Capitulo 11

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Ash

     Desperté desnuda entre sábanas, sus brazos me rodeaban apretándome fuerte como diciéndome; esta vez no te me escapas. Me revolví intentando salir pero fue imposible.
   — ¿Intentando huir de nuevo? -Su voz ronca resonó en mi oído.
   — No huyo. -Me revolví de nuevo pero me apretó con fuerza.
   — Por supuesto que si. Irse sin decirle nada a tu acompañante es huir.
     Para todo hay una primera vez, y esa era mi primera vez despertando junto a alguien con quien me había acostado. Me sentí rara.
   —  Solo que... No quiero que nos pillen. Pronto vendrán a pedir que les haga cena. -Intenté volver a levantarme y esta vez funcionó.
     Por desgracia para mi, un pinchazo horrible en la espalda vino junto al chorrito que sentí caer en mi entrepierna. Me helé al pensar que no había usado condon.
   — ¿Te pusiste condon verdad? -Le miré.
   — Por supuesto. -Se enderezó.- ¿Crees que soy tan descuidado?
   — ¿Entonces que es est... -Traté de levantarme pero mis piernas me fallaron.
     Caí redonda al suelo, y la vergüenza me recorrió el cuerpo. ¿Cuanto lo habíamos echo anoche? Te preguntaras. Hasta hoy en día no me acuerdo.
   — Eres una bestia, café con leche.
     Se levantó entre risas.
   — ¿Estás bien?
   — Si, si. De maravilla. -Dije bromeando.- Pásame la silla de ruedas de allá, la necesitaré.
     Su risa resonó entre las cuatro paredes, sentí un cosquilleo en la punta de los dedos.
   — Cuando te dije "Quiero que me dejes sin poder caminar" no lo decía en serio. -Me senté y me tapé.
   — Pues yo me lo tome muy en serio.

     Nada más vestirme salí de la habitación. Empecé a sentirme demasiado cómoda y eso era incómodo para mi. Cojeando fui directamente a la cocina a hacer café.
   — Hazme otro querida. -Dijo Ainhoa sentada en la isla.
   — Ya lo estaba haciendo.
     Me di la vuelta y se lo serví.
   —  Voy a fumar. ¿Vienes?
   — Estás cojeando. ¿Te caiste?
     Sonreí.
   — Digamos que si. Me caí.
     Pasó Eiden sin camiseta, y sonrió a lo lejos.
   — Buenas noches.
   — Café con leche. -Intentando disimular mi cojera, pasé de largo con destino al jardín para mi momento nicotina.

     Los dos días siguientes, la pasamos con simples miradas que nos hacíamos en momentos no precisos. En pequeños roces como al pasar uno al lado del otro. La tensión sexual se podía palpar desde lejos. Y me lo confirmo Aina:
   — ¿Oye tu y Eiden... que os traéis, eh?
    Estábamos en la última barbacoa del viaje. Llevábamos una semana larga en ese retiro, y yo ya quería largarme a mi casa.
   — Nada.
     No quería que supiese nadie.
   — Claro... nada. -Me pinchó el hombro y sonrió.- Te conozco bien, rubia.
   — No soy rubia.
   — Cállate.
    Todos bailaban, bebían y jugaban al rededor de una fogata, con el olor a brasas pulule ando por el lugar. Era un ambiente agradable. Al fondo, hablando con una chica, estaba Eiden. La chica se apoyaba en su hombro claramente mareada por el alcohol, coqueteando con el deliberadamente. No pude reprimir una sonrisa.
   — Otra vez lo estás mirando.
     En serio, Ainhoa es la mejor jodiendo ambientes.
   — No estaba mirando a nadie. -Me levanté y me quité la ropa para quedarme en bikini.- Me apetece bailar.
   — Ese tío de ahí no te quita ojo.
     Miré donde señalaba y estaba Alex, con una cerveza en la mano mirándome.
   — ¿Mañana a qué hora nos vamos? -Pregunté.
   — Por la mañana.
   — Perfecto.

Eiden.

     Me estaba provocando. Por supuesto que si. Era obvio por la forma en la que se movía a la luz de fuego y al rito de la música, echándome miradas cada dos por tres. No soy tonto. Después de aquel día, no volvimos a tocarnos, pero te juro que si se pudiese follar con la mirada, nosotros ya seriamos padres. Ash era fuego puro. Y eso me volvía loco.

     La observaba desde lejos con Marta a mi lado. Me estuvo persiguiendo toda la noche, y yo no soy tan descortés como para decirle que me deje en paz. Tampoco me venía mal, por que notaba la mirada de Ash todo el rato encima mío, y por supuesto, de Marta.  
   — ¿Te apetece bailar? -Preguntó ella asomando su gran busto delante mío.
     En serio, algunas veces desearía decirle a todo quisqui que soy gay.
   — No gracias. Ve tu. - Le acaricié la cabeza como hago con todo el mundo.- Yo estoy un poco cansado.
   — Aishhh... entonces voy. -Me dio un beso en la mejilla y se marchó hacia la fogata.
     No me malinterpretéis. Yo soy hasta hoy en día muy cariñoso con todo el mundo, al crecer con dos hermanas mayores, me he echo muy cercano al género opuesto al mío, y mucha gente lo malinterpreta. Ya no se puede ni tener amigas. Salvo Anna. Que nos conocimos en el instituto en segundo, y desde entonces somos inseparables. Vi con mis propios ojos como se enamoraba perdidamente de la gafotas de su novia. Ella también estuvo conmigo cuando empecé y rompí con mi ex. Sin Anna, no sería el de ahora.
   — ¡Gordo! -Gritó a mi lado.
     Anna bebida era muy, pero que muy extrovertida.
   — ¿Te la pasas bien?
     Le rodee el cuello con el brazo.
   — Sip. Hay buenas vistas.
     Ash estaba en frente moviendo el cuerpo de manera bastante provocativa. Ni me molestaba en disimular mi mirada hacia ella.
   — Y que lo digas. -Ella obviamente mirando a Aina, al lado de Ash. Pero de repente me miró.- ¿Te gusta Ash?
   —  ¿Como?
      Esa no me la esperaba.
   — No dejas de mirarla.
   —  No me gusta... Me atrae.
   —  ¿Como es eso? -Se echo a reír.
   —  Que todavía estoy conociéndola.
   — Ya claro. Me imagino que muy a fondo.
      Esta vez quien se rio fui yo.
   —  Por algo se empieza.
      Hubo un silencio. La música retumbaba y la brisa veraniega nos golpeaba la cara. Cruce miradas con Ash, y esta me sonrió pícara. Me la tenia que llevar a otro lado ya.
   — Me parece muy bien que por fin dejes atrás a Darek.
      Se cortó la respiración. No había pensado en él desde hacía un tiempo, y que de repente salga su nombre de sopetón me dejó helado.
   —  Ya lo había dejado atrás desde hace tiempo Ann.
      Ya estaba de mala leche. Que forma de joder el ambiente.
   —  Eso no es verdad y lo sabes. -Me miró.- ¿Has sabido algo de él?
      Joder.
   — No lo sé, ni lo pienso saber.
   — Pues espero que sea así. Por que sueles ir corriendo como un perro cuando te llama.
   — ¿Te puedes callar? -Que fuese cierto, me jodía aún más.- Te he dicho que lo dejamos hace mucho tiempo. El dejó en claro que no quería saber de mi.
      Intentó decir algo, pero se lo calló. Me sentí mal, por que sabía que no lo hacía de malas.
     Rechisté.
   — No quiero volver a las andadas. El final de una película no cambia da igual las veces que la veas.
   — Pero tú ya viste esa película mil veces antes.
   —Pues no la pienso volver a ver.
      Me reí de nuestra metáfora. Y escuché su risa débil.
   — ¿Que?
   — Nada. -Le salían lagrimitas.- Que normalmente uno pasa de hetero a gay. No del revés.
   — JAJAJA -Reí.- Tonta.
      Cuanta razón tenia. Pero yo no me podía considerar completamente gay, tampoco completamente hetero. Si bien me sentía más atraído hacia las mujeres, tampoco me importó salir con Darek. Fue una relación larga, la más larga que tuve. Rompimos y volvimos varias veces, como ya había dicho Anna, intenté ver nuestra película tantas veces que llegué a pensar que nuestro final cambiaría, pero no fue así. Hasta que él se hartó y decidió dejarme por completo. No supe nada de él después. Lo quería, y lo admito. Y lo extrañaba. Pero yo no iba a obligar a nadie a estar con nadie.
   — Uish. Me voy. -Susurró Anna a mi lado.
      De un momento a otro desapareció de mi lado y vi delante mío una silueta perfecta de Ash, caminando hacia mí lentamente clavándome los ojos. Sonreí de oreja a oreja. Estaba para comérsela. Ese bikini negro le quedaba como un guante, y el pañuelo resaltaba su cintura perfectamente definida.
   — Tenemos que hablar de la vuelta. - Llegó hasta mi, y posó las manos en su cintura.- ¿A qué hora saldremos?
   —  A la hora que nos levantemos de la cama.
      La atraje hacia mi y la encajé entre mis piernas.
   —  ¿Que haces?
   — ¿Crees que no me había percatado de como me mirabas?
      Acaricié su espalda y le besé el mentón. Sentí el escalofrío de su cuerpo.
   — Por que me voy a callar por algo que los dos queremos.
   — Solo te digo que no solo tú sabes provocar.
   — Yo no he estado provocando a nadie.
      Le besé el cuello y se estremeció. Tenía que llevármela a lo oscuro o la hacía mía ahí mismo. Pero no. Sería demasiado fácil para ella. También tenía mi orgullo. Me levanté y la miré; tenía las mejillas sonrosadas y los ojos se le oscurecían de deseo.
   — Me voy a la cama. -Le susurré.

Voz de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora