan acaricio y beso la cicatriz que descansaba
sobre el corazón de la princesa como muestra del
amor y de sacrificio

—No vuelvas a cometer una locura así nunca más.
—No puedo prometerte eso, pero prometo que te amare a ti y a nuestros futuros hijos por encima de todo y será un honor para mí tenerte a mi lado reinando. Tú haces que la vida tenga sentido.

Con un último beso, se quedaron dormidos, era el principio de su nueva vida.

Larga vida a la reina Elieanora y al rey Keyllan.






                                                  ¿FIN?

Un amor implacable - trilogía el poder del amor 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora