Keyllan le quitó el vestido y lo tiró al suelo, tan solo estaba cubierta por unas braguitas de encaje del mismo tono que el vestido, podía sentir la humedad de entre sus muslos a través de la tela de sus pantalones, mientras él seguía entretenido con los pechos de Eli que se habían convertido en su obsesion número 1, su seductora le estaba acariciando a traves de la tela y había empezado a quitarle el cinturón con dedos hábiles, había creado un monstruo la noche anterior.
Con un movimiento ágil, las braguitas quedaron destrozadas y él se las guardó en el bolsillo con un guiño y acto seguido se arrancó la camisa llenando todo el suelo de botones.
-Pobre camisa, eres un poco salvaje, soldado.
-Bruja, eres una bruja que me ha hechizado-
Eli le habia desabrochado los pantalones y con una seguridad en sí misma que no sabía de donde había salido liberó su miembro de la cárcel de su ropa interior. Iba a hacer el amor con Keyllan en medio del oceano a 12000 metros de altura sin ningún pudor en los sillones del avión. Era una descarada y no se reconocía, pero le gustaba y a él también, no criticaba su atrevimiento solo le excitaba mas.
-Te haré gritar mi nombre, Eli, solo el mío.
-Promesas, promesas...
Keyllan la levantó un momento y estaba a punto de zambullirse en su cálido interior cuando Eli le sacó de su ensoñación.
-Keyllan, deberíamos usar protección, yo no tomo nada y ya hemos corrido un riesgo- se había avergonzado al pedírselo pero no quería ser una inconsciente.
-Nunca te avergüences por querer cuidarte, Eli, me siento orgulloso de que lo hayas hecho y quiero que sepas que la noche anterior perdí el control y me olvidé, no volverá a ocurrir y si nuestro encuentro ha engendrado una nueva vida estaré a tu lado, jamás lo dudes.-le dio un beso tierno en la punta de la nariz, se sentía orgulloso por la actitud de ella.
-Gracias Keyllan y nunca dudaría de tu compromiso- sabía que él estaría a su lado pero no quería que fuese esa la razón, no quería un hombre atado a ella por una obligación sino por sus sentimientos, pero no pensaría en ello, solo quería disfrutar de él mientras aquello durase.- Por favor, K.
Era un hombre experimentado y tenía a mano el paquetito dorado y con una habilidad pasmosa se lo colocó, la volvió a levantar por las caderas mordisqueando sus rosados pezones y la fue bajando por su longitud hasta estar completamente dentro de ella y cuando lo hubo conseguido se apoderó de su boca como solo él sabía hacer.
Sus cuerpos se movían en sintonía, era como si se conocieran a la perfección, no se sabía dónde comenzaba uno y terminaba el otro, sus gemidos inundaba la cabina. Keyllan escogió ese instante para tocar con suaves círculos su punto más sensible y eso la hizo volverse loca, la presión que sentía entre los muslos era enorme y una bola de fuego como el sol se estaba acumulando en su vientre.
Keyllan estaba a punto de alcanzar su propio clímax pero se negaba a hacerlo sin ella, sus movimientos se tornaron más rápidos y feroces, esa mujer le volvía loco, no se cansaría de tenerla así nunca, era como una droga, una vez probada siempre se quería más. Con unos movimientos habilidosos más, ambos gritaron llegando al cielo juntos.
Elieanora apoyó su cabeza en el hombro de Keyllan dándole un beso sobre el corazón, él seguía latiendo en su interior y la tenía fuertemente abrazada a él. Le levantó el rostro y le dio un beso delicado.
-Eres increíble, pequeña, no he deseado a nadie tanto en mi vida, me haces perder la razón.
-Usted tampoco lo hace nada mal.
K le dio un beso rápido y la levantó llevándosela consigo al baño, ambos debían darse una duchita despues de ese encuentro.
-Déjame preparar el agua
Eli le dejo hacer, le vio ocupándose de tirar el preservativo que habían usado, había colocado un par de toallas esponjosas en el lavabo y estaba saliendo vapor de la ducha. Le tendió la mano y la metió entre las nubes calientes. Ella alcanzó una suave esponja pero cuando iba a enjabonarla fue cuando él se la quitó de las manos.
