Capítulo 17

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Ash

La fiesta se apagaba, la música era lenta, los universitarios se calmaban y pocos se acercaban a la pista de baile besándose, bailando la música lenta y romántica; agarrados de la mano, abrazados y tranquilos. Yo me dedicaba a mirarlos con cara de asco desde la barra, descansando por fin después de tanto trabajo.
— ¿Que envidia eh? -dijo Gabriel a mi lado.
— El que.
— Enamorarse.
      Me reí.
— Hay muchas maneras de morir. ¿Sabes cual es la manera que más te daña? El amor. -lo miré y saqué mi paquete de cigarrillos.- Por eso yo elegí otra manera de morir.
      No escuché lo que dijo después, me alejé en dirección opuesta a la barra y la pista de baile, con la intención de alejarme del ruido. Mientras inhalaba el humo con espero, esperando a que este se llevase todos mis pensamientos, lo único que hacía mi mente, era traer a Eiden, que pululeaba por todos lados siempre rodeado de gente. Tenia que alejarme de ese chico. Por muy bueno que fuese en la cama, mi racionalidad mental estaba en peligro.
      Sin darme cuenta, el cigarro ya se había acabado y me queme la yema de los dedos. Di un quejido y vi una sombra tras de mi.
— ¿Estas bien? -dijo.
      Me di la vuelta y ahí estaba, cerca de mi, tranquilo; el quemazón en mis dedos fue olvidado.
— Si. -contesté escueta.
— No me gusta el cigarro.
— Pues vale.
      Empezó a acariciarme un mechón de pelo para colocarlo detrás de mi oreja, rozando a su paso mi zona sensible del cuello.
— Ash... -susurró grave.
      Necesitaba otro cigarro.
— Que... -no hablaba y el silencio me mataba.
— He intentado alejarme un poco de ti por que parece que es lo que necesitas pero... -me besó el lóbulo de la oreja ligeramente y suspiré.- Tienes algo que... hace que se me haga imposible.
— No entiendo por que. -me comían los nervios. El corazón lo sentía en la garganta.
— Ni yo Ash. Ni yo... -se puso frente mío, y apoyó su frente a la mia.- ¿Puedo besarte?
— ¿Estas borracho?
      Cuando me di cuenta, estaba chocando contra la pared a mi espalda.
— ¿Si te digo que si, no me besarás? -dijo sonriente y con los ojos cerrados. Después centrándolos en mi.
      Sonreí recordando el día en el retiro, yo borracha pidiéndole sexo, y el sobrio intentando negármelo.
—  Puede.
      Empezó a besarme el cuello lentamente. Posando sus manos en mi cintura.
— No tendría huevos de acercarme a ti. -me miró.- Solo fueron dos cervezas...
      Me besó la mejilla.
— O tres...
      Después la sien.
— Tal vez cuatro. -se apartó a mirarme y abrí los ojos.- ¿Puedo besarte?
      Asentí silenciosa. Y me besó con calma, saboreando cada lengüetazo, cada roce.
— Sabes a cerveza. -susurré.
— Tú a tabaco.
      El beso se profundizó. Yo saboree nuestro sabor, esa mezcla fue mi sabor favorito del momento. Su mano acariciaba mi espalda, y yo revolvía su pelo a un intento de distracción.
— ¿Que me estás haciendo, Ashley? -gruñó a un centímetro de mi boca.
      Eso tendría que decirlo yo. Ese hombre había despertado a una Ash cariñosa. A una Ash que disfrutaba los besos que no buscaban solo un revolcón. Habia despertado a una chica que, ignoraba sus alarmas internas por un beso, caricia i mirada. Un yo tímida, nerviosa.
      Se apartó un segundo para recobrar el aliento. Me volvió a mirar. Juro por dios, que sus ojos brillaban.
— ¿Quieres bailar?
      La pregunta hizo que me deshiciese del hechizo al que me había sometido.
— ¿Que? -sonreí y negué con la cabeza.- No.
— ¿No sabes?
— No es eso...
— Pues vamos.

      Sin que pudiese resistirme, me arrastró hasta la pista, que todavía tocaba "The one the got away" de Katy Perry. Estaba casi vacía, las luces eran de un azul tenue, con sombras blancas. Me atrajo hacía el haciendo que nuestros cuerpos chocasen y me dio un largo beso en la mejilla.
— Yo no se como se baila esta mierda.
      Me agarró de la cintura con una mano, mientras que con la otra, sostuvo la mía en el aire.
— Tú solo déjate llevar por la música.
      Nos mecíamos al ritmo de la música. Había leído la letra de esa canción y era muy triste. Nos abrazamos dando vueltas. De un momento a otro, el me dio la vuelta  sobre mi eje, lo que hizo que sonriese. Todo para volver a abrazarnos al instante. Me puse de puntillas y lo besé a los labios.
— Tengo que alejarme de ti. -susurré.
—  Yo ya no puedo hacer tal cosa.
      Volvimos a chocar frentes. Cerramos los ojos y en ese instante supe que no podría hacer lo que tenia que hacer. Estaba condenada.
      Nos volvimos a besar, tierna y suavemente.
— ¿Vamos al cine mañana?
— Sabes que no me van esas cordialidades...
— Soy un chico muy clásico.
— ¿Estas diciendo que me gustan las cosas clásicas?
      Se separó y sacó una sonrisa coqueta.
— ¿Estas diciendo que te gusto?
      Me puse como un tomate. ¿Me gustaba Eiden? Puede. ¿Lo iba a admitir? No hasta nuevo aviso.
      Nerviosa, con el corazón en la garganta, le tire un mechón de pelo a modo de distracción. Estaba roja y lo sabía.
— Tranquila cielo. -me volvió a besar.- No se lo diré a nadie.
— Tonto... -pero aún así le recibí el beso.- Que no se te suban los humos. Yo no he dicho tal cosa.
Me besó en la frente y apartó mi pelo diestras de mi oreja.
   — Nos vemos mañana a las cinco en la puerta de la uni. No vengas con la moto.
   — Ujum...
      Me besó y me dejó ahí.
      Me di la vuelta para recoger mis cosas de la barra. Sentía calor en las mejillas y los labios me cosquilleaban.
   — Parece que has encontrado otra manera de morir. -dijo Gabriel mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.
   — Cállate Gabriel.

Voz de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora