Ash
Los días pasaron tan rápido que sin darme cuenta ya era el día en el que íbamos al retiro. Y ahí me encontraba yo, a la hora justa, siete y media de la mañana en la puerta de la universidad charlando con más gente que también iba. Ni Ainhoa ni Anna mostraban en pelo, ya se estaban a punto de hacer las ocho cuando los vi a los tres en paquete llegando.
– ¡Lo sentimos! El metro se atoró en Catalunya. -grita Aina excusándose y llevándose por delante a Anna que a la pobre se la veía muertísima.
– ¡Tú pagarás la primera ronda de bebidas! -grita un chico respondiendo a su excusa.
Un montón más de gente se pusieron a decirle cosas y a abuchearla, ella los ignoró y vino a mi.
– Lo siento tía, te invitaré a comer. -dice dándome dos besos.
– No importa. -devuelvo el saludo y me enciendo un cigarro. Miro a Anna.- ¿Que tal?
– Agotada, encima de que no me gusta madrugar, esta no me ha dejado dormir. -contesta con los ojos cerrados y triste.
Mire a Aina picara.
– Serás desalmada... -digo entre risas.
Me gustaba la pareja que hacían. Al contrario de Ainhoa, que era de las típicas "chicas malas" así como yo, era muy rosita, muy femenina. Tan delicada como una rosa, muy bajita y delgaducha como una ramita de palo. Siempre llevaba algún color chillón; si no era en una prenda de vestir, en el bolso, o en colgante o pendientes. También en calcetines. Siempre iba con coletas. Ni en invierno la he visto una sola vez con el pelo suelto. Tan diferente a Ainhoa que era tan de ropa negra o oscura, pelo siempre suelto y castaño oscuro, puede que hasta sin peinar. Si bien si era femenina y coqueta, nunca la había visto en un plan cariñoso hasta que Anna apareció en su vida. ¿Como es el amor verdad?
– ¿Ann, donde iré yo? -pregunta de repente una voz a lo lejos.- Yo veo todos los asientos ocupados.
Lo miré de arriba a bajo. No me corte un pelo, era un escaneo de pies a cabeza.
– Bueno es que tú no vas en coche señorito. -Le dije intentando pincharle.
Aina se apartó y dejó a la vista mi preciosa moto negra.
Me miró y se rió:
– No. Yo ahí no me subo ni aún que me paguen. -dice de inmediato.
Obviamente, me lo esperaba.
– Vamos, no seas así Eiden. Solo son cuatro horas, y no hace frío. -Intenta convencerle Anna.
– ¡¿Solo cuatro?!
– ¿Acaso crees que conduzco mal? -pregunto.- ¿O es por que soy mujer?
Hice el ademán de hacerme la ofendida pero no pude contener la risotada.
– ¿Que es tan gracioso? -Preguntó serio.
– ¿Le tienes miedo?
Hubo un silencio y nos miramos. De repente me sentí incómoda.
– Ann ven conmigo en la moto entonces.
– No. -Contestó Ainhoa.- Ella viene conmigo en el coche.
– Joder. -Rechisté.
– Eiden no seas gilipollas y móntate. Nosotras vamos a guardar las cosas, pon tu maleta en el coche blanco. -Dijo y se fué.
Otro silencio incómodo hizo presencia entre nosotros. Decidí hablar, odiaba los silencios.
– No tienes más remedio que venir conmigo. -Dije dándole la espalda.- Si tienes miedo cierras los ojos y ya está.
– Parece que tú y yo nunca nos llevaremos bien. - Comentó de repente.
Hice una risa amarga y lo miré.
– Parece ser. -Me puse el casco y le di a él otro.- Pero intentemos... no demostrarlo mucho.
– Eso tienes que hacerlo tú, Ash. -Tomó el casco.
Por supuesto, él tenía razón.– ¡Agárrate a mi cintura! -Grité para que me escuchara.
– Puedo agarrarme de los mancillares de atrás.
Cabezota como el mismo, claro que si, pero iba a conseguir que se agarrase; acelere de golpe y por supuesto se agarro asustado a mi cintura.
– ¿No es tan difícil verdad? -Pregunté alegre a mi victoria.
– Tira a delante que los perdemos.
El viaje después de que los dos estuviésemos cómodos en la moto, por un momento se hizo llevadero, hasta que paramos en la gasolinera.– Yo no necesito nada. -Le decía al café con leche mientras me sacaba el casco.
– Entonces voy con Ann a por algo para beber. -Contestó alejándose.
Pensé en ir al baño, así que hacía allí me dirigí. Tenía en cuenta que Eiden no lo sabía así que le dije a Ainhoa que le avisase. Salí del baño y me lo encontré ahí.
– ¿También fuiste al baño? -Pregunté lavándome las manos.
– Me dijeron que venga a buscarte al baño. -Contestó.
Le mire con una mueca. Decidí ignorarlo y salí del baño de camino a la moto. ¿Con que me topé?
– ¿Donde están todos?
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Voz de ceniza
RomanceLa vida nunca es como una piensa que será. Eiden nunca pensaría que se enamoraría de esa manera, y Ashley nunca pensó enamorarse en ninguno de los sentidos de la palabra. ¿Será ella capaz? La cobardía consumía desde dentro. ¿Él lidiará con el echo...