Eiden
Por la mañana, todos ya tenían sus cosas en los coches, muchos resacosos estaban tirados en el sofá rogando piedad a sus dolores de cabeza, mientras el resto limpiaban y recogían restos de pertenencias. Yo ya estaba listo y preparado, pero no había rastro de Ash.
Me acerqué a Ainhoa.
— ¿Has visto a Ash?
— No... -Se enderezó y me miró.- ¿Que pasa?
Pude comprobar que se tenia las mismas sospechas que Ann.
— Es para poner algunas cosas en la moto y tal.
— Ah... ni idea. Tal vez esté fumándose un piti.
— Buen día... -Bostezó Anna saliendo detrás de Aina.- ¿Dormiste bien?
Es tan adorable por las mañanas. Le acaricié la cabeza.
— Muy bien. ¿Tu?
— Bienn.
Intenté responderle pero de repente el sonido de un motor estruendoso interrumpió el lugar. Todos se dieron la vuelta y vi la moto negra de Ash entrar al lugar. Su delgada figura tenía puesto la parte de arriba de un bikini azul y un tejano corto que dejaba ver todo su vientre. Al quitarse el casco, todo su pelo cayó en cascada, reflejando así sus destellos dorados y sus ojos verdosos se toparon con los míos. Caminaba como una modelo. Segura de sí misma, moviendo la cadera, a pesar de su obvio enfado.
— ¿Estás listo?
Ni un hola.
— Si.
Señaló la moto con la cabeza.
— Monta.
Le hice caso, sabia por que estaba cabreada, no quería meter más leña al fuego. Una parte muy grande de mi, se alegraba de que ese cabreo fuese obra mía, por dejara con el calentón la noche anterior.
— Si que vas fresca. -Le dijo Ainhoa a Ash.
— Ahora me iré a cambiar. Ni yo disfruto de estar así vestida.
Pues vaya. Era un regalo para la vista.A los cinco minutos, apareció de nuevo con otra ropa. Seguía con el mismo sujetador de bikini, pero esta vez, con unos pantalones cortos negros y altos. La cubría una chaquetilla de cuero negra. Estaba preciosa.
— ¿Nos vamos ya?
— Si. Ponte el casco.
Se hizo un silencio y sonreí. Su pelo caía en cascada por detrás de su oreja, su naricita punzante resoplaba y me entraron unas ganas locas de morderle el labio.
— ¿Por que estas tan enfadada?
Dio un golpe con el casco a la moto y suspiró. Si que estaba que echaba humo.
— ¿En serio me lo estás preguntando?
— Si lo supiese, no preguntaría.
— A menos que seas un toca pelotas y te encante provocar.
— Puede ser.
Se subió sin mirarme a la moto. Su cabreo era mayor del que pensaba. ¿Tanto la había puesto anoche? En cuento llegásemos, la cogeré hasta que rogase parar.
La abracé para agarrarme a ella mientras ponía en marcha la moto. Era tan delgaducha. Le acaricié el estómago bajando poco a poco. Note como se le ponían los pelos de punta. Que fácil era provocarla.— ¿Ya paramos?
No contestó. Se quitó el casco y se fue hasta la gasolinera.
— ¿Hola?
Se alejó sacándome el dedo de espalda. Era tan infantil cuando quería. La seguí y entré con ella a la gasolinera.
— ¿Sigues enfadada?
— Metete al baño. Y espera.
— ¿Como? ¿Que te da el derecho...?
— Lo haces o te dejo aquí tirado. -Me interrumpió.- Ve.
He de admitirlo. Ella en plan de mandona y firme, me ponía muchísimo. Mi plan no era cepillarmela en un baño público, pero si así se daban las circunstancias...
— Como digas, señorita. -Le di un beso en los labios.
No se lo esperaba, al menos así parecía. Se quedó con los ojos como platos. Yo sonreí y me alejé dirección al baño. Cuando llegué, esperé, y esperé. Los cinco minutos se hicieron diez, y los diez, se hicieron veinte. Me estaba cabreando, pero escuché a alguien entrar al baño. Gracias al cielo, los baños eran mixtos, pero no tenia forma de saber si quien había entrado era Ash o no. Escuchaba los pasos decididos de la persona que había entrado, hasta que se paró en frente de la puerta del cubículo en el que estaba. Abrió la puerta de una patada y exactamente, era ella.
— ¿Por que tardaste tanto? -Se notaba mi enfado.
— Me gusta ver como te impacientas. -Entró y cerró la puerta detrás suyo.- Desabróchate el pantalón.
Estaba enfadado, pero me ponía muchísimo hacerla caso, que me mirase con tanta inferioridad. Empecé a desabrochármelo mirándola a los ojos. Ella me miraba altanera con los brazos cruzados. Tire de ella y empecé a besarla. Aceptó el beso gustosa mientras me rodeaba el cuello con los brazos. Me palpé los bolsillos traseros en busca de un condón. No había.
— ¿Buscas esto? -Me mostró el trocito de plástico sonriente.
— No juegues conmigo rubia.
Se lo quité de la mano y lo abrí con esmero. Necesitaba meterla. Ya.
— No soy rubia.
— Quítate los pantalones. -Gruñí.
Me hizo caso y le subí la pierna. Estaba muy mojada. Empecé a tocarla y mis dedos se resbalaron dentro suyo sin esfuerzo alguno. Era tan suave, tan húmedo. Subí el ritmo de mis dedos y empezó a acelerar su respiración. Le besaba el cuello con esmero, su entrada palpitaba y palpitaba en busca de más.
— Mételo. -Susurró.- Eiden...
No hizo falta que lo repitiese. Entré y la embestí en un instante. Nuestros gemidos se escuchaban un moco más altos de lo que deberían. Los besos armotiguaban el ruido y sentí que entraba alguien al baño. Bajé el ritmo y le tapé la boca.
— Shhh... -Siseé.- Ha entrado alguien.
Los pasos de la susodicha persona se acercaban mas a nosotros. Yo no paré mis embestidas, ella se movía debido a los golpes de mi cadera y me miraba con lágrimas en los ojos. Hacerla llorar de placer me ponía mucho más que el mismo acto que estábamos haciendo.
La persona del baño de al lado tiro la cadena y se marchó. Le destapé la boca y empecé a besarla de nuevo, acelerando mis embestidas. Dentro, fuera. Dentro, fuera.
— Ei... -Gimió.- ¡Eiden!
— Shhh...
Dentro, fuera.
— Ahhh....
— Ash... Nos escucharán.
Empezó a contraerse. Su vagina palpitaba al rededor de mi miembro. Intenté subir el ritmo, pero ella se enderezó y hizo que saliera de dentro suyo.
— Espe...
Se acomodo las bragas y se subió los pantalones. Me miró acomodándose el pelo y sonrió.
— Ha sido un buen polvo café con leche.
Y así mismo, se marchó de la misma manera que había llegado. Dejándome a mi con el miembro fuera y sin haber terminado.
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Voz de ceniza
RomanceLa vida nunca es como una piensa que será. Eiden nunca pensaría que se enamoraría de esa manera, y Ashley nunca pensó enamorarse en ninguno de los sentidos de la palabra. ¿Será ella capaz? La cobardía consumía desde dentro. ¿Él lidiará con el echo...