Eiden
— ¡Ashley, pero qué fuerte! -gritó la madre de Ash, mirándome y dándole palmadas a su hija en el brazo.- ¿Me acabas de traer un novio?
— Mamá por favor...
— ¡Pero que fuerte!
La noche anterior Ash me había dicho que si quería conocer a sus padres. Esa fue su manera de decirme que nuestra relación iba más a lo serio que a lo pasajero, por lo que yo acepté ilusionado así que ahí estábamos.
Nada más entramos en su casa, su madre se quedó con la mandíbula en el suelo.
— ¡¿Cuanto mides muchacho?! -casi gritó.
— Ciento ochenta y siete... -sonreí.
— ¡Madre mía! -me estiro la mano.- ¡Encantada! Soy su madre. -señaló a Ash y se echó a reír.
— Mamá...
—Pasar venga.
Entró hacia el salón y Ash me miró con cara de circunstancias.
— Perdón... Ella es muy...
— ¿Activa?
Se echo a reír afirmando lo que acaba de decir.
— ¡Pablo, ha venido la niña con una sorpresa que te dejará de culo! -gritó entonces su madre.
Entramos y nos encontramos con el que supuse que era Pablo; un señor una cabeza más bajo que yo -a la altura de Ash- y de cara amable.
— ¡Oh, hola Ash!
— Hola. -contestó ella.- El es Eiden, mi...
— ¡Su novio! ¿Te lo puedes creer? Jamás pensé que llegaría este momento. Sabía que te gustaban los hombres por como los llevabas a todos bajo tu falda pero nunca pensé que llevarías a uno atado con un anillo.
— Y que lo diga. -le seguí la corriente.
— No le sigas la corriente Café con nata que o sino será peor que un amigo pesado. -me aconsejó.
— Tu cállate y ayuda a Pablito.
Hizo caso y entró en la cocina.
— ¿Entonces cuéntame Eiden; quieres a mi hija y bla bla bla? -soltó.
¿Bla, bla, bla?
Me eché a reír.
— Si señora.
— ¿Y cual fue tu primera impresión de ella?
— Pues... Como la de la típica chica mala que no te daria ni la hora.
Se echo a reír y yo la seguí.
— ¡Exacto! Tan igualita a su puto padre.
Me sorprendí por esas palabras.
— ¡Mamá, por favor! -gritó Ash desde la cocina.
Salió con una bandeja de tortilla de patata, y tras de ella salía Pablo, que llevaba pan y platillos.
— Por Dios no le digas nada raro...
— ¡No le estoy diciendo nada raro rubita! Es solo lo típico que le pregunta una suegra a su nuero.
— Madre mía...
— Vida, no estreses al pobre chaval. -comentó Pablo y me tendió la mano.- Un placer, soy Pablo.
— Yo Eiden. -nos estrechamos las manos y le sonreí.
Toda la tarde fue bastante tranquila, la tortilla están deliciosa y la madre de Ash y su pareja me hicieron sentir como si estuviésemos entre amigos y no de visita donde los suegros. Ella a cada momento se ponía roja como un tomate al mínimo comentario acerca de ella; que si era muy mona de pequeña, que si su ropa favorita eran un vestido rosa con purpurina y unas botas de igual estilo, que en su plena pubertad se volvió completamente loca y desapareció de su casa durante unas semana entera... Muchas cosas.
Al salir, note el alivio de Ash. Me hizo reír bastante. Había estado más nerviosa que yo.
— Son majos. -solté.
Estábamos de ida hacia la moto. Ya era de noche.
— Claro que lo son, al principio siempre lo son.
— No seas tan negativa...
Siempre se ponía así al hablar de su familia y eso me dolía de cierto modo.
Me pegue a su espalda y la abracé.
— Quita pesado.
— Te quiero. -le di un beso rápido y subí a la moto.
A los dos o tres dias, fui a recogerla al trabajo. Ella solía recogerme a mi pero como tenía más tiempo libre, me pasaba yo por el bar. Estaba casi vacío, solo estaba ella y un señor delante suyo, tomándose una caña alegremente. Vi que Ash hablaba con él muy seria, y el señor quiso rodear la barra para abrazarla.
Me acerqué a ellos y me puse entre medio, poniéndola a ella tras de mi.
— ¿Algún problema? -le encaré.
— ¿Y tú...? -contestó.
Escuché una risa en mi espalda, y al darme la vuelta vi a Ash partiéndose de risa.
— Café con leche, el es mi padre. -se me bajo la tensión.- Papa, el es Eiden.
— Oh...
Primera impresión al suegro: MAL.
— ¡Oh! ¡Tu eres el que me ha robado a mi niña! -brameó el.
— Lo siento... yo pensé que...
— Tranquilo, tranquilo. -me puso un brazo en el hombro.- Soy Alejandro. Llámame Alex.
— Encantado.
— ¡Vamos a por unas cervecitas!
— No, papá. Estoy cansada. Quiero ir a casa. -contestó Ash irritada.
Entendía esa actitud hacia su padre. Me había contado que el nunca había estado cuando ella lo necesitó, que las veces que le pedía ayuda, él se las arreglaba para desaparecer. No parecía mal tipo pero aún así por lo que me había contado, ya le guardaba cierto rencor. El pensar en una Ash pequeñita en busca de un padre que no estaba, me enfadó. Pero aún así, tenía que conocerlo.
— Vamos cielo. Solo será un rato. -le rodee con el brazo.
Se apartó en un segundo y bufó.
— Vale...— ¡¿Que?! Ash bailando... no me lo creo. ¡Ahora me dirás que es cariñosa y todo!
— Y tanto que lo es. Solo deme unos meses más. -fanfarroneé
Nos habíamos metido a un bar del centro, estaba todo lleno y de fondo se escuchaban miles de conversaciones ajenas. Las cervezas habían entrado como agua, y el humo que soltaban los dos pasaba por mis narices.
— Ash, mi hija, enamorada. Que fuerte. -soltó riéndose el.
— Ya papá, supéralo.
— ¿Como que supéralo? El último novio que tuviste ni te iba ni te venía.
— Y como sabes tú eso.
— Pues por que ni me lo presentaste. Lo conocí de casualidad. -se giró a hablarme a mi.- Fui a verla el día del aniversario de su bar, y el solo se presentó como el novio. Ella solo dijo: ah, si, eso.
Miré a Ash, que se revolvía de nervios en su asiento.
— ¿Ah si? -me reí.
— Si. Así que tú eres el definitivo seguro, seguro.
— Por primero, papá; no viniste a verme, viniste a beber cerveza gratis. Y segundo; a ti también te dio igual.
— No por supuesto que fui a verte, y no me dio igual. Parecía buen chaval.
— Tantas ganas tenías de verme que viniste con tu tropa de amigos que gritaban; cerveza gratis. Por todas partes.
— Estaban borrachos Ash. De verdad, igual de paranoica que su madre.
— Bueno. ¿Nos vamos?
El ambiente estaba más tenso que una cuerda de guitarra. Ash fue a contestar pero la paré. Eso era una discusión sin principio ni fin.
— Ash cielo, dijiste que estabas cansada.
Le sobé la espalda y le indiqué que no gastase saliva en discusiones sin sentido.
— Si... Vámonos.Le pedí que durmiésemos en mi casa. Se había quedado callada todo el trayecto. Ni una palabra había soltado salvo un: perdón por lo de antes. O un: necesito un cigarro. Antes de que se alejase más de mi, la paré por la cintura y le puse el pelo a un lado, para tener una vista panorámica de su cuello desnudo. Posé mis labios encima de su piel y después de besarla, susurré;
— ¿Nos damos un baño?
Asintió en silencio y se dejó llevar por mi cuerpo.
La metí al baño, y abrí la llave con agua caliente.
— Deja que se llene. -le di un beso en la frente.- Ahora vuelvo.
Un rato después, la bañera estaba llena, y yo ya había cogido las toallas suficientes para secarnos. Empecé a desnudarla poco a poco, dejándole besos cariñosos ahí donde mis ojos caían; hombros, mejillas, brazos, manos... Dios, la quería tanto.
— Metete anda. -le tendí la mano para ayudarla a meterse y una vez estuvo dentro, me desnudé yo.
— Café con leche. -susurró.
— Dime.
— Estas buenísimo.
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Voz de ceniza
RomanceLa vida nunca es como una piensa que será. Eiden nunca pensaría que se enamoraría de esa manera, y Ashley nunca pensó enamorarse en ninguno de los sentidos de la palabra. ¿Será ella capaz? La cobardía consumía desde dentro. ¿Él lidiará con el echo...