-Déjame a mí.
Vertió un poco de gel sobre la esponja e hizo espuma, se dejó caer de rodillas ante ella y empezó a enjabonarle desde los deditos de los pies hasta los muslos, subiendo por su estomago plano pero fuerte, llegando a sus pechos.
-Date la vuelta-
Keyllan siguió con su tarea y ella se estaba volviendo a excitar, cuando pensó que ya había terminado, la abrazó por detrás y guió su mano entre sus piernas.
-Voy a limpiarte enterita-le mordisqueó el lóbulo de la oreja, acarició sus pechos y pellizcó sus sensibilizados pezones.
-K...
-¿Sí?-
-Ahora me toca a mí enjabonarte-
-No puedo esperar a que lo hagas, dulzura- le volvía loco, loco de deseo,loco de algo más que pensó haber enterrado hace mucho, loco de amor.
Aclaró toda la espuma del cuerpo de ella y le pasó la esponja, se dejaría torturar por ese Ángel así un millón de veces, quería ver como ella le tocaba, le exploraba. Saber que era el único hombre que la había tocado y tomado le había vuelto muy posesivo y quería ser el único al que ella exploraría y conocería tan íntimamente.
Ella repitió los movimientos que él había seguido pero evitando sus partes nobles que volvían a despertarse. Le aclaró toda la espuma que había en cada uno de esos músculos.
-Ya estás -suspiró satisfecha, volvía a desearle
-Creo que no, señorita- y la estrechó una vez más entre sus brazos dándole uno de esos besos que le nublaban el juicio, él volvía a estar completamente listo para ella pero le dio la vuelta dejándola apoyada en su pecho dándose un festín estimulándole los pechos con sus manos. Mientras con la mano izquierda endurecía ese pezón rosado y dulce, su otra mano fue bajando a su núcleo y empezó a acariciarla. La cabeza de Eli cayó, quedándose apoyada en el hombro de él mientras sus dedos hacían magia en su zona mas sensible. Acarició y atormentó cada rincón y, cuando ella creía no ser capaz de aguantar más, K introdujo uno de sus dedos en su interior mientras que con el pulgar hacia pequeños círculos en su montículo de nervios, un dedo más se sumó al juego y Eli se rompió en mil pedazos sobre la mano de K. Le dio la vuelta y beso a su jadeante princesa, tenía las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes.
-Eres maravillosa, respondes de maravilla, Eli.-siguió besándola
Ella quería devolverle el "favor", siempre había querido probar una cosa pero le daba vergüenza, no sabía cómo hacerlo ni cómo decírselo. Él notó el cambio en ella.
-Eli, mírame, si he dicho algo que te ha avergonzado lo siento, no ha sido mi intención, todo lo contrario, yo .... Maldita sea... ¡ME VUELVES LOCO DE DESEO!, mujer.
-No es eso... yo...yo-
Estaba mirando al suelo roja como un tomate y Keyllan ya sentía verdadera curiosidad, esa mujer era una total contradicción, pasaba de ser una descarada y una sirena seductora a una doncella pudorosa en cuestión de segundos.
— Dime que deseas, princesa- el solo la estaba mirando a la espera de sus instrucciones, quería que ella decidiera.
–Bésame ... –susurró Eli y él se acercó a ella y le tomó el cuello con las manos para besarla. En un segundo juntó su boca a la de ella y abrió la boca para meterle la lengua y buscar la suya para entrelazarlas. Elieanora se incorporó más y lo abrazó por el cuello para acercarlo más y dejar que hiciera lo que estaba queriendo hacer.
Keyllan respiraba agitado, no quería detenerse, quería estar completamente dentro de ella nuevamente, quería tener la lengua en su garganta y cuando con una mano le tomó la cintura y la pegó a su cuerpo, gimió totalmente excitado. Empezó a besarle el rostro, el cuello, a lamerla, olerla, sentirla por todas partes.
Elieanora se escuchó a sí misma gemir, nunca antes había sentido lo que estaba sintiendo.
Cuando Keyllan sintió los dedos de la muchacha rodeando su miembro, se tensó por el deseó que ardía en sus venas y soltó un resoplido.
-Qué quieres hacer, Eli?-no iba a obligarla a hacer nada pero, por Dios Santo, soñaba con estar en su boca. Esa boca era perfecta.
-Yo- seguía con el rostro como un tomate
-No tengas vergüenza, Eli, nunca, conmigo siempre podrás decir lo que piensas y lo que deseas, ¡entiéndelo!
-Quiero ...probarte... como un helado.- música para los oídos de cualquier hombre del planeta.
–Hazlo –dijo–. ¡Tómame!
Eli estaba tan excitada como él y se moría de ganas de agarrarlo, chuparlo, meterlo por completo en su boca y jugar con él como si de un juguete se tratara.
Elieanora lo miró y luego al pene que sostenía entre las dos manos. Respiró profundo, se arrodilló delante de él, bajó la cabeza, podía sentir la excitación en todo su cuerpo. Ella quería eso más que nada en el mundo y él estaba esperando que le hiciera sentir el placer que por tanto tiempo los dos se habían negado.
Abrió la boca y empezó pasando la lengua por el miembro que a cada momento que pasaba se ponía más grande y duro. Mientras, escuchaba los jadeos del hombre que se retorcía bajo su cuerpo y le pedía que no se detuviera. Y ella lo complació.
Keyllan respiraba agitado, realmente no podía controlarse. Estaba alcanzando su orgasmo y no quería hacerlo en su boca, no la primera vez de ella hacía eso, era demasiado violento. Delicadamente la aparto de él, la incorporó y buscó su boca. La besó repetidamente mientras la hacía envolverlo con sus piernas y la dejaba con la espalda pegada al frío mármol de la pared de la ducha.
Eli gimió con los brazos en torno al cuello de K y la lengua en su garganta.
Empezó por volver a masajear, acariciar y tocar todos los puntos sensibles de su cuerpo, buscó sus labios, por millonésima vez y la besó ,su cuerpo se pegó al de ella para penetrarla. Cuando Eli levantó las caderas al sentir su miembro entre las piernas, supo que era el momento, estaba húmeda, lista para recibirlo, y él suspiró aliviado, porque ya no podía esperar más. Comenzó a avanzar lentamente, centímetros a centímetro, asegurándose de que ella estuviera bien.
Eli le agarraba por los hombros y él avanzó el ultimo tramo de una embestida fuerte y se quedó quieto.
- ¿Todo bien, princesa? ¿Te he hecho daño?
- Estoy bien, no te detengas, por favor
- Bésame, cariño.
Eli levantó las caderas y gimió, realmente le gustaba lo que estaba sintiendo. Ese hombre había hecho de ella una insaciable. Se aferró al cuerpo de ese magnífico hombre y cerró las piernas para mantenerlo dentro suyo y que no saliera todavía. El hombre la miró, sonrió y entendió perfectamente.
–Querida, no me iré a ningún lado –dijo–. Todavía tengo mucho por hacer contigo hoy, esta noche y las que vendrán.
Se inclinó sobre su rostro y depositó un beso en los labios y cayó en la cuenta de que, por segunda vez, se le olvidó el preservativo.
- Diablos Eli, perdóname, yo no me puse otro preservativo.
-Tranquilo, no es culpa tuya, ambos hemos perdido la cabeza, mañana iré con mi ginecóloga y le pediré consejo para que esto no nos vuelva a ocurrir.
Keyllan la envolvió en una mullida toalla y se la llevó al dormitorio del Jet, se acurrucaron y el último pensamiento que él tuvo fue el de que Elieanora quería seguir con su aventura y eso le hizo inmensamente feliz.
¡Había sido el mejor vuelo de toda su vida
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Un amor implacable - trilogía el poder del amor 1
RomanceLa vida de la princesa Elianora Santini siempre ha estado marcada por el peso de su deber real. Como miembro de la realeza, sabe que su vida no le pertenece y que debe actuar según las necesidades de su país, incluso si eso significa sacrificar sus